Tras pasar 19 años en una prisión por robar un trozo de pan en la Francia revolucionaria del siglo XIX, el convicto Jean Valjean (Hugh Jackman) es puesto en libertad condicional. En cuanto tiene el permiso para desposarse de sus cadenas, el guardián de la cárcel, Javert (Russell Crowe), le advierte que estará atento a sus pasos, y que lo traerá de vuelta si se atreve a quebrar la ley. Al salir de prisión, el afortunado encuentro con un sacerdote lo impulsa a querer redimirse, y ser un hombre de bien.
Pasan otros 19 años y se convierte en una persona respetada, en dueño de una fábrica, y en autoridad de la ciudad. Pero para lograrlo, huyó del control policial que requería su libertad condicional y aplastó su pasado utilizando nombres que ocultaban su verdadera identidad. La paz que logró mantener por todos esos años se ve interrumpida cuando Javert se percata de esto y jura detenerlo.
Mientras Vanjean disfruta del éxito, una empleada que fue despedida de su fábrica, Fantine (Anne Hathaway) cae en los bajos fondos de la ciudad y en la prostitución para ganar dinero, pues debe mantener a su hija de nueve años, Cosette, quien permanece bajo la tutela de dos deshonrados hoteleros (Helena Bonham Carter y Sasha Baron-Coen). Fantine vive en condiciones precarias y cae gravemente enferma, pero inesperadamente se reencuentra con Vanjean y éste le promete que se hará cargo de la niña cuando ella muera. Es así como el fugitivo traza un nuevo objetivo en su vida: mantenerse oculto de Javert y ser un buen padre para Cosette( interpretada primero por Isabelle Allen y luego por Amanda Seyfried).
En esta adaptación del musical de Broadway (inspirado en la novela de Victor Hugo), el director británico Tom Hooper (“El discurso del rey”) centra su discurso en el cuestionamiento del bien y el mal, en las diferencias sociales y políticas y, sobretodo, en la precariedad económica de la clase trabajadora. Es decir, el filme mantiene la esencia del relato escrito por el francés hace casi 200 años.