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  ELECTRONIC CITY (Dir.Luis Ureta)
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Sin duda entre los hallazgos más originales e importantes de las tres Muestras de Dramaturgia Europea hasta hoy, "Electronic City" explora un nuevo modo de escritura teatral que rompe radicalmente con todos los moldes conocidos. El texto del joven autor alemán Falk Richter da el punto de partida para un resultado escénico de apasionante interés, al menos en la entrega del Teatro La Puerta dirigido por Luis Ureta (que en 2002 montó "Heidi Hoh", otra notable propuesta vanguardista).
La pieza, que crea un universo ficcional incierto y elusivo en permanente deconstrucción, presenta unos hablantes que relatan cómo un alto ejecutivo sufre un bloqueo mental en alguna gran ciudad; sin recordar su código numérico, está perdido e inmovilizado. Lo mismo sucede luego con una cajera de supermercado, cuyo lector de barras no funciona y olvidó el código para pasarlo a manual, mientras la fila se alarga e impacienta. Para entonces se ha convertido en "cine dentro del teatro": todo es una película en rodaje, y los relatores actúan como miembros del equipo de filmación. Hacia el final se articula como una historia de amor completamente improbable.

Delirante, angustiosa y a la vez siniestramente divertida, traza un lúcido y devastador retrato de la soledad y enajenación del individuo anónimo en la sociedad postmoderna, globalizada, superconsumista y ultratecnologizada hasta un grado perverso que hace imposible cualquier anhelo de felicidad.

El montaje -el mismo ofrecido en la III Muestra, en septiembre- utiliza diversos medios técnicos (circuito cerrado de TV, videoproyección, micrófonos) para provocar un bombardeo múltiple de signos audiovisuales. El elenco se adapta eficazmente al singular y urgido estilo de representación que la obra requiere; con todo la mala acústica del recinto borronea la audición e induce al grito. Es, por cierto, una puesta tercermundista de un texto híperevolucionado, lo cual instala en escena aún otro abismo.

Por Pedro Labra Herrera