Biografía
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Sus entrevistas l Su libro l Su discurso en Santa Laura l Su mensaje del 11

Su libro ''La vida es hoy'' (2002):


Su exilio:
Holanda fue el primer destino en el exilio de Gladys Marín, desde donde se dirigió a Luxemburgo para terminar su periplo en Moscú. "Yo seguía manteniéndome firme en la idea de volver a Chile, era una idea imperiosa, indomable", señala en el libro.

Desaparición de su esposo:
En mayo de 1976 -durante un viaje a Costa Rica, en el que intentaba buscar solidaridad con la situación chilena- se entera que los militares habían detenido a la dirección política del PC. Y que entre ellos se encontraba su esposo, Jorge Muñoz. "Entre esas personas que querían ayudar a la causa chilena recuerdo a Susana Agnelli, quien llegó a ser ministra de Relaciones Exteriores en Italia. Pertenecía a la gran familia Agnelli, dueña de la Fiat. Vino a Chile especialmente a hacer gestiones por Jorge y otros compañeros. Le pedían mucha plata, millones, porque sabían quién era ella. Las pistas decían que a Jorge lo tenían en un barco. Ella nos consultó si pagaba o no el dinero que le estaban pidiendo, pero le dijimos que no, que lo más probable era que la pistas fueran falsas".

Su salida de Chile:
Tras el golpe militar, el nombre de Gladys Marín -entonces secretaria general de las Juventudes Comunistas- ocupaba un lugar de privilegio en la lista de personeros de la Unidad Popular cuya presentación era demandada insistentemente por las nuevas autoridades.
Tanto, que antes de salir de Chile, en noviembre de 1973, estuvo varias veces a punto de ser detenida. Pero una y otra vez logró eludir a sus perseguidores: "El Once me llevaron hasta una población muy modesta en la zona sur de Santiago, la población Clara Estrella. Me coloqué un delantal que me prestó la dueña de casa, me amarré el pelo, me puse un pañuelo en la cabeza y aguanté (...) estando en esos días de septiembre en una casa de Las Rejas junto al Checho, José Weibel, nos creímos irremediablemente perdidos, ya que llegaron soldados y allanaron la casa vecina. Otra vez nos escapamos por milagro (...). En una de estas casas, cerca del Estadio Nacional, donde vivía un dirigente estudiantil de la Universidad Católica, Juan Beltrán, me fui a alojar a principios de septiembre. También estaba Heriberto Pinto, el de 'déle riendá. Ellos se quedaron viendo un partido de fútbol, abajo en el living, y yo me fui a acostar en la pequeña biblioteca, donde me habían preparado una cama (...) escucho que el negro Pinto sube corriendo las escaleras, me tira la peluca y me dice: 'Vienen los milicos' (...) me fui a la pieza del matrimonio y me puse acostada en el suelo en un espacio entre la ventana y la cuna de la guagua, que lloraba. Podía ver perfectamente por la ventana y veía, por tanto, los camiones con milicos que llegaban asaltando la casa. Sentí los gritos de los que estaban en el living (...). Como los golpeaban tanto, la esposa gritaba "vayan arriba, vayan arriba" (...). Siento que suben, y como sólo podía mirar por debajo de la cama, veo las piernas de un mastodonte de uniforme parado en la puerta (...). Quedó unos segundos eternos parado en la puerta, luego abrió el closet y después miró la cama. Se dio vuelta y se fue (...). El Partido consideraba que algunos compañeros debían asilarse, puesto que al ser demasiado conocidos ponían en peligro la organización. En absoluto era mi idea, pero acaté con profundo desacuerdo y dolor. Pedí ver a Jorge (Muñoz, su esposo, hoy detenido desaparecido), él también lo había pedido, pero no lo permitieron. En el mes de noviembre me asilé en la embajada de Holanda".

Su encuentro con Prats:
Corría mayo de 1974 cuando llegaron a Moscú -donde Marín pasó gran parte de su exilio- informaciones respecto a la preparación de un atentado en contra del ex comandante en jefe del Ejército general (r) Carlos Prats, quien se encontraba en Buenos Aires. Con los días la preocupación aumentaba, ya que el ex jefe militar rechazaba los esfuerzos por proporcionarle protección, residencia y la alternativa permanente de invitaciones para establecerse en otros países. Entonces, la actual secretaria general del PC viajó clandestinamente a la capital argentina para intentar convencer a Prats de abandonar ese país. Pero éste, una vez más, rechazó el ofrecimiento. Sólo cuatro días después de su reunión con Marín, el uniformado falleció, junto a su esposa, Sofía Cuthbert, en un atentado perpetrado el 30 de septiembre de 1974.

"En una reunión con camaradas del Politburó del Partido Comunista de la Unión Soviética, recuerdo que estaba allí Boris Ponomariov; éste me dice que hay que hacer todos los esfuerzos por salvar su vida, convencerlo de que tenía que salir urgentemente de Argentina y que la Unión Soviética estaba dispuesta a prestar toda su ayuda, obtenerle pasaporte de un país europeo, lo que fuera por salvarlo. Parto entonces a Buenos Aires a entrevistarme con él, el tiempo apremiaba. La entrevista se realiza el 26 de septiembre de 1974. Tuvimos una conversación profundamente humana y política... lo vi como una persona que demostraba gran seguridad, que analizaba la situación serenamente y que proyectaba su contribución a la lucha por restablecer la democracia en Chile. El, personalmente, estimaba como su primer aporte el libro que escribía, el cual sería una denuncia de la gran traición y de los vínculos de quienes encabezaron el golpe con los grandes intereses norteamericanos.

"Se preocupó de saber qué pasaba con nuestros amigos, qué noticias teníamos de los dirigentes de la Unidad Popular, ministros a quienes había conocido. Se interesó por nuestra vida, cómo habíamos logrado salir, qué existencia llevábamos en el exilio y de qué modo participábamos en la solidaridad con Chile. Hablamos de la situación argentina, que también era tensa. Me expresó que Perón se había portado bien con él. Hablando del dolor que sentía al ver al Ejército avasallando y torturando a su pueblo, me dijo: 'Pinochet es un traidor al que utiliza bien la CIA y los que planificaron el golpe. Ahora cree que es el Presidente de la Junta, pero tiene temor a todos' .

"Conversamos sobre su situación personal, me habló de la campaña en su contra en los diarios... sentía que el ambiente en Buenos Aires era tenso, ya había recibido amenazas. Yo le planteé la urgencia de su salida, el peligro que corría su vida, que mejor sería que viajara a algún país de Europa. Me quedó mirando y me dijo: 'Siempre que salga con pasaporte chileno".

Retorno clandestino:
A fines de 1977, el PC comienza a planificar la llamada "Operación Retorno" y la ex diputada fue una de las militantes que ingresó clandestinamente a Chile para formar parte de un nuevo equipo directivo. Antes de ingresar, y para efectos preventivos, se operó la vesícula. "Menos mal que salvé los dientes, porque también me los querían cambiar", acota en el texto, en el que también entrega detalles hasta ahora desconocidos de su primera entrada al país, a comienzos de 1978.

"Mi primer ingreso fue por Mendoza, desde Buenos Aires. Recuerdo que entré en un bus. Subió la policía a chequear y sentí el temor natural (...). Venía acompañada de una muchacha argentina, cuyo verdadero nombre aún no conozco (...). Esa primera vez volvía de española, con ropa y maleta comprada en España, con la historia de ese país más o menos aprendida, con modismos españoles (...) y llena de aparatos en la boca, en la cara, para desfigurarme, con postizos en las caderas y en los senos para verme más gorda (...) En la primera casa a la que llegué esperaban a alguien del Partido, pero no a mí; el temor era demasiado y me dijeron que me tenía que ir a otro lugar".

Fidel Castro:
El relato de la dirigenta comunista acerca de sus encuentros con Salvador Allende y Fidel Castro entrega varias claves de dos personajes considerados íconos de la izquierda latinoamericana.

Sobre los recelos que produjo en el PC chileno -más ligado a la órbita moscovita- la revolución cubana, la ex diputada señala: "Orlando Millas -miembro destacado del Comité Central- asiste en 1966 al acto del 26 de julio. Ahí Fidel formula críticas a partidos revolucionarios y valora la experiencia de la lucha armada. Millas se levanta del acto y hace declaraciones a los periodistas criticando lo dicho por Fidel, luego viaja a Moscú-¿por qué?- y regresa a Chile (...), en el fondo Millas tenía una lectura escéptica de la experiencia cubana y de la extracción 'pequeño burguesá de los integrantes del 26 de julio (...) este incidente se prestó para muchas bromas dirigidas a los comunistas chilenos (...) cuando los cubanos decían: 'Nosotros estamos fregados viviendo a 90 millas de los Estados Unidos, cómo estarán ustedes que están a un Millas'".

Salvador Allende:
También se refiere al desencuentro final de Allende con la dirección del Partido Socialista. "En los mil días del gobierno de Salvador Allende, la Unidad Popular tenía un programa y Allende le fue fiel (...) no se previó que en la propia UP empezaron no sólo las críticas al programa, sino también una gran dispersión. Criticaban al gobierno y también a los comunistas como reformistas (...) Se agudizan esas críticas desde el sector socialista, entre otras las de (Carlos) Altamirano. En el PS actuaba el sector de los 'helenos', entre ellos Rolando Calderón, María Elena Carrera y otros. Pretendían "acelerar el proceso" y es así como empiezan las tomas de fundos que no estaban contempladas en la Reforma Agraria, las tomas de pequeñas empresas (...). Los comunistas asumimos que había que llamar a plebiscito, los socialistas no estaban de acuerdo (...). En los últimos momentos, antes de iniciarse el bombardeo, llegó Hernán del Canto a La Moneda a nombre del Partido Socialista a hablar con Allende, quien se niega a conversar y sólo dice "hagan ahora lo que decían que iban a hacer".

La lucha armada y el FPMR:
En la última etapa del gobierno militar, el PC comenzó a impulsar la Política de la Rebelión Popular, cuyo punto álgido se alcanzó con la fundación del FPMR.

"Comenzamos a trabajar con gente tan valerosa como Raúl Pellegrín, el comandante José Miguel (quien llegaría a ser líder del Frente) (...) en la primera etapa se planearon y realizaron acciones, llamémoslas de guerra sicológica, que iban dirigidas al estado de ánimo de la gente (...) como la 'planchatón', que consistía en que a una hora determinada la población encendiera sus artefactos eléctricos para producir cortes de energía (...) en la formación del Frente Patriótico participaron no sólo comunistas, sino gente independiente, del Partido Socialista, del MAPU. Incluso en algún momento se incorporan a acciones gente democratacristiana, gente radical (...) cuando se llega a la idea del tiranicidio, de eliminar a Pinochet, se decide actuando en consecuencia".

Apoyo cubano:
Más adelante, Marín explica el apoyo que el PC cubano entregó a los comunistas en su lucha contra el régimen militar. "Cuando se llega a la conclusión de que hay que formar militarmente a jóvenes chilenos, siempre se pensó que sería para un tiempo posterior, un tiempo democrático, para las Fuerzas Armadas democráticas en Chile. Quienes plantean el regreso de estos jóvenes preparados militarmente somos nosotros. Y nosotros siempre asumimos esa responsabilidad (...) el equipo de dirección que estábamos en el interior fuimos insistentes (...) ¿De qué cosa son responsables los cubanos? Nosotros somos responsables de lo que hicimos y de la solidaridad que solicitamos. Eso fue todo: material de preparación, entradas clandestinas, todas las que solicitamos nosotros, lo mismo que hicimos con otros países socialistas y capitalistas".

Ir a discurso en el Estadio Santa Laura (13/01/1990)

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