Claude Monet tenía 43 años y era un pintor reconocido cuando, en abril de 1883, se instaló en Giverny, pueblo ubicado a unos sesenta kilómetros de París y a orillas del río Sena. Diez años más tarde compró un terreno de 1.268 metros cuadrados adyacente a su casa por el que pasaba un pequeño arroyo, donde construyó un exuberante jardín con un gran estanque que llenó con nenúfares de variados colores, rodeado por exóticos árboles y atravesado por un puente japonés colgante. Fue allí donde Monet abandonó los paisajes tradicionales para concentrarse en estas queridas plantas acuáticas, trabajando pacientemente sus formas y colores. Pintó más de 250 cuadros con este tema, aunque destruyó muchos de ellos por estar disconforme con el resultado.
"El estanque de los nenúfares" forma parte de esa serie que, según el propio artista, se convirtió en una obsesión por captar cada instante efímero, irrepetible, creado por la luz, el aire, la atmósfera del entorno. La importancia de Claude Monet en la pintura universal es inmensa. Su proceso creativo se basa en la observación directa de la naturaleza, captando objetiva e inmediatamente su realidad; y en el tratar al objeto por los colores y los tonos que éste permite transmitir y no sólo por lo que representa en sí mismo. Este enfoque resulta ser, en efecto, una anticipación de los que más tarde se convertiría en el arte abstracto.
"El estanque de los nenúfares"
Fecha de realización
1899
Material
Óleo sobre lienzo
Dimensiones
88.3cm x 93.1cm
Estilo
Impresionismo
Ubicación
National Gallery, Londres