Arrasaron y preocuparon

De artistas como Marco Antonio Solís o Ricardo Arjona, se espera que sean un éxito y la organización se prepara para ello. Pero de otros, se espera que simplemente cumplan con su labor... Hasta que entre ese universo surge alguna sorpresa que provoca más de una preocupación. En la década pasada el camino lo abrió Joe Vasconcellos, quien se llevó todos los trofeos en 2000. El final de su show arrancó una pifiadera de proporciones, a la que se intentó hacer caso omiso desconectando sus instrumentos y presentando al jurado. Pero era tal el desborde, que los encargados del certamen debieron poner marcha atrás y mandar a comerciales. Tras conversaciones urgentes y paseos desesperados de Gonzalo Bertrán, el cantautor volvió para interpretar un tema a capella. Le entregaron una segunda Gaviota de Plata, mandaron nuevamente a comerciales, y siguieron a la vuelta con la competencia internacional, pero el público no paró de pedirlo de vuelta.

La historia pareció repetirse en 2005, cuando la alcaldesa hizo la promesa menos cumplida en los últimos 15 años: Que la Gaviota sería sólo para los competidores. Entonces La Oreja de Van Gogh debutaba en Viña, con aplausos, antorchas y todo lo correspondiente, hasta que su presentación fue despedida en medio de gritos que pedían el pájaro metalizado. Las pifias no pararon mientras instalaban los instrumentos para el siguiente artista, así es que se debió acceder a lo obvio, y entregar la Gaviota a los españoles... ¡25 minutos después de haber terminado su show!

Con Ana Torroja, en 2007, la situación fue crítica: Tratada como relleno en la noche de Gustavo Cerati y Kudai, la española arrasó con los éxitos de Mecano. Pero inexplicablemente, la despidieron tras recibir la Antorcha y dieron paso a la competencia internacional. En todo ese lapso y en los comerciales posteriores se escuchó una pifiadera rotunda, más un grito especialmente preocupante: "Antonio, Antonio". Al día siguiente, Sergio Lagos (ubicado por el público como quien frenó el regreso de la cantante) ofreció inéditas disculpas públicas.

El último de estos hitos es fresco, de 2009, y lo anota Fernando Ubiergo: Como parte del jurado, debía dar un show breve. Tanto, que mientras agradecía al público le desconectaron todo. Pero la galería quería más, y las antorchas y gaviotas no los calmaron. A las manos del cantautor llegó de vuelta su guitarra, mientras Felipe Camiroaga le suplicaba hacer algo y un sonidista lo conminaba con un elocuente "toca, huevón". Una última canción fue lo que logró evitar el descalabro.