Punto
de vista
La guerra ha estado lejos de lo esperado
El
Mercurio
Miércoles
7 de noviembre de 2001
Si las cosas no han salido como
estaban programadas, el Gobierno norteamericano debería
tener la franqueza de decirlo.
Richard
Cohen, Columista The Washington Post.
Cuando
se le consultó la semana pasada sobre el progreso de la guerra,
el Presidente George W. Bush no reconoció que no tuvo un buen
comienzo. No dijo que los talibanes habían resultado ser una
fuerza más formidable que lo que se había esperado y en cambio,
afirmó que se estaba "haciendo un progreso muy bueno" y "apretando
la red sobre el enemigo". Pero es la propia credibilidad de
la administración la que está deteriorándose lentamente.
En todo Washington estuve oyendo el descontento por la guerra.
Algunos pensaban que habíamos iniciado prematuramente las
hostilidades. Otros no tenían problemas con el momento para
la guerra, sólo con su ejecución. Se culpaba al Pentágono
por la timidez de su campaña de bombardeos y su casi reticencia
a utilizar tropas de tierra.
Sea cual fuere el caso, esta guerra parece estar lejos de
lo programado. El Gobierno, por supuesto, no lo dirá. Pero
esta administración ya está operando con un déficit de credibilidad.
Es difícil olvidar esa mezcla de mentirillas con la que explicaron
los saltos de Bush de un lugar a otro por el país el 11 de
septiembre. El Air Force One había sido un blanco, se dijo;
una amenaza creíble, nos contaron. Resultó que ni la amenaza
ni el relato de ésta fueron creíbles.
La administración Bush parece genéticamente callada. Incluso
retuvo la evidencia contra Al Qaeda, la red terrorista de
Osama bin Laden, y citó las usuales preocupaciones de seguridad.
Pero el Primer Ministro de Gran Bretaña, Tony Blair, con las
mismas inquietudes de seguridad, informó al Parlamento y a
todos los británicos sobre parte de la evidencia.
En el Pentágono, las conferencias de prensa se parecen cada
vez más a las que se realizaban a diario durante la guerra
de Vietnam. En "The New Yorker", por ejemplo, citan la conferencia
que dio el general Richard Myers sobre el ataque del 20 de
octubre en Afganistán por soldados del Ejército y un escuadrón
de la Fuerza Delta. Las unidades "pudieron desplegarse, maniobrar
y operar en Afganistán sin interferencia significativa de
las fuerzas talibanes", precisó.
Relaciones públicas
No es así, informa el periódico. "Doce miembros de la Fuerza
Delta resultaron heridos, tres de ellos gravemente". Lo que
es más, la operación fue principalmente un esfuerzo de relaciones
públicas. Las fuerzas especiales se dejaron caer sólo después
que se determinó que el enemigo se había ido. Este fue el
ataque que se filmó en video y extractos del cual se mostraron
en televisión.
Es Vietnam lo que acosa a las fuerzas armadas; no sólo el
temor a una pesadilla sino el miedo y aversión a la prensa
crítica. Pero hay otro aspecto de Vietnam que debería perseguir
tanto a las fuerzas armadas como a sus jefes civiles: la erosión
de la confianza.
La guerra no tuvo un gran inicio. Sabemos eso. Sin embargo,
no estamos preocupados. Estamos preparados para una lucha
enconada y prolongada. No esperamos milagros, pero sí franqueza.
Hasta la fecha, no hemos tenido ni lo uno ni lo otro. |