Siempre se ha sabido que las aguas termales son excelentes para la salud tanto física como psicológica, y es por ello que alrededor de todo el mundo las personas acuden a centros termales para sumergirse en ellas y aprovechar todas sus propiedades terapéuticas. Y uno de los órganos que más beneficios obtiene de ellas es, precisamente, el más grande de nuestro organismo: la piel.
Según explica, el dermatólogo francés Didier Guerrero, la principal diferencia entre el agua que sale de la llave y la termal es que esta última está enriquecida con los diferentes minerales que va captando en su recorrido por las capas subterráneas de la Tierra. Así, según la composición que tenga, aporta los elementos necesarios para, por ejemplo, regenerar, favorecer la renovación celular, descongestionar, hidratar o suavizar, entre otras.
Es por esto que actualmente muchas marcas de productos de dermocosmética incluyen las aguas termales en los ingredientes de algunos de sus productos o bien las venden solas en formato spray, ideales para ser aplicadas en el rostro o en otras partes del cuerpo. "Están indicadas para cualquier tipo de piel, sobre todo la sensible y más aún la patológica", señala Guerrero.
El especialista agrega que también son completamente inocuas, por lo que pueden ser utilizadas por cualquier persona, aunque -advierte- es importante considerar su composición mineral y la sensibilidad de la piel, "ya que mientras mayor es su residuo seco, es más probable que reseque e irrite una piel sensible o alterada".
En relación al uso de las aguas termales, Didier Guerrero sostiene que "es a gusto", pero siempre sobre la piel limpia. "Tiene indicaciones diarias como después de la ducha o de desmaquillarse, para fijar el maquillaje, después del afeitado. También indicaciones esporádicas, como después de la depilación o del ejercicio para refrescar. Y en caso de urgencia para aliviar quemaduras, picaduras, lesiones, enrojecimiento, etc.", señala.
En el caso de las que vienen en formato spray, se recomienda pulverizar sobre la piel sin agitar el envase, dejar actuar durante algunos segundos y secar sin frotar con un pañuelo de papel o un trozo de algodón. Esto último es muy importante, ya que si se deja secar, se evapora llevándose el agua natural de la piel y provocando su deshidratación.
¿Cómo elegir la correcta? El dermatólogo afirma que todas las aguas termales son únicas y tienen características especiales. "Se diferencian por su mineralización, dato que se encuentra en la información contenida en la etiqueta del envase", dice. En este sentido, explica que la cantidad de residuo seco que deja un agua termal, es un indicador del nivel de mineralización que tiene.
Asimismo, hay algunas que además de tener un "patrimonio mineral", tienen un "patrimonio biológico" que se traduce en una microflora que secreta sustancias activas que ayudan a que el agua termal sea calmante, anti inflamatoria y anti picor. Guerrero pone como ejemplo la de la marca Avène que -dice- tiene "una microflora ancestral única que sólo se desarrolla en aguas muy puras y profundas".
A juicio del especialista, las aguas termales son un producto 100% recomendado para utilizar en la temporada estival que se avecina. "(Durante el verano) la piel constantemente sufrirá agresiones por parte de los rayos UV provenientes del sol a pesar del uso de protectores solares, ya que éstos sólo 'protegen' la piel y no al 100%. Por ende, es indispensable utilizar el agua termal que estimule la reparación de la piel, la renovación celular, luego de haber estado expuesta a la intemperie", explica.
Sin embargo, aclara que no son un producto indispensable para el cuidado de la piel femenina, sino que para el de toda la familia.