Carolina Bonaparte, reina de Nápoles, encargó a Ingres la "Gran Odalisca" para que hiciera pareja con otro desnudo hoy desaparecido. Al ser derrocada Carolina en 1815, la obra nunca llegó a su destino y fue adquirida años después por el Conde de Pourtoles-Gorgier, chambelán del rey de Prusia.
Una figura de inmensa belleza a pesar de sus imperfecciones anatómicas, sorprendentemente pintada con tres vértebras de más. El rostro recuerda el estilo de Rafael, el maestro que más lo influenció y del que se declaró discípulo.