Ranuccio Farnese (1530-1565) era hijo de Pier Luigi Farnese, duque de Parma y Piacenza, y nieto del papa Paulo III. Retratado por Tiziano cuando tenía apenas doce años, el adolescente aparece espléndidamente vestido en su traje de cortesano; no sólo eso: su maravillosa túnica es el foco central de la obra. Brilla en su pecho la cruz de Malta, emblema de los caballeros de esa orden, fundada en el siglo XI, con el propósito de administrar el hospital de San Juan en Jerusalén, y atender a los soldados heridos en Tierra Santa durante sus servicios en las Cruzadas. Su rostro tiene la piel de un niño, fresca y sin marcas; sus
ojos, aunque tímidamente esquivan al espectador, denotan inteligencia, y en su boca aún no del todo formada, se pueden apreciar rasgos de sorpresa. Una cara que posee la tierna redondez de un inexperto adolescente, contrastada por su ropaje y adornos externos, que claramente nos hacen saber que pertenece a una de las familias aristocráticas más poderosas de Roma. Es éste el bello retrato de un muchacho que aún no ha terminado de crecer, capaz de conmovernos con su extraordinaria mirada, llena de expectación e inocencia, y a la vez, totalmente consciente de las responsabilidades que le esperan en el futuro.