La vida de Pi Patel (Suraj Sharma) estuvo marcada por hechos curiosos desde su nacimiento. El primero de ellos fue que su padre (Adil Hussain) lo bautizó con el nombre de Piscine Molitor, en honor a una de las piscinas más hermosas de París. A eso se sumó el ser criado al interior de una familia dueña de un zoológico en la India en la primera mitad del siglo pasado.

La niñez de Pi fue feliz, pero las constantes burlas de sus compañeros de colegio a su nombre lo llevaron a cambiarlo por “Pi” (debido al parecido de “Piscine” con “Pissing”, que significa “orinar” en inglés). En aquel periodo desarrolló un intenso interés por las religiones, llegando a ser hindú, cristiano y musulmán al mismo tiempo. Esta diversidad de intereses era cuestionada por su padre, quien también criticaba que su hijo pensara que los animales del zoológico tenían alma, especialmente el tigre de bengala, llamado Richard Parker (por un error burocrático cuando lo compraron). Los años pasaron y la inestabilidad política llegó a India, por lo que su padre decidió que toda la familia se radicara en Canadá, y que los animales fueran vendidos en Estados Unidos. Pero las cosas no resultaron bien, pues el barco en el que todos viajaban naufragó, y sólo Pi logró sobrevivir.

En medio del océano y arriba de un bote salvavidas, Pi se percata que debe luchar por mantenerse con vida, lo cual se vuelve muy difícil cuando descubre que en la pequeña embarcación también está presente el tigre Richard Parker.

Este nuevo filme del cineasta taiwanés Ang Lee (ganador del Oscar por “Secreto en la montaña”) está basado en la novela homónima del escritor canadiense Yann Martel. La adaptación a la pantalla grande no sólo fue elogiada por la calidad del guión y por el trabajo del realizador, sino que también por la atractiva dirección de fotografía del chileno Claudio Miranda, quien también es candidato en dicha categoría.