Esta pintura fue encargada en 1534 por Elena Baiardi para decorar el altar de la capilla familiar en la iglesia Santa María de Servi, en Parma. "La Madona del cuello largo", de Parmigianino, se destaca por ser considerada una de las obras más representativas del Manierismo. Desarrollado en Europa durante la segunda mitad del siglo XVI (entre el Clasicismo Renacentista y el Barroco), este movimiento se caracterizó por su arbitrariedad en el uso del color y por sus exageradamente alargadas proporciones, muchas veces estiradas a límites hasta entonces insospechados. La figura de la Virgen ocupa la mayor parte de la superficie del cuadro. De cabeza pequeña, cuello largo y un cuerpo que se agranda progresivamente y luego vuelve a disminuir, se encuentra elegantemente vestida sobre un trono invisible.
A la izquierda, un grupo de ángeles observan al niño Jesús que descansa sobre las rodillas de María, destacándose el adolescente ubicado en primer plano que con absoluta naturalidad nos deleita mostrándonos su larga y hermosa pierna, mientras que abajo, a la derecha, cerca de una columna, la figura de un profeta añade una nota más de misterio a la ya enigmática obra. La fría paleta utilizada (mayormente con azules) crea marcadas sombras y contrastes, mientras que la composición, vista desde abajo, da mayor grandiosidad a la figura central, que ha sido pintada utilizando la "técnica de los paños mojados", un método donde la tela parece estar pegada al cuerpo para así mejor mostrar su anatomía. Verdaderamente, una obra de incuestionable y refinada elegancia, que más tarde influenciaría a artistas tan importantes como El Greco, Bronzino y Tintoretto.