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Otra
sorpresa de Aldo Droguett
Juan Antonio Muñoz H.
Una atmósfera opresiva a la vez que inquietante es lo que consigue
ahora Aldo Droguett, esta vez sobre la base de un texto de Jean Genet,
"Severa vigilancia", al que se suman fragmentos de Focault y
del chileno Alfredo Gómez Morel. La historia es la de tres mujeres
encarceladas por delitos y crímenes que no se especifican; una
de ellas espera la sentencia de muerte y las otras, penas menores. Genet
indaga con crudeza, a través de un verbo penetrante, en el sistema
de afectos creado tras las rejas, las relaciones de poder allí
establecidas y cómo el amor surge incluso en circunstancias tan
anómalas. Las palabras iniciales de Fernando Cuadra, director del
Teatro La Casa y de la sala La Palomera, son decidoras del sentido profundo
de la pieza, que puede olvidarse por el ineludible marco de violencia. |
Droguett ("Tito Andrónico"," Peer Gynt") cada
día domina mejor los recursos de espacio; descubre posibilidades
inimaginables, proyectando esta vez la sala hacia los lados y hacia arriba.
Esto interpela al espectador, al que se ofrece un patio de butacas desordenado
y puntos de visión distintos según donde esté sentado.
El foco de atención está puesto sobre la celda y, en un
alarde de imaginación, se contrapone a sutiles imágenes
japonesas que generan un quiebre fuertísimo con lo que sucede en
la escena principal.
Las
protagonistas son Patricia Guzmán, Carmen Disa Gutiérrez
y Mariana Muñoz. Las tres llevan sus personajes con seguridad y
solvencia; destaca el caso de Patricia Guzmán, en un rol muy duro,
que sabe transmitir con dolor y reciedumbre. |