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Testimonios de nuestros lectores

Martes 2 de marzo de 2010
Una noche de terro en el aeropuerto
Por Iván Aguancha
Tras el terremoto del pasado 27 de febrero, el principal terminal aéreo de Santiago fue cerrado. Quedó inutilizable. Esta historia relata lo que pasó a las 3:34 de la madrugada de ese sábado en Arturo Merino Benítez.
Fuente: Héctor Aravena, El Mercurio.
Recién hoy, martes, el aeropuerto de Santiago retomó sus funciones; eso sí, a media máquina.
Noche de terror, esta es mi historia Salimos desde Viña del Mar el viernes en la tarde, con rumbo a Santiago, para luego trasladarnos a la 1:00 AM al aeropuerto. Mi esposa y mis dos hijas de 4 años y de 10 meses, ¡Estábamos iniciando nuestras vacaciones¡, nos embarcaríamos en el avión de COPA 438 con destino a Panamá, que debía salir a las 3:59 horas.

Estando el avión con la manga puesta y con todos los pasajeros a bordo, éste empezó a moverse de adelante hacia atrás, inicialmente con movimientos bruscos pero cortos. Miré por la ventanilla y sólo veía una nube inmensa de polvo y pensé ¿será un tornado?, uno en esos momentos piensa de todo. Luego, el movimiento aumentó exponencialmente y el avión empezó a moverse para los lados, se apagó la luz del aeropuerto y se empezaron a ver y a escuchar grandes explosiones en los cerros, en ese momento ya sabíamos que se trataba de un gran terremoto.

La gente de COPA que, obviamente eran panameños, estaban tan aterrados como nosotros. Nos dijeron que no nos moviéramos, pero luego alguien gritó desde afuera del avión que sacaran rápido a los pasajeros, ya que el avión se había dañado. Salimos por una escalera lateral con los artículos de mano, quedamos en la loza entre los aviones y la pista. Y la gran duda: ¿escape de combustible? Nos pidieron que nadie fumara y que no traspasáramos la línea roja que está previa a la pista porque por debajo pasan tuberías, al parecer de combustible. Nos dieron botellas de agua y dos frazadas delgadas del avión para las niñas, los celulares no funcionaban, la gente entró en caos, después observamos el terminal y la sala de espera (PUERTA 16), donde habíamos estado hacia menos de treinta minutos; estaba toda destruida, el techo se había desplomado.

Hasta ese momento no había aparecido nadie, luego de 20 min apareció un carro de bomberos del aeropuerto con megáfono indicándonos que saliéramos y nos llevaron a una puerta lateral, y de ahí en adelante quedamos solos mi señora y mis dos niñas incluyendo la bebé.

Los de la aerolínea solo dijeron que ellos no podían hacer nada (obviamente las maletas se quedaron en el avión al igual que el coche de la bebe, hasta ahora no se nada de ellas), aparecieron los de seguridad del aeropuerto y nos informaron que nadie podía entrar ni salir del aeropuerto que la Costanera Norte, Vespucio y la entrada del terminal aéreo quedaron inhabilitadas, al ver el terminal como quedó yo pensé que todo Santiago y Viña estarían en las mismas condiciones, no teníamos comunicación con nadie de afuera.

A las 4:30, los funcionarios del aeropuerto empezaron en forma muy amable a repartir “Brownies de chocolate, dulces, agua y snacks de manzana”, me pareció raro el plan de contingencia en caso de terremoto. Mi esposa se encontraba acostada sobre un cartón en el piso, con mis dos hijas tapadas sólo con las delgadas frazadas que nos dieron los de COPA. Fui a pedirle ayuda a los del aeropuerto y me dijeron que no tenían frazadas, al rato apareció un señor con tres frazadas las cuales se pelearon entre los pasajeros y yo no obtuve ninguna, solo oía a un argentino que pedía una frazada para una señora que tenia un bebé. Cuando volví donde estaba mi esposa, ella tenia la frazada (milagro 1), nunca pude saber quién fue el argentino que peleó la frazada para mi señora, pero le estoy eternamente agradecido. A medida que amanecía, bajaba más la temperatura, la mayoría de las personas que estábamos en ese momento teníamos ropa delgada para el clima de Panamá.

Con cada réplica se oía un estruendo y se seguía cayendo a pedazos el techo del aeropuerto. Había un solo oficial de policía, pero él estaba preocupado por otras cosas. Pedí ayuda para salir del aeropuerto porque veía que salían alguno vehículos, pero la respuesta es que no había movilización. Sin embargo, todos los funcionarios de las aerolíneas salieron en unos trasportes, lo mismo que los de la PDI.

A las 7:30 me pude comunicar con un familiar para que nos fuera a recoger, pero la información que nos daba el encargado del aeropuerto era que teníamos que caminar hasta más allá del peaje porque nadie podía entrar. A las 8:30 tomamos carros de maletas y empezamos el camino con dos familias chilenas más, cuando de la nada apareció un taxi y se acerco al primer núcleo familiar para llevaros, pero todos nos cedieron el taxi (milagro 2) para que nos sacaran del aeropuerto luego de pasar toda la noche en la intemperie.

Yo oí en las noticias que Chile es un país sísmico y está preparado para un terremoto, ¿eso incluye el aeropuerto? Mi pregunta es: ¿Cuántos muertos o heridos se habrían presentado en el aeropuerto si el terremoto hubiese sido a otra hora? Estamos hablando del primer aeropuerto del país, con una construcción muy linda, pero peligrosa, todo el techo se desplomó. ¿Cuenta el aeropuerto con algún plan de contingencia en caso de desastres?

Me llama la atención la lentitud con que aparecieron los bomberos del aeropuerto, aunque el avión estaba detenido, estaba lleno de combustible. No creo que los “Brownies de chocolate, dulces, agua y un snack de manzana”, sean raciones para catástrofes, además sólo tres frazadas para todo el aeropuerto y no hay ningún sistema de evacuación para los pasajeros. Se que la aerolínea no responde en caso de desastres y, por lo que pude ver, el aeropuerto tampoco.

Esta experiencia me sirvió para volver a creer en la gente, pero creo que un lugar con tanta concurrencia de público debió responder y estar preparado con un plan de contingencia y de información a los pasajeros en forma más profesional, todas las personas del aeropuerto fueron amables, pero con amabilidad no se salvan vidas. Quise contar esto para que sea una voz de alerta y no nos creamos el cuento de somos un país sísmico preparado.

 

 

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