Hay
un vacío de poder en el sur afgano
El
Mercurio
Jueves
29 de noviembre de 2001
A falta de autoridad, los líderes tribales se disputan el control de la zona.
VIGILANCIA.- La Alianza del Norte controla vastos sectores
entre Herat y Kandahar. No obstante, en lugares del sur
afgano reina la anarquía. |
John
Pomfret, The Washington Post
CHAMAN, Afganistán.- Amanullá Achakzai vive en una fortaleza
donde grandes habitaciones alfombradas conducen a otras vastas
habitaciones alfombradas, todas recubiertas con paneles de
madera clara fina. El lugar, dice, cuesta un millón y medio
de dólares.
Achakzai, quien habla fluido japonés y se autodescribe a sí
mismo como un viajero del mundo, debe gran parte de su riqueza
al régimen talibán de Afganistán.
Temor al caos
Los talibanes, a su vez, debieron gran parte de su poder al
apoyo financiero de los comerciantes como Achakzai a lo largo
de la frontera entre Afganistán y Pakistán.
Ahora esta simbiosis entre una "mafia del transporte" de comerciantes
fronterizos y el movimiento islámico radical que gobernó Afganistán
durante los últimos cinco años se ha derrumbado. Achakzai
y sus colegas están preocupados que el caos se instale en
las escarpadas montañas y desiertos del centro y suroeste
de Afganistán.
Bandoleros controlan una extensión de 160 kilómetros de la
principal carretera de Afganistán, desde la última plaza fuerte
talibán, Kandahar, hasta Herat en el noroeste.
En el norte, los talibanes que huyeron fueron reemplazados
por un grupo administrador heterogéneo que incluye uzbekos,
tadjicos, hazaras y otras etnias que han convertido la región
en feudos. Pero en el sur y centro de Afganistán, área que
dominan los pashtunes étnicos, los derrotados talibanes han
dejado un vacío de poder. En las provincias de Logar, Ghazni,
Paktia y Paktika, ninguna autoridad real ha surgido para garantizar
la seguridad y asumir el gobierno.
Kandahar, la plaza fuerte espiritual de los talibanes, corre
el riesgo de un destino similar. Una mezcolanza de tribus
pashtunes está compitiendo por obtener el control de la ruta
de 96 kilómetros de Chaman a la antigua ciudad afgana. Un
líder pashtún, Gul Agha Shirzai, quien cuenta con el respaldo
de helicópteros y aviones norteamericanos, cortó el camino
40 kilómetros al sur de Kandahar.
Otros dos líderes tribales están negociando con los talibanes
para hacerse cargo de los lucrativos centros de contrabando
de Spin Boldak y Vaish, al otro lado de la frontera frente
a Chaman.
Preocupación de EE.UU.
Otro problema de potencial inquietud para Estados Unidos es
que mientras los pashtunes en esta región son extremadamente
indóciles, están unidos en un punto: no hay quien quiera entregar
a nadie del liderazgo talibán.
El regreso de Gul Agha Shirzai preocupa a aquellos que valoraban
la estabilidad que había con los talibanes. Ex gobernador
de la provincia de Kandahar durante principios de la década
de 1990, después de la expulsión del gobierno pro soviético,
Agha presidió durante un colapso casi completo de autoridad.
Durante su gestión, la violación y la extorsión eran comunes
y la anarquía preparó el terreno para el surgimiento de los
talibanes.
Las fuerzas de Agha, que se estiman en varios cientos, están
formadas por antiguos refugiados de vecindarios en Chaman
y cerca de Quetta en Pakistán. Muchos tienen problemas legales,
principalmente por narcotráfico, sostuvieron fuentes de seguridad
paquistaníes en Chaman.
"Por supuesto, son bandoleros", aseveró Sardar Jilani Jan
Ashazai, destacado líder político de Chaman cuya tribu tiene
miles de miembros al otro lado de la frontera en Afganistán.
"El pueblo afgano apoyó a los talibanes para que se deshicieran
de estas personas. Ahora están de vuelta". |