La
fragilidad de la Alianza del Norte
El
Mercurio
Miércoles
14 de noviembre de 2001
Este amplio grupo opositor a
los talibanes ahora enfrenta a su peor enemigo: sus propios
líderes.
Alberto
Rojas Moscoso y Daniela González Diez.
La
sorpresiva retirada de los talibanes desde Kabul y el ingreso
en la capital afgana de las fuerzas de la Alianza del Norte,
marca un vuelco significativo en el desarrollo de la guerra
interna de este país y la búsqueda de Osama bin Laden.
Después de estar arrinconados en el norte de Afganistán durante casi cinco años, ahora este complejo y heterogéneo frente militar antitalibán emerge como el posible "nuevo orden" afgano. Sin embargo, por sus características étnicas y divergentes intereses, muchos se preguntan si sus diferentes grupos podrán mantenerse unidos en el futuro.
La Alianza está plagada de lealtades y también desaveniencias y su único elemento aglutinador en la actualidad es el deseo de terminar definitivamente con los talibanes.
Está básicamente formada por tres grupos étnicos - tadjikos, uzbekos y hazara- que reúnen a unos 15.000 hombres armados. Al comienzo su unidad estaba dada por el carisma de su líder Ahmed Shah Massud, muerto en un atentado dos días antes del ataque terrorista a las Torres Gemelas. Desde entonces está en duda su cohesión.
Diversidad interna "Son diferentes facciones que realmente no están unidas. Nunca se mezclan o integran en términos de estructura militar. Además operan por separado", dice Patricia Gossman, experta en Afganistán de la Universidad de Georgetown.
Uno de los principales grupos que la conforman es la Sociedad Islámica, dirigida por Burhanuddin Rabbani, Presidente de Afganistán hasta que en 1996 fue derrocado por los talibanes. De etnia tadjika, Rabbani se hizo fuerte en el norte del país, especialmente en la frontera con Tadjikistán y Pakistán.
Esta facción también es comandada por Mohammed Fahim, un general de 44 años que intentó suceder a Massud al frente de las tropas aunque sin lograr aglutinar a todos los frentes. Se sabe que Fahim lideró las fuerzas hacia Kabul y se cree que podría tener un papel clave en un futuro gobierno.
Otro de los grupos fundamentales en el avance de la Alianza del Norte ha sido la milicia a cargo de Ismail Khan. Tras el fin de la ocupación soviética, el "Emir de Herat" y sus hombres se hicieron fuertes al oeste del país desde donde empujan el avance opositor.
También está la facción liderada por Abdul Rashid Dostum, quien dirigió la conquista el viernes pasado de Mazar-e-Sharif y actualmente lidera parte del avance de las tropas hacia el sur.
Enemigo poderoso "Por el momento la Alianza se mantendrá bastante cohesionada, no pueden darse el lujo de fracturarse porque el enemigo aún es demasiado poderoso", dice Charles Peña, experto en Afganistán del Instituto Cato. Sin embargo, su diversidad y diferencia sigue siendo demasiado amenazadora.
Habiendo ocupado Kabul, surge la interrogante de cuál será el siguiente paso para los opositores. "No creo que la Alianza se mueva hacia Kandahar, creo que ellos saben que estarían entrando a territorio hostil", dice Gossman.
Así, este eventual avance de la Alianza hacia el sur abre un nuevo escenario estratégico, donde el factor étnico cobra mayor relevancia.
Los talibanes son en su mayoría de la etnia pashtún - la más numerosa de Afganistán- , a diferencia de la Alianza del Norte, integrada por uzbekos y tadjikos.
En opinión de Charles Peña, "el problema es qué pasa si la Alianza del Norte no incluye a los pashtún en su siguiente movimiento hacia el sur, porque si bien los pashtún no apoyan totalmente a los talibanes, tampoco le darían la bienvenida a la Alianza".
Según Peña, este elemento crea dos diferentes escenarios: El primero, que los pashtún en el sur ahora tengan una oportunidad contra los talibanes y decidan enfrentarlos mientras la Alianza lo hace desde el norte.
"Esto obligaría a los talibanes a luchar en dos frentes y en esas circunstancias el régimen caería mucho más rápido", explica.
El segundo escenario es mucho más problemático: que la Alianza siga moviéndose hacia el sur y que los pashtún - que no toleran a los talibanes- tampoco acepten a la Alianza del Norte y terminen apoyándo a la milicia integrista, lo que fortalecería a los talibanes en el sur.
"La Alianza podría caer en una guerra contra los pashtún - dice Peña- . Hay que recordar que los pashtún ocupan el 40% del país y por eso no van a tolerar un gobierno de minoría de la Alianza".
Lejos de haber resuelto el conflicto afgano, el cambio de manos de Kabul abre un escenario poco claro, ante el cual la Alianza del Norte pondrá a prueba su unidad. |