Luego de unos minutos el agua comienza a calmarse. Los pedazos de hielo flotan armónicamente y las aves disfrutan del botín que dejó un nuevo desprendimiento. Cuando el glaciar San Rafael decide tronar y dejar caer otro pedazo de historia, los peces alrededor se aturden y son servidos en bandeja para los depredadores con alas. Sin embargo hay uno que prefiere esperar un poco, quedarse bajo el agua mientras las gaviotas y patos se alimentan de manera desesperada. Y así, cuando la laguna vuelve a quedar lisa y el show plumífero concluye, hace su aparición con el trofeo en su poderosa mandíbula. Es una de las cinco focas leopardo que habitan en el sector y que destroza sin piedad a un salmón que, al ojo, debe pesar diez kilos. El espectáculo parece digno de un circo cruel: el mamífero lanza a su presa por los aires e intenta agarrarla antes que toque el agua. La rutina la repite una y otra vez hasta que por fin logra engullir el pescado y contribuir con un poco más de proteínas a su cuerpo de casi tres metros y más de 300 kilos.
Es primera vez que la vemos alimentarse, comenta el capitán de la pequeña embarcación que prácticamente todos los días entre septiembre y abril recorre el ventisquero más famoso del país. Éste constituye solamente una pequeña porción del parque: son un millón 700 mil hectáreas donde más de 400 mil forman parte de los Campos de Hielo Norte. El resto lo completan -entre otras especies endémicas- coigües, mañíos, lengas y el popular calafate. Para llegar hasta el glaciar que le entrega el nombre al parque, es necesario embarcarse. Puede ser por el camino largo desde Puerto Chacabuco o llegar por tierra hasta el incipiente Puerto Río Tranquilo, localidad que crece a la par con el turismo y donde distintas empresas ofrecen alternativas para ir por el día a la laguna o, si se quiere, explorar por más tiempo la zona y conocer el Istmo de Ofqui, entre otras actividades.
En estos paseos, que muchas veces se realizan sobre lujosos cruceros, aparece un problema que para la Conaf, confiesan, es histórico. “Las grandes embarcaciones que llevan a turistas hacia la laguna no pagan la entrada al parque, lo que para ellos representa un costo marginal por persona si se considera que cobran cerca de mil dólares por pasajero. Ellos abogan que las aguas no pertenecen al parque, pero eso es errado. Imagínate que las empresas pequeñas sí cancelan los tres mil pesos que cuesta ingresar, dinero que a nosotros como Estado nos permite seguir mejorando el plan de conservación del área”, reclama Aliro Gascón, jefe de Áreas Silvestres Protegidas de Conaf en Aysén.
Junto con sorprenderse ante el kilométrico pedazo de hielo milenario, algunas excursiones -morosas o no- incluyen el desembarco en el parque nacional, donde además de poder acampar y realizar distintos trekking apreciando la flora nativa, se puede observar las ruinas del Hotel San Rafael, construido por un consorcio internacional en 1940 con la intención de explotar turísticamente la zona. Eran 36 habitaciones donde varias miraban directamente al glaciar y a la laguna. Todo un lujo que poco a poco fue transformándose en un elefante blanco: nunca se consideró lo complicado que era llegar hasta el área y económicamente el proyecto fue un fracaso. En lugar de demoler la construcción y llevarse camas y petacas, la empresa decidió abandonarlo y esto, era que no, dio paso inmediato a los saqueos. Años más tarde fue utilizado como refugio para los guardaparques y posteriormente, en 1994, terminó consumido por un incendio. Ahora es una pieza arqueológica contemporánea.
Si se llega a Río Tranquilo con el presupuesto justo y no se tiene la posibilidad de contratar los servicios de las agencias que llegan hasta la laguna, desde febrero de este año existe la posibilidad de entrar como peatón al parque. Luego de un análisis jurídico cartográfico del área silvestre protegida, realizado en conjunto por el Ministerio de Bienes Nacionales y Conaf, se habilitó un ingreso público al sector del glaciar Exploradores, que por años estuvo cerrado exclusivamente a quienes pagaran su entrada a la empresa de Francisco Croxatto, que en la década de los 70 adquirió terrenos que supuestamente colindaban con el parque nacional. Finalmente los estudios indicaron que la zona realmente era parte del parque y la Conaf se instaló en el sector para comenzar a administrarlo. En el lugar existe un sendero que conduce hasta un mirador donde se puede apreciar desde lejos el glaciar y, si se pide la autorización y se poseen los conocimientos y el equipo (crampones principalmente), se puede realizar una excursión que termina con el visitante caminando sobre el glaciar. También hay distintos tour operadores que ofrecen, por un monto mucho menor a la navegación, este servicio.
“El proceso fue bastante largo, porque Bienes Nacionales tuvo que hacer los peritajes correspondientes y finalmente la resolución fue a nuestro favor y la Gobernación ordenó el retiro de los cercos que había instalado Croxatto. Esto nos permitió poner los actuales containers que en el futuro serán reemplazados por una nueva administración para los guardaparques que se está diseñando actualmente. Además se están haciendo los estudios para construir un sendero que permita que cualquier persona pueda llegar hasta muy cerca del glaciar sin tener que caminar sobre las rocas, que es una zona de bastante riesgo”, explica Gascón, quien además admite que el empresario está en su derecho de presentar una demanda y realizar nuevos peritajes para ver la posibilidad de revertir el fallo.
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Caminar por Santiago. Recorrer la Alameda entera e inmiscuirse en cada una de las calles que la cruzan. Visitar a pie las comunas de Puente Alto, Colina y Peñaflor. Terminar y darse cuenta que completaste una travesía de 70 mil hectáreas que conforman la capital de Chile.
#Parques2015 es algo así, pero 128 veces más grande. Los edificios y el cemento cambiarán por más de 9 millones de hectáreas conformadas por alerces milenarios, lagunas vírgenes, áridos desiertos, glaciares en peligro, pumas e historias desconocidas hasta ahora.
Serán cinco meses de recorrido por los 36 Parques Nacionales del país. Un viaje que contempla 12 mil kilómetros de trayecto por tierra, además de otros ocho mil kilómetros por mar y cielo.