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  GRITA (Dir.Marcelo Leonart)
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Con su aire turbio y terrorífico, "Grita" resulta una de las expresiones más atractivas de ese ya amplio subgénero con que la joven generación que sólo conoció de oídas el golpe militar ha reflejado en escena sus consecuencias como una película de horror.
Después de todo, es lo que hizo en 1991 la internacionalmente exitosa "La muerte y la doncella", primera en apostar a una simplificación del pasado para conseguir impacto emocional (logrando ser convertida en película).

El bien estructurado relato, que avanza y retrocede en sucesivos flashbacks, trata de una viuda que auxilia a una desconocida, quien -se revela luego- fue torturada por el marido muerto, agente de la Dina, y sostuvo una desesperada y sórdida relación con él.

Escrito y dirigido por Marcelo Leonart, que reaparece tras una década lejos del escenario, muestra la maduración del estilo cultivado por el talentoso grupo Merry Melodies que lideró en los 90 un tipo de teatro muy cercano a la narrativa literaria y, sobre todo, al cine.

Es fácil imaginar la trama como filme o novela. A decir verdad, aquí la puesta en escena es pobre en recursos teatrales; el espacio, las luces, la música se usan de modo funcional. Acierta sí en narrar con agilidad y eficacia una ficción en la cual resuenan a menudo hechos reales de tortura, asesinato y otros atropellos, generando un ambiente de incertidumbre, amenaza y paranoia.

La intriga, por cierto, exige una variedad de lugares de acción, y los cambios de escena a la vista tienden a romper la tensión y atmósfera creadas básicamente gracias al trabajo actoral. En el buen rendimiento del elenco destaca Ximena Carrera, dramaturga y guionista de TV además, al igual que sus compañeras de reparto. Molestan las excéntricas abotonaduras de los trajes.

Por Pedro Labra Herrera