En
las calles de la ciudad paquistaní de Peshawar, donde en el
último tiempo se han repetido las manifestaciones contra Estados
Unidos, los servicios de inteligencia norteamericanos están
enfrentados uno de sus mayores desafíos.
Allí y en ciudades similares de Pakistán y Afganistán, los
estadounidenses tratan de recolectar información sobre Osama
bin Laden, para poder capturarlo vivo o muerto.
Además, con los operativos militares contra los talibanes
en marcha, las tareas de inteligencia cumplen un rol principal
para delinear los cursos de acción que se desarrollarán ahora
que de los bombardeos se ha pasado a incursiones terrestres.
La Agencia Central de Inteligencia (CIA) está trabajando
en recopilar información, pero la tarea no es nada fácil si
se considera que tiene que moverse en un ambiente hostil.
Factor decisivo
La impopularidad de los estadounidenses es un factor que
se siente con fuerza en las ciudades fronterizas de Pakistán
como Peshawar y Quetta, donde incluso funcionan centros de
reclutamiento de jóvenes que quieran ir a pelear a favor de
los talibanes y contra Washington.
Angelo Codevilla, académico de Relaciones Internacionales
y experto en inteligencia de la Universidad de Boston, explica
que "obtener información en Pakistán o Afganistán es muy difícil
porque no tenemos gente que pueda penetrar en la cultura local".
"Todos los agentes se presentan como empleados del gobierno
norteamericano y por eso no pueden inspirar confianza. Infiltrar
así es muy difícil", añade.
Similar apreciación tiene Jack Spencer, analista político
en defensa y seguridad nacional de la Fundación Heritage,
quien sostiene que "es complejo el trabajo de inteligencia
porque no tenemos allí los recursos que sí hemos desarrollado
en otros países y regiones".
El trabajo en terreno es una de las grandes falencias que
mostró la CIA durante los últimos años. Después de los ataques
del 11 de septiembre, los expertos en inteligencia coincidieron
en que la falta de espías que entregaran información valiosa
fue un factor decisivo para que la seguridad de EE.UU. fuera
vulnerada.
Pero en el caso de Afganistán y en la búsqueda de Bin Laden,
la inteligencia estadounidense enfrenta dificultades adicionales.
La CIA carece de funcionarios interiorizados en el idioma
y costumbres de la etnia pashtun, el grupo predominante en
Afganistán.
Hace algunos años, las agencias de inteligencia contaban
con especialistas en el tema, pero tras el retiro soviético
de ese país, Washington perdió interés en la zona.
En su último número la revista "Time" informó que sólo se
dispone de un analista de origen afgano que fue trasladado
a un centro especial cerca del Departamento de Estado, donde
trabaja 18 horas diarias.
La CIA y las otras agencias de inteligencia estadounidenses
han estado privilegiando durante los últimos años el desarrollo
de tecnología avanzada en desmedro del factor humano.
En el caso de la "cacería" de Bin Laden, los satélites o
aparatos de espionaje electrónico son insuficientes para llegar
hasta el disidente saudita, considerado el cerebro detrás
de los atentados a Estados Unidos.
La carencia de "humint", como llama la comunidad especializada
a la "inteligencia humana", es el factor que están tratando
de mejorar ahora las agencias de inteligencia.
Sin la capacidad de acceder a información por medios propios
en Afganistán o en el propio Pakistán, la inteligencia estadounidense
depende en gran medida de la ayuda que pueda proporcionar
Islamabad.
El gobierno paquistaní del Presidente Pervez Musharraf ofreció
compartir información de inteligencia con Washington como
parte de su compromiso en la guerra contra el terrorismo.
Pakistán posee información valiosa sobre Afganistán y los
talibanes, y muchos de sus agentes trabajan en terreno actualizando
estos datos para la Intra Servicios de Inteligencia (ISI,
por su sigla en inglés).
Dudas por Pakistán
Pese a este compromiso, existen dudas acerca de si el apoyo
paquistaní a Estados Unidos pueda ser real y efectivo, en
especial si se tiene en cuenta que, hasta antes de los atentados,
Islamabad era un estrecho aliado de los talibanes.
El respaldo a la milicia integrista consistía en ayuda económica
y militar, pero sobre todo en el reconocimiento de los talibanes
como el gobierno legítimo de Afganistán.
"No podemos confiar en Pakistán. Los talibanes son pashtun,
al igual que las autoridades de Pakistán. La información que
ellos dan es confiable para sus fines, pero no para los nuestros",
dice Codevilla.
Spencer, estima que la información de Pakistán es confiable,
"pero se necesita ver qué tan exacta es".
Las dudas sobre el ISI vienen desde 1999, cuando el gobierno
del depuesto Primer Ministro Nawaz Sharif, en acuerdo con
la CIA, entrenó a 60 comandos para eliminar a Bin Laden, pero
el organismo de inteligencia paquistaní se opuso y frustró
toda la operación.
Ahora, en el nuevo escenario, el verdadero nivel de apoyo
a la causa estadounidense está por verse.