Entrevista

Rodrigo Figueroa, periodista de Desafío Levantemos Chile, se salvó de la tragedia del CASA 212:

"Mi vida cambió radicalmente; el accidente en Juan Fernández marcó un antes y un después"

El profesional, quien debió ceder su cupo al experto en deportes extremos Joel Lizama, dice que hoy no deja nada para mañana y que está dedicado íntegramente a la labor social.

Nelly Yánez, El Mercurio

Nada es igual para Rodrigo Figueroa (26), periodista de Desafío Levantemos Chile, quien hoy está dedicado íntegramente a lo social. Era uno de los pasajeros fijos del CASA 212 al archipiélago Juan Fernández. Pero, al igual que con otros -como el actor Francisco Reyes-, ese 2 de septiembre de 2011 el destino quiso para él otra cosa.

Unos días antes del viaje, Figueroa -quien debía grabar las actividades en la isla- recibió una nocturna llamada de Joaquín Arnolds, gerente general de la fundación. Estaba durmiendo y despertó sobresaltado.

"Mi reacción -cuenta- fue preguntar qué había pasado. Pero, el Joaco, muy relajado y después de echarme una talla, me dijo: 'Oye, ¿tu cachái que voy a hacer el tracking de la carrera?'. 'Claro', le respondí. 'El problema -me dijo- es que el avión está lleno y se nos está quedando Joel (Lizama) abajo'. '¿Y me estái pidiendo el cupo?', le pregunté. 'Si poh' , me dijo. En ese momento me dio pena y lata lo que estaba escuchando, porque quería ir a la isla y ver los negocios funcionando. Pero, si no iba Joel no íbamos a hacer esa pega y el asunto se iba a postergar. Así es que le respondí que no había ningún problema y el Joaco quedó feliz y me pidió que le pasara en algún minuto la cámara, porque él y Sebastián Correa iban a grabar".

El viernes 2, después de una reunión con Ana María Zaldívar, de comunicaciones, Figueroa se fue a trabajar a la casa de su polola. Y fue ahí donde recibió la llamada de Rodrigo Orellana, contándole que el avión se había caído.

"Quedé -dice- en blanco. No lo podía creer. La información era súper confusa. Lo primero que pensé fue llamar a Amalia, hija de Felipe, y en eso ella se comunica conmigo y me dice: 'Rodrigo, ¡no puede ser!, ¡dime que sabes algo!'. Le dije que no, que estaba averiguando, mientras me empezaban a llegar muchos mails , twitter y llamadas, porque mucha gente se había quedado con la información de que yo iba en el avión y querían saber cómo estaba".

-¿Y qué pasó contigo en lo interno, sabiendo que podrías haber sido otra de las víctimas de ese avión?

"No tomé conciencia hasta que mi polola, muy angustiada, me abrazó y me dijo: '¡Qué bueno que estés aquí!'. Y también cuando me llamaron mis papás. Pero no le di más vueltas, porque nunca he sido partidario de la filosofía del qué habría pasado".

-¿Pero hubo un cambio en tu vida?

"Mi vida cambió radicalmente; el accidente en Juan Fernández marcó un antes y un después".

-¿Cómo se manifestó ese cambio?

"Durante un año yo había estado con Felipe casi todos los días y, aunque tenía su ejemplo, de vivir la vida a fondo, para mí no había llegado el momento de decir: 'Yo también voy a hacerlo'. Sólo con el accidente se me produjo el click . Ahí me di cuenta de que el Joaco, que perdió a tres de sus grandes amigos, también tenía razón cuando decía que la vida era demasiado corta para vivirla lamentándose. Hoy no dejo nada para mañana; le digo a la gente que quiero, que la quiero; no planifico tanto; me dejé hasta barba y soy un poco más hippie ; escalo y disfruto más la naturaleza. De hecho, hacía mucho tiempo que tenía el sueño de comprarme un winsurf y este verano me gasté todos los ahorros y lo cumplí".

-¿Cuál es tu parámetro para ver si estás haciendo las cosas bien o no?

"No afectar a otros; hacer el bien. Si uno se pone en el escenario de cuánta gente llegaría a tu funeral, podría darse cuenta de cómo estás viviendo tu vida. Porque independientemente de si haces grandes cosas o no, si llega mucha gente porque te quiere, no por compromiso, es porque de alguna forma tocaste la vida de esas personas y eso es bueno".

-¿Crees en los milagros?

"No sé si en los milagros; sí en la magia de las cosas".

-¿Y en Dios?


"En Dios, sí, pero no soy católico".

-¿Él influyó ese día?

"Claro, pero tampoco pienso que Dios me salvó. Sería una soberbia decir que yo estoy bendecido y hay otros que no".

-¿No sientes que has vivido un tiempo regalado?

"Para nada. Puede que nuestra vida esté trazada, pero prefiero pensar que no, que uno hace el camino. Mi bici , de piñón fijo, refleja plenamente ese estilo de vida: no tiene frenos".

-¿Has viajado después en avión? ¿Has tenido susto?

"Debo reconocer que nunca me había pasado, pero cuando fuimos a Punta Arenas, cuando se salió el río, nos fuimos en un avión y efectivamente pensé: '¡Chuta!, ¿y si vuelve a suceder?'. Pero, apenas despegó se me olvidó".

-¿No tienes temor a la muerte?


"Obvio que sí, porque te impide compartir con tus seres queridos, aunque siento que ellos siguen presente con uno. En los momentos mágicos de Desafío, sin duda, está Felipe diciendo, como siempre lo hacía, '¡esto es música celestial!'".