Problema
para la ONU
Desarme
es utópico en Afganistán
El
Mercurio
Sábado
8 de diciembre de 2001
La
tradición guerrera de la población local impide cumplir con uno
de los requisitos fundamentales para la paz.
ISLAMABAD/AFP.-
Condición indispensable para una paz duradera, la desmilitarización figura entre
los principales desafíos en Afganistán, donde el culto tradicional al combate
ha sido reforzado por 23 años de guerra civil.
El acuerdo interafgano firmado
el miércoles en Bonn prevé el despliegue de una "fuerza de seguridad bajo mandato
de la ONU" en Kabul y sus alrededores.
"Una fuerza así podría, si es necesario,
ser extendida a otros centros urbanos y zonas", dice el texto.
Las Naciones
Unidas esperan que el despliegue de la fuerza nacional sea "lo antes posible"
según informó el diario británico "The Independent".
Los participantes
de la cita en Bonn se comprometieron a retirar todas las unidades militares de
Kabul y de los sectores en que actúe la fuerza de ONU.
Pero, dijo un diplomático
en Islamabad, el acuerdo de Bonn es "tímido" sobre desmilitarización.
"Desarmar
a los jefes de guerra de la Alianza del Norte que ya se han repartido la capital
y el país es una misión imposible, incluso en Kabul", añadió.
La Alianza
del Norte - coalición de fuerzas integrada por minorías tadjikas, hazaras y uzbekas-
que tomó Kabul el 13 de noviembre a la zaga de los bombardeos estadounidenses,
"no quiere ceder un ápice de su poder y menos sus armas", añadió este diplomático.
Oposición
y condiciones
El ministro de Defensa de la Alianza, Mohammed Qasim
Fahim, se opuso a que aumente el contingente británico de Kabul, y estimó que
la futura fuerza internacional bajo mandato de las Naciones Unidas debe ser reducida
y limitarse a custodiar los edificios oficiales.
En el sur y el este, los
jefes pashtunes (etnia dominante en Afganistán) que se volvieron contra los talibanes
tras aceptar, según ciertas fuentes, una buena cantidad de dólares de Washington,
no parecen proclives al desarme de sus tropas.
"Conseguir que los combatientes
depongan las armas es una prioridad, pero también una de las tareas más difíciles
de la paz", dijo Masun Stumehzui, responsable de una Organización No Gubernamental
(ONG) afgana con sede en Peshawar (noroeste de Pakistán).
"Combatir y llevar
un arma es una actividad tradicional y a veces el único medio de sobrevivir en
Afganistán, donde desde hace décadas reina la ley del más fuerte", dijo.
La
naturaleza de este país, dominado por montañas, y las invasiones sucesivas (arios,
persas, árabes, mongoles, británicos y soviéticos), han obligado a sus habitantes
a tomar las armas durante siglos para defender su territorio y su vida.
Así,
los pashtunes (40% de la población) poseen una sólida reputación marcial y un
estricto código de honor, el pashtunwali, entre cuyos pilares se encuentran la
melmastia (hospitalidad) pero también la badal (venganza).
Por su parte,
los pueblos turcófonos (uzbekos, turkmenios, kirguizios) y persófonos del norte,
evolucionan en un clima y un entorno extremos y están acostumbrados a vivir empuñando
un arma.
Las guerras sucesivas, soviético-afgana (1979-89) y después civil
(1992-1996), han hecho del país un territorio de privilegio para los traficantes
de armas, que han creado generaciones de afganos que no han conocido más que la
guerra, su única actividad.
Si la ONU iniciara una colecta de armas en
Kabul, la capital, "no creo que volviésemos muy cargados", reconocía la semana
pasada el administrador del Programa de Naciones Unidas para el desarrollo, Mark
Malloch-Brown. |