Fotos: Alex Moreno

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



William Brownfield en su partida:

Embajador de EE.UU. justifica uso
de espionaje cuando no hay franqueza

Por Sebastián Campaña E.

La oficina ya está vacía de sus cosas. Ni fotos ni diplomas… ni siquiera documentos, sólo el maletín y el deseo de reunirse en una semana con su esposa Kristie Kenney, la embajadora norteamericana en Ecuador. Atrás quedará una fructífera estela coronada con el TLC de Chile y EE.UU., pero también momentos duros, “sensibles”, dice él.

En Chile, en dos años y medio, el embajador de Estados Unidos, William Brownfield, perfeccionó su buen español y logró dos de las metas que se puso al llegar: subió en bicicleta a Farellones (en menos de dos horas) y escaló el cerro Marmolejo en el Cajón del Maipo, el 6 mil metros más austral del mundo.

Si hubiera que describirlo, las palabras comienzan a enredarse y tejen una imagen muy parecida al águila del emblema norteamericano: ojos penetrantes azules, rostro agudo y directo, y en su notable franqueza hace sentir el poder que va detrás de la potencia mundial sin contrapeso que hegemoniza los inicios de este siglo 21.

Y con esa fuerza se atreve a hablar de su momento más duro en Santiago, en marzo de 2003: cuando Chile no apoyó la resolución de EE.UU. para Irak. Y su franqueza va más allá. Sin entrar a confirmar o negar el espionaje del que fue víctima la embajada chilena en Nueva York, sí lo justifica cuando no hay suficiente franqueza entre los gobiernos.

-Usted habla de EE.UU. y Chile como socios. ¿Qué sintió como socio cuando Chile no apoyó la resolución de EE.UU. sobre Irak?
Fue el momento, sin duda, más sensible de mis dos años y medio acá en Chile.

-Lo sintió como un fracaso personal.
No voy a decir eso, porque al final de todo -y no digo que no tengo ninguna culpa- no fue tan personal, porque en ese momento había mucho diálogo directo entre las autoridades más altas de Chile y EE.UU. y de los otros 13 miembros del Consejo de seguridad. En otras palabras: conversaciones presidente a presidente, canciller a canciller; hasta cierto punto, los pobres embajadores fueron solamente jugadores de menor rango de las conversaciones.

Pero lamento el fracaso en el sentido de que hasta cierto punto fue peor que lo necesario. En otras palabras, no tengo la menor duda de que el Gobierno de Chile y el Gobierno de EE.UU. discreparon en términos de esa resolución y la mejor manera para proceder en Irak. Lo que lamentó, hasta cierto punto, es que no pudimos controlar el desacuerdo y, quizás, haber llegado a un acuerdo aceptable para los 15 miembros del Consejo de Seguridad. Eso es lo que lamento.

-Dice que fue el momento más sensible. ¿No fue sensible también el momento en que se divulga el hecho de que hubo espionaje en la embajada chilena en la ONU y otros miembros del consejo, por parte de una agencia norteamericana?
Mire, voy a decir que acepto como un ser humano que existe espionaje en el mundo. Hasta cierto punto no importa si sea Washington, Nueva York o Punta Arenas. Existe en el mundo. No puedo entrar en detalles más que decir que un diario de la prensa británica ofreció una nota que ni fue confirmada ni negada y supongo que no es una sorpresa para ninguna persona que hay interés en la ONU y en cualquier otro gobierno en el mundo de lo que están haciendo, pensando, diciendo los otros gobiernos. Hasta cierto punto, no habría sido necesidad de espionaje en ningún momento si hubiera comunicación abierta entre los dos gobiernos. Lamentablemente eso no existe.

-Es extraño que habiendo la fluidez de diálogo que se ha registrado entre Chile y EE.UU., aparezca la necesidad del espionaje, confirmado por el ex embajador chileno en la ONU, Juan Gabriel Valdés.
- Pero él no hizo ningún espionaje que yo sepa.

-No, lo que él confirmó fue que hubo espionaje a su oficina en la ONU.
-Pero ¿qué podía confirmar? ¿Qué había espionaje de Chile en Nueva York? ¿Cómo es que una autoridad del gobierno de Chile puede confirmar espionaje de cualquier otro gobierno más que del gobierno de Chile? Eso es lo que no entiendo yo en esa confirmación.

-Lo que él plantea es que hubo un espionaje. Pero no quiero entrar en la discusión del espionaje mismo, sino ¿cómo dos socios que conversan mucho, enfrentan una situación de espionaje?
- Bueno, lamento toda la nota, lamento el hecho de que el viernes inmediatamente antes de la decisión del gobierno de los EE.UU. de retirar el texto de la resolución (de Irak), el Gobierno de Chile presentó a la prensa internacional el texto de algunas ideas alternativas. No habíamos visto absolutamente nada de eso con anticipación. Nadie, ninguna autoridad chilena, había ofrecido el texto con anticipación. La verdad es que teníamos un poquito de interés en eso.

Y usted me pregunta cómo es que podría llegar a la situación de pensar que otras medidas son necesarias para ver qué piensan, qué dicen otros. Supongo que eso responde a su pregunta. En un mundo en que los gobiernos hablan francamente, abiertamente, totalmente, cada gobierno con el otro, supongo que este concepto de espionaje, que ha existido por 4 mil o 5 mil años, podría desaparecer. Creo que no va a desaparecer durante nuestras vidas.

-¿Por muy franco que sea el diálogo?
Si el diálogo es más franco, la necesidad de otras medidas es menos necesaria. Menos franqueza en diálogo, más necesidad para otras medidas para conseguir información.

-¿Faltó franqueza en algún minuto?
Sin duda. Estoy seguro de que cada gobierno tiene su historia en ese sentido. Pero los 15 miembros del Consejo de Seguridad no hablaban quizás con la franqueza necesaria para llegar a un consenso, o por lo menos a una decisión aceptable para todos.

El aislamiento de Chile

-¿Cuál fue su mejor triunfo político: el voto chileno contra Cuba en derechos humanos?
No voy a decir eso, porque hasta cierto punto eso es un asunto multilateral. Entre los países de América Latina, Chile no fue el único que votó a favor de esa resolución.

-¿Fue un voto crucial?
Este año había 21 de esos votos cruciales. 23 el año pasado y 24, hace dos años. Cada uno es un voto crucial.

-Chile podría haberse unido a quienes debiera aparecer más ligado en el plano regional. Me refiero a Argentina y Brasil, que se abstuvieron. ¿Fue importante su labor de, entre comillas, presión?
Creo que la palabra correcta es diálogo y comunicación. Creo que al final de todo, en el voto de Chile o el voto de los EE.UU. o el voto de cualquiera de los 19 países que votaron a favor de la resolución de Costa Rica este año, se planteó un análisis de la situación de la República de Cuba en ese momento y del texto de la resolución. Unos países decidieron que la realidad en la isla y el texto de la resolución merecían un voto positivo. Otros gobiernos llegaron a otras conclusiones.

Es muy raro cuando hay coincidencia total en el mundo. Nuestra esperanza, por supuesto, es que todo el mundo no se olvide de la razón de la existencia de la comisión de derechos humanos, que es hacer respetar en todos los países los derechos humanos. Esa es la esperanza, no sólo de este año y el pasado, sino para los años que vienen.

-Se lo preguntaba porque Chile en el último tiempo ha aparecido algo solitario en el entorno regional. ¿Cree que la relación de Chile con Estados Unidos ha ayudado a esta especie de aislamiento regional?
Si con aislamiento usted quiere decir que solamente había seis países de la región latinoamericana que votaron como votó Chile, y dos -Cuba y Venezuela- que votaron en contra y tres que abstuvieron. Está bien supongo que eso es aislamiento, pero si hay 11 países de América Latina que son miembros y yo voto con los seis, es difícil decir que yo estoy aislado. México se considera como un país de cierta importancia, Perú hasta cierto punto también y dos países de América Central y dos del Caribe. La verdad es que, a mi juicio, Chile no está tan solo ni siquiera en la región Latinoamericana.

-Pero estoy hablando de los problemas con Bolivia, con Perú, con Venezuela, con Argentina en el tema del gas.
Mire, ofrezco unos pocos comentarios. Uno, es que hay que separar las cuestiones bilaterales de las más regionales. Eso es nada más que la lógica. Segundo, creo que el chileno común y corriente que se preocupa de este concepto de aislamiento, quizás debería pensar en la cuestión de otra manera, en la cuestión de modelo: si hay un modelo mejor en la región para Chile. Entonces, está bien, es totalmente lógico que Chile siga ese modelo. Pero ¿cuál sería ese modelo? La verdad es que esa es la pregunta para la República de Chile durante los años que vienen. Si hay un modelo mejor que el modelo actual de Chile. Si existe, hay que seguirlo; creo que hay varios modelos en la región que uno podría considerar. A mi juicio, esa debería ser la pregunta y no una pregunta esotérica de la región.

Tompkins y Pumalín

-¿Por qué no fue al parque Pumalín?
-Iba a decir que jamás fui invitado, pero me invitaron una vez hace dos años cuando hacía una visita oficial a Puerto Montt que tuve que cancelar por razones que ya no recuerdo bien, pero que nada tuvieron que ver con Pumalín. Jamás tuve la oportunidad de hacer la visita.

-¿No hubo una decisión política de no ir?
No. Tampoco jamás recibí instrucciones o consejos de no ir. Al mismo tiempo, y quiero mencionar esto, los directores de la fundación del parque Pumalín jamás pidieron mi apoyo o colaboración o ayuda en cualquier aspecto. Y creo que eso es importante decirlo en términos públicos, porque es un asunto que ha producido mucho diálogo, mucho debate. Ellos jamás pidieron colaboración directa en este asunto.

-¿Usted tiene una visión positiva o negativa respecto a la labor de Tompkins en el sur?
No voy a entrar en este debate. Voy entregar no una opinión sino más bien una esperanza: Hay mucho que se puede debatir en este asunto, en términos de uso de terreno, la importancia de la ecología y asuntos ambientalistas, la importancia del desarrollo económico, derechos de la comunidad, tránsito de vehículos, construcción de infraestructura, etc., etc. Y creo que todo esto es un debate de argumentos legítimos y auténticos. Ojalá que pudiéramos eliminar las cuestiones personales del debate, ojalá pudiéramos tener un debate sobre los puntos de fondo y menos de asuntos emocionales. Pero esa es una opinión personal de un hombre saliente de la República de Chile durante estos días que vienen.

Su próximo destino: Venezuela

-¿Va a estar en Venezuela para el referéndum del 15 de agosto?
Aún no estoy absolutamente seguro de la fecha de mi llegada, pero probablemente la segunda quincena de agosto, sí.

-¿Su tarea en Caracas es asegurar la realización del referéndum?
En mi próximo destino tendré como tarea representar al gobierno de EE.UU. de América del Norte en Venezuela y hasta cierto punto reflejar, no representar, las posiciones y la comunicación de ese gobierno al gobierno de los EE.UU. en todos sus aspectos.

-¿El interés de Estados Unidos es que se haga el referéndum y se logre la unidad de la oposición?
El interés de EE.UU. es exactamente igual al interés de todos los países de las Américas, incluyendo a Chile y a Venezuela: el interés en una democracia constitucional, el respeto de los derechos humanos y la oportunidad del desarrollo económico en toda la región. Creo que en eso coincidimos totalmente, no sólo con el gobierno de Chile, sino también francamente con el gobierno actual de la República Bolivariana de Venezuela.

-¿Y eso pasa por Chávez en el poder o Chávez fuera del poder?
Eso eventualmente va a ser una decisión del pueblo venezolano.

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