Cuando
Ruslan Gavrilov entró en 1984 a estudiar producción de televisión
en launiversidad estatal Kazgu de su país natal Kazajstán, no
se le pasó por la mente que un año después integraría un comando
de fuerzas especiales del ejército enviado a cumplir tareas
de inteligencia en Afganistán.
Gavrilov tenía apenas 18 años y entre sus proyectos anidaba
la idea de adquirir conocimientos militares, aprovechando
que en la carrera que cursaba se incluía una cátedra castrense.
En el primer año de estudios ganó una beca y viajó a Moscú
para realizar un curso de perfeccionamiento para oficiales
del ejército. Luego de un período de formación en la base
de la brigada Spez Naz (fuerzas especiales) fue seleccionado
para enrolarse en el Cuerpo de Paracaidistas, cumpliendo su
primera misión en febrero de 1985 en Afganistán.
Por entonces, las tropas soviéticas estaban empantanadas
en una guerra que años más tarde las llevaría a sufrir la
peor derrota de su historia militar.
Con la Unión Soviética desmembrada a comienzos de la década
de los 90, Gavrilov buscó nuevos horizontes y una empresa
española para la cual trabajaba le brindó la oportunidad de
elegir entre tres países latinoamericanos para venir a radicarse.
"Elegí Chile - señala- porque quería conocer su verdadera
historia, de la cual tenía referencias por mis estudios secundarios
y universitarios".
Con el idioma español ya aprendido en Kazajstán, Gavrilov
se adaptó rápidamente. Al poco tiempo conoció a su esposa,
pedagoga y lingüista de la Universidad Católica, con quien
tiene tres hijas, la última nacida hace apenas dos meses.
El ex oficial soviético - salió con el grado de teniente
del ejército- se encariñó con Chile. Tanto que este año obtuvo
la nacionalidad al acogerse al requisito de cinco años de
permanencia ininterrumpida en el país.
"Lo anecdótico es que me hice ciudadano chileno al día siguiente
de la caída de la estación espacial MIR - sonríe- , operación
a la cual estuve en cierto modo ligado ya que colaboré con
la Fuerza en el rastreo del descenso".
Ahora, mientras desarrolla tareas para el área de Operaciones
de LAN Chile, Gavrilov observa y analiza a miles de kilómetros
de distancia las acciones estadounidenses en Afganistán para
acabar con Osama bin Laden y el grupo terrorista Al Qaeda.
Por haber sido combatiente en esos inhóspitos territorios,
el ex paracaidista soviético opina con experiencia sobre las
condiciones que encontrarán las tropas aliadas en suelo afgano
en la segunda etapa de la operación "Justicia duradera".
"Por muy fuerzas especiales que sean, los efectivos estadounidenses
deben tomar en cuenta que tendrán al frente a un pueblo tremendamente
religioso, dispuesto a vivir en cuevas, y a vestirse y alimentarse
mal. Si a esta gente se le da armamento, disparan desde niños
hasta abuelos", enfatiza.
Dura experiencia
Gavrilov participó en varias operaciones en Afganistán
entre 1985 y 1987, en la parte final de la ocupación soviética.
"Desde helicópteros nos dejaban caer de noche. Mi grupo nunca
superaba los ocho efectivos. Todos vestíamos uniformes camuflados
y no llevábamos ningún documento ni insignias, para evitar
ser identificados por nuestros grados si éramos capturados.
Nuestra única carga consistía en alimentos para unos cuatro
días, un fusil AKM-C, calibre 545, una pistola de 9 milímetros,
granadas antitanques y entre tres y cuatro granadas de metralla,
más un chaleco antibalas".
Por la experiencia de otros grupos de élite, que habían
estado antes en Afganistán, los comandos que integró Gavrilov
tenían la instrucción de ahorrar alimentos, porque a menudo
los operativos se prolongaban más días de los previstos.
"De hecho - señala- hubo muchos casos de soldados soviéticos
que quedaron abandonados en territorio afgano después del
retiro de las tropas, porque no se pudo establecer contactos
con ellos. Eso derivó en que, después de terminada la guerra,
hubiera negociaciones para intercambio de prisioneros".
Las misiones que Gavrilov y sus compañeros cumplían eran
básicamente de inteligencia para determinar si existía algún
peligro para las tropas regulares.
"En ciertas oportunidades - recuerda- realizamos contactos
con algunos grupos afganos que controlaban determinadas regiones
y dependían de caudillos. Si bien ellos estaban unidos contra
el invasor extranjero, que éramos nosotros, subyacía un enfrentamiento
étnico bastante marcado y esto tratábamos de explotarlo a
nuestro favor".
El ex paracaidista soviético sostiene que cualquier tipo
de acción militar en Afganistán se dificulta mucho por tres
factores: el terreno montañoso y escarpado, el clima riguroso
en invierno y verano y, lo más importante a su juicio, es
que en la guerra participan todos los afganos y "es imposible
confiar en alguien".
"Son absolutamente guerreros. Los integrantes de sus tropas
pueden ser niños y niñas o personas ya mayores, de quienes
uno no imagina que puedan portar y manejar un fusil".
Grandes diferencias
- ¿Qué diferencia sustancial, desde el punto de
vista bélico, hay entre la operación "Libertad Duradera" y
la invasión soviética a Afganistán?
"Estados Unidos tiene que estudiar muy bien lo que está
haciendo porque cuando se empieza una guerra hay que planificar
también lo que viene después".
" No tengo dudas que va a salir victorioso en esta batalla
porque cuenta con todo a su favor, a diferencia de la Unión
Soviética, que no sólo enfrentó a un pueblo aguerrido, sino
que también al importante y decisivo respaldo material que
éste tuvo de las potencias occidentales, empezando por los
propios norteamericanos.
- ¿Y, a su juicio, qué vendrá después?
"Los norteamericanos no pueden seguir bombardeando indefinidamente.
Algún día, si es que ya no lo han hecho, tienen que concluir
que no hay blancos importantes para destruir. No pueden seguir
arrojando bombas sobre unas colinas donde no hay nadie o eliminar
blancos que supuestamente les pueden perjudicar en las acciones
terrestres".
"La guerra tiene que seguir en el suelo y ahí vendrán las
dificultades".
- ¿Por qué?
"Bin Laden ha lanzado la consigna de que los norteamericanos
están en tierra sagrada y esta es la visión que también comparte
una persona común y corriente que vive en Afganistán. Con
esta lógica, se producirá un rechazo muy fuerte contra los
"infieles armados" que pisan estos territorios santos".
"La otra cara de la moneda son los medios de comunicación.
Estos pueden mostrar la acción bélica como si fuera un juego
electrónico. Pero bastaría que exhibieran las imágenes reales
de soldados, cortados en pedazos y con sangre derramada por
todas partes, para que la opinión pública tenga otra perspectiva
de la guerra".
"Por eso se explica que los talibanes hayan permitido el
ingreso, de los medios occidentales, porque parte de su estrategia
está dirigida a sensibilizar a esa opinión pública, especialmente
de las grandes potencias".
- Sobre la base de su experiencia, ¿cómo se puede
ganar una guerra en Afganistán?
"Hay que realizar años de trabajo en esa región y no necesariamente
de contenido bélico. El mayor problema en este país de Asia
Central es la pobreza. Y la educación básica de la gente proviene
de las madrasas, que son las antiguas y tradicionales escuelas
donde se aprende el Corán. Aunque sus preceptos los reciten
de memoria, no saben sumar ni restar".
"Por eso que su percepción del mundo occidental es totalmente
diferente. Es muy difícil explicarles que hay algo mejor".
Semanas claves
Gavrilov estima que estas semanas son claves para definir
el curso que seguirá la guerra.
"Con la llegada del invierno, donde el grosor de la nieve
alcanza hasta dos metros de altura y en que los vientos son
muy fuertes, las fuerzas especiales van a tener grandes dificultades
para poder desplazarse, pese al equipo que lleven y el apoyo
de satélites".
El ex paracaidista asegura que los afganos tienen "muy bien
organizado" el sistema de abastecimiento desde hace años,
pese a sus condiciones de extrema pobreza. Recuerda que en
la época de la ocupación soviética, siempre tenían abastecidas
a sus tropas, porque los alimentos los tienen escondidos en
cuevas y túneles, que no eran detectados por la inteligencia
enemiga.
"Es mucho más fácil localizar una base grande, con una pista
de aterrizaje e instalaciones militares, como ha quedado demostrado
en los bombardeos de estos días, pero ello se dificulta al
extremo cuando hay que ubicarlos en zonas montañosas, donde
hay muchas quebradas, valles y túneles especialmente construidos",
agrega.
Gavrilov comenta que los satélites norteamericanos y de
los aliados pueden detectar algún tipo de movimientos en las
montañas, pero es muy difícil asociarlos a traslados militares.
"Por el cambio de clima, los afganos - dice- siempre emigran
con sus pertenencias de un lado a otro. Si un grupo de ocho
personas se desplaza con burros por un sendero, qué certeza
se puede tener si son civiles o militares...".
Gavrilov concluye que no será una guerra de pocos meses.
"Yo creo que va a durar más de un año. Estados Unidos podría
instalar un gobierno prooccidental, pero el gran interrogante
es saber bajo qué lema van a unificar a todos los afganos
que han estado en conflicto en los últimos 30 años".
Identidad
Nacionalizado chileno, 35 años
Estado civil: Casado, tres hijas
Estudios: Producción de Televisión en la universidad
estatal de Kazajstán
Curso de Especialización Militar en la brigada Spez Naz