Corre el año 1979 y la Embajada de Estados Unidos en Teherán es tomada por un grupo de iraníes que protestan por el apoyo que Washington brinda al depuesto Sha Mohammad Reza Pahlavi. La ciudadanía quiere que el ex mandatario regrese al país para que enfrente a la justicia, pero la Casa Blanca no tiene intenciones de escuchar aquellas demandas. Para forzar a las autoridades estadounidenses, los manifestantes capturan como rehenes a los trabajadores de la embajada y a las personas que estaban allí al momento de la rebelión. En medio de la batahola seis funcionarios logran escapar y se refugian en la casa del embajador de Canadá (Victor Garber).
Tras la fuga de los estadounidenses, la CIA debe elaborar una estrategia que les permita sacarlos de Irán en el corto plazo, antes de que los insurgentes accedan a los archivos de la Embajada y se percaten de que lograron salir del edificio. Tomar un avión en Irán es una misión casi imposible para los refugiados, pero un agente de la Agencia de Inteligencia, Tony Mendez (Ben Affleck), elabora un plan estrafalario que podría funcionar: hacerlos pasar por un equipo de cineastas canadienses en búsqueda de locaciones para una película de ciencia ficción llamada “Argo”.
Para que le misión sea creíble, Méndez se contacta con el maquillador de Hollywood John Chambers (John Goodman), quien le presenta al productor Lester Siegel (Alan Arkin). Juntos reúnen a un elenco, organizan una conferencia de prensa y lanzan el afiche oficial de la película, con el objetivo de que “Argo” comience a ser un proyecto conocido en la industria. La peculiar estrategia es mirada con recelo por los beneficiados, pero no les queda más opción que confiar en Méndez y fingir con éxito que son cerebros del próximo gran éxito de Hollywood.
El tercer largometraje de Ben Affleck como director lo consolida como uno de los realizadores más destacados de los últimos años. Su carrera fuera de las cámaras comenzó a ser aplaudida en 1998, cuando ganó el Oscar a Mejor guión por “En busca del destino” (junto a Matt Damon). El respeto que se ha ganado como escritor y cineasta también ha favorecido su valoración como actor.