BUSCAR

Volver al home


El mundo y Chile después del atentado del 11 de septiembre
El Mercurio
Martes 25 de Septiembre de 2001



Vittorio Corbo

SANTIAGO.- El lamentable ataque terrorista contra EE.UU. llega en momentos en que ese país estaba completando un ciclo de desaceleración - con negativas repercusiones en el crecimiento de la economía mundial- que se esperaba diera paso a una recuperación sostenida a partir del cuarto trimestre.

Ahora la mayor incertidumbre sobre el curso futuro de los eventos, por los efectos negativos sobre las expectativas de consumidores, empresarios e inversionistas, crea las condiciones para transformar la anticipada recuperación en una recesión que se hará sentir en el resto del mundo. En el ámbito económico las preguntas claves son aventurar el posible efecto de este shock sobre el curso futuro de la economía norteamericana y mundial e identificar sus efectos probables en nuestra economía, como también el tipo de respuesta que sería recomendable asignar.

Hasta el 10 de septiembre pasado se esperaba que, tras un par de trimestres flojos, el crecimiento de Estados Unidos repuntaría hacia fines de este año, actuando como impulsor de la economía mundial. Había, eso sí, dos riesgos. Primero, que con el aumento proyectado del desempleo - por la desaceleración del crecimiento- se deteriorara más de lo anticipado la confianza de los consumidores, llevando a una contracción del consumo.

Segundo, que los efectos negativos del menor crecimiento sobre los precios de activos terminaran también reduciendo el dinamismo del consumo privado.

Después de estos lamentables hechos, y como resultado del aumento de la inseguridad y de la incertidumbre sobre las acciones futuras, tanto de parte de Estados Unidos como de los terroristas, estos riesgos se han intensificado.

Si agregamos a lo anterior las interrupciones temporales en la distribución de productos y en la celebración de contratos, y las pérdidas de horas trabajadas, el producto va a caer en el tercer trimestre e, incluso, debiera caer con mayor intensidad en el cuarto, entrando en recesión y empujando a una mayor desaceleración de la economía mundial.

La pregunta clave es qué pasará hacia adelante. Creo que hay una serie de factores que anticipan que, salvo que se llegue a un conflicto bélico de gran envergadura, lo que es poco probable, la recesión debiera ser moderada, iniciándose una sólida recuperación en la segunda mitad de 2002. Entre estos factores se destacan los siguientes: (1) la economía americana tiene instituciones sólidas, un mercado laboral flexible, un mercado de capitales muy desarrollado y competitivo y grandes oportunidades para seguir logrando ganancias de productividad con la incorporación de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación; (2) las bajas agresivas de tasas introducidas y que seguirán introduciendo el FED, el Banco Central Europeo y los principales bancos centrales del mundo como respuesta a la nueva situación; y (3) el gasto adicional de US$40.000 millones en defensa, un paquete de apoyo por US$15.000 millones a las compañías aéreas, programas adicionales de apoyo a la reconstrucción de Nueva York y a otras industrias afectadas y otro paquete de baja de impuestos.

Sin embargo, este escenario central tiene importantes riesgos que pueden llevar a un escenario que es incluso peor.

Primero, las acciones de represalia de EE.UU. y sus aliados pueden llevar a aumentos en el precio del petróleo y a nuevas acciones terroristas, agravando aún más el deterioro en las expectativas. Segundo, el mayor aumento en el desempleo y la fuerte caída de los precios de acciones (el índice Dow Jones ha caído un 14% desde el 10 de septiembre) pueden llevar a un fuerte ajuste adicional en el consumo privado.

El primer riesgo es muy difícil dimensionarlo y estará presente por bastante tiempo más. El segundo es moderado dado las medidas monetarias y fiscales - (2) y (3)- mencionadas anteriormente.

Efectos para Chile

En Chile, la mayor incertidumbre externa y el deterioro adicional de la economía norteamericana y mundial afectarán las expectativas de consumidores e inversionistas, disminuyendo el consumo y, principalmente, la inversión. Se generarán, además, pérdidas adicionales de términos de intercambio y un menor dinamismo de nuestras exportaciones.

Como el alto crecimiento de las exportaciones fue el principal factor que nos permitió crecer un 3,5% el primer semestre, mantener este ritmo de crecimiento en las actuales circunstancias será muy difícil, a pesar de la mayor expansión fiscal que contemplan nuestras finanzas públicas para el segundo semestre. Dado que la desaceleración de la economía mundial se espera que dure hasta avanzado el primer semestre de 2002, las perspectivas de crecimiento para el próximo año no son mejores que las de este año, pero con un sesgo a la baja.

De otra parte, la presión adicional sobre el peso y una eventual alza en el precio del petróleo complican aún más el cuadro inflacionario, aunque una posible depreciación del dólar en los mercados internacionales la puede aliviar parcialmente. En este escenario, el Banco Central tiene una difícil misión. Dado que se espera que los efectos de este nuevo shock comiencen a disiparse avanzado el primer semestre del 2002, tendrá que velar para que no se genere una aceleración más permanente de la inflación que deje a ésta por encima del 4%.

Además, dado el aumento en el riesgo de los países emergentes y la pronunciada depreciación del peso, no hay espacio para bajar tasas, incluso aunque la desaceleración anticipada para los próximos trimestres mitigue las presiones de demanda.

Dada la escasez de liquidez en activos externos, sobreajustes en el valor del tipo de cambio pueden requerir una acción más decidida del Central.

A pesar de todas estas malas noticias, puede haber en el mediano plazo algunos desarrollos positivos. En su actual situación, Estados Unidos querrá evitar que crisis en la región terminen aumentando su propia inseguridad. Para esto se movería en tres frentes. Primero, contribuyendo a la estabilidad de la región, principalmente a través de un apoyo más decidido a los países más débiles, Brasil y Argentina.

Segundo, aprobando la Trade Promotion Authority para facilitar la concreción de acuerdos comerciales con Chile y el Mercosur. Por último, y tal como lo mencionó recientemente Greenspan, contribuyendo a tener una exitosa ronda de negociaciones de la OMC para facilitarle al mundo en desarrollo el acceso a los mercados de los países industriales. Estos desarrollos reducirían el riesgo de una crisis mayor en nuestro vecindario y mejorarían nuestra inserción en la economía mundial.

Con un entorno de corto plazo más negativo, la mejor defensa que tiene nuestro país es una situación macroeconómica ordenada, un tipo de cambio flexible, expectativas de inflación acotadas gracias a una orientación clara de la política monetaria de metas de inflación, y un sólido y cada vez más profundo sistema financiero.

¿Qué más se puede hacer? En circunstancias como éstas, dada la incertidumbre reinante y la caída en los flujos de capitales, lo primero que se debe hacer es mantener la recién reconquistada disciplina fiscal y concentrar la acción en buscar oportunidades para introducir políticas de oferta que permitan incrementar la tasa de crecimiento potencial y contrarrestar el deterioro de expectativas.

Para mantener la disciplina fiscal es necesario preparar un presupuesto austero para el próximo año que parta de una estimación muy prudente de las tasas de crecimiento potencial y efectiva, teniendo consideración los efectos en ésta de los shocks externos e internos que ha sufrido nuestra economía en años recientes. Una estimación prudente para la tasa de crecimiento potencial sería una no mayor al 4%.

En cuanto a políticas de oferta, lamentablemente se acaba de aprobar una reforma laboral que rigidiza y encarece despidos, dificultando el ajuste y contribuyendo a un mayor desempleo. Por otra parte, quedan importantes espacios para avanzar en la privatización de empresas públicas, en mejorar la eficiencia de la administración pública y de los sistemas de salud y educación pública, como también para remover los "lomos de toro" en los sistemas de regulación y administración pública, que crean obstáculos a la inversión y labor emprendedora.

Con estas políticas de oferta podríamos suavizar la desaceleración del crecimiento en nuestro país y, al mismo tiempo, crear las condiciones para retomar altas tasas de crecimiento una vez que se disipen los efectos temporales de este brutal atentado terrorista que tuvo lugar el 11 de septiembre.

 

 

Artículos relacionados

Presidente afgano busca ayuda pakistaní para reconstruir su país
(8/02/2002)

EE.UU. reconoce que Convención de Ginebra rige para talibanes
(7/02/2002)

Crece especulación sobre muerte de Osama Bin Laden
(7/02/2002)

Relativa distensión en Guantánamo con prisioneros de Al Qaeda
(7/02/2002)

Avalancha causa 20 muertos en Afganistán
(7/02/2002)

Liga árabe rechaza acusaciones de Bush contra Irak e Irán
(7/02/2002)

Talibán norteamericano deberá continuar preso durante juicio
(6/02/2002)

Policía paquistaní afirma estar muy cerca de resolver secuestro de periodista
(6/02/2002)

Noticias en línea
Edición impresa

Volver a la portada | derechos reservados | Contáctenos| Créditos
© 2002 El Mercurio. Derechos Reservados.
. Términos y condiciones de la información.
;