Precursor de los interiores holandeses, este cuadro representa el matrimonio de Giovanni Arnolfini, poderoso comerciante y consejero de la familia Medici, con Giovanna Cenami.

Muchas singularidades convierten este trabajo en uno de los retratos más misteriosos y célebres de la historia. Como la posición de la firma del artista en el muro del fondo. O el espejo redondo y convexo que muestra la escena vista desde atrás, revelando la presencia del propio pintor y de dos testigos.

Por otro lado, este gran ejemplo de realismo pictórico guarda una fuerte carga simbólica referida al carácter sagrado del matrimonio. Por ejemplo, el perro remite a la fidelidad y las 12 escenas que rodean el espejo nos recuerdan las 12 estaciones de la Pasión.

En la obra se puede apreciar también la innovación en la técnica del óleo introducida por el artista: al usar barniz blanco y trementina mezclados con aceite de linaza, evita el agrietamiento de las pinturas al secarse al sol y permite hacer correcciones sobreponiendo las pinceladas.