Corriente
de interpretación
El
wahhabismo, la doctrina que inspira a Osama bin Laden
El
Mercurio
Domingo
14 de octubre de 2001
Fundada
en el siglo XVIII en arabia Saudita, esta visión del Islam propone una
vida basada estrictamente en el Corán y la Sharia. Exige castigo a quienes
no cumplan dichos preceptos.
FANATISMO.- "El wahhabismo equivale al más extremo sectarismo protestante.
Es puritano y exige hasta la muerte para los que beban alcohol o cometan transgresiones
sexuales". |
Luis
Pino Gumucio
En
un reciente artículo publicado en la revista británica "The Spectator", el periodista
y escritor Stephen Schwartz ("Intelectuales y asesinos", Anthem Press, 2001) asegura
que el extremismo religioso del disidente saudita Osama bin Laden y sus seguidores,
así como el de muchos de los principales grupos fundamentalistas musulmanes del
mundo, está inspirado en una "intolerante" y "fanática" versión del Islam: el
wahhabismo.
Para el autor, la visión wahhabista del mundo, que asocia con
un totalitarismo de corte "islamofascista", es la causa de que existan musulmanes
dispuestos a sacrificar sus vidas como los autores de los atentados del 11 de
septiembre contra las torres gemelas, en Nueva York, y el Pentágono, en Washington.
Sectarismo
protestante
Por lo mismo, descarta que el conflicto por un "pequeño
pedazo" de tierra que enfrenta a palestinos e israelíes explique la expansión
de tendencias violentas en la segunda religión con más seguidores.
"El
wahhabismo es el equivalente islámico del más extremo sectarismo protestante.
Es puritano, exige el castigo para todos aquellos que disfruten algún tipo de
música que no sea la del tambor, además de duras represalias, hasta la muerte,
para los que beban alcohol o cometan transgresiones sexuales. También condena
como infieles a los que no recen, una mirada que nunca existió previamente en
la corriente principal del Islam", afirma Schwartz.
La denominación wahhabismo,
que deriva del nombre de su fundador, Ibn Abdul Wahhab (1703- 1792), tiene en
sí una connotación negativa, ya que es la forma impuesta por sus detractores para
referirse a esa doctrina. Los wahhabistas se autocalifican "muwahhidun", que en
árabe significa unitarios. Sin embargo, el hecho de ser percibida como la expresión
más intolerante del Islam, explica que hoy pocos fuera del mundo islámico conozcan
su sentido original.
En conversación con "El Mercurio", Colin Turner, experto
en movimientos islámicos del Centro de Estudios Islámicos y de Medio Oriente de
la Universidad de Durham (Gran Bretaña) expone una definición del wahhabismo:
"Es un momento revitalista de mediados del siglo XVIII que llama a un retorno
a los valores prístinos del Islam y que se caracteriza por su acercamiento literal
a la exégesis coránica y la ley islámica".
Pero Turner discrepa con la
dureza de los planteamientos de Schwartz y agrega que el wahhabismo puede ser
fácilmente mal interpretado para acomodar "otras agendas" como la de Bin Laden,
acusado de ser el autor intelectual de los ataques del 11 de septiembre y de otros
actos terroristas contra intereses estadounidenses.
Bruce B. Lawrence,
jefe del Departamento de Estudios Religiosos de la Universidad de Duke, discrepa
también de la contundencia con que se suele vincular a menudo la violencia al
verdadero sentido del wahhabismo. Para este especialista, por ejemplo, asociarlo
con el fascismo no es correcto porque esta última es una ideología, como el comunismo
y el capitalismo, que pretende tener el mundo entero como su campo de dominio.
Y este elemento, según sostiene, no está presente en el wahhabismo.
Pureza
espiritual
"El fascismo llevó la noción a Europa de que la disciplina
militar y la pureza étnica van juntos. Los wahhabitas, en cambio, no han tenido
nunca un componente militar ni la idea de la pureza étnica en su doctrina, sino
la pureza espiritual", agrega Lawrence. Por lo mismo, concluye, Bin Laden no es
en rigor un wahhabita, sino que "tiene secuestrado el wahhabismo".
Entre
otros aspectos, destacan en la concepción wahhabista del Islam las oraciones simples,
la imposibilidad de nombrar durante el rezo cualquier otro nombre distinto al
de Alá (ni siquiera el del profeta Mahoma), la total prohibición de elementos
decorativos en las mezquitas (incluidos los tradicionales minaretes), el disminuido
papel de la mujer y su oposición al sufismo (especie de panteísmo místico que
profesan ciertos musulmanes iraníes).
Desde que fuera creado a fines del
siglo XVIII, el wahhabismo ha estado íntimamente ligado a Arabia Saudita.
Tanto
así, que el fundador de la actual familia real, Abdul Aziz al Saud, asumió esa
doctrina como el credo oficial del reino cuando este se estableció como tal en
1932.
Curiosamente, Arabia Saudita es hoy uno de los principales aliados
de EE.UU. en el mundo islámico.
Más aún, desde las esferas política e intelectual
estadounidenses no faltan las referencias a ese país como el principal de los
"Estados árabes moderados".
Los lazos de Arabia Saudita con Occidente comenzaron
con el descubrimiento de la riqueza petrolera del país. Desde ese instante, comenta
Lawrence, "se puede decir que la familia real saudita comprometió los ideales
del wahhabismo para permitir el ingreso de las compañías petroleras".
Dualidad
saudita
Y es por esta suerte de "contradicción vital" entre ser un
Estado amigo de Occidente, que permite la instalación de tropas estadounidenses
en su territorio, y su histórica inspiración islámica rigurosa, por lo que autocalificados
wahhabitas como Bin Laden han condenado a muerte a la familia real saudita.
El
semanario "The Economist" también dio cuenta hace poco de esta dualidad de Riyad
y escribió que aunque "ve a Bin Laden como una amenaza a su existencia, sin embargo,
era uno de los únicos tres Estados en reconocer a sus anfitriones, los talibanes,
como el gobierno legítimo de Afganistán".
"Incluso después de que Bin Laden
se refugiara con ellos en 1996, se dice que Arabia Saudita ayudó a pagar su marcha
para hacerse con el control total del país".
Así las cosas, mientras Schwartz
considera que para combatir el fundamentalismo terrorista habría que concentrar
la lucha en Arabia Saudita, más incluso que en los vapuleados "Estados parias",
otros insisten en que el integrismo tal como lo percibe Occidente tiene muy poco
que ver con el wahhabismo o cualquier otro enfoque del Islam.
Estos últimos,
por lo demás, insisten en que es más destacable el interés de muchos musulmanes
por purificar el Islam de los gobiernos corruptos de varios de sus Estados. |