La octava nominación de Martin Scorsese como mejor director llega con una historia que recuerda su periodo con “Los buenos muchachos”. Acá otra vez explota los excesos de un protagonista obsesionado con el poder. A través de la historia real de un inversor que se hace millonario a costas de lavado y malversación de dinero, el realizador nuevamente deja al descubierto un bajo mundo. Podría ganar este trofeo siete años después de obtenerlo con Los infiltrados.