En 1907, Picasso sufre una grave crisis personal y creativa que lo impulsa a poner todas sus telas contra la pared. Tras seis meses alejado de la pintura, comienza una serie de bocetos que culminan en "Las señoritas de Avignon", considerada la obra germinal del Cubismo, tendencia pictórica con la que el creador malagueño abandona el último hilo que unía a Paul Cèzanne con la tradición de la representación pictórica occidental y renacentista.
En sus obras, los pintores cubistas descomponen los objetos en volúmenes geométricos donde una nariz puede ser una pirámide, un seno un cono, una casa una serie de cubos, etc.
Estos artistas también desechan la perspectiva tradicional y buscan mostrar una multiplicidad de planos. Por eso, a estas mujeres podemos verlas de frente, de perfil y de espaldas al mismo tiempo. Además, como en esta época Picasso experimenta con formas similares a las del arte africano, las caras como máscaras de algunas de las mujeres reflejan ese interés.
A ello se agrega la influencia que ejerce sobre él la estética antiacadémica de la escultura arcaica griega, egipcia, ibérica y negroafricana.