FIN A INCIDENTES.- Un soldado de la Alianza del Norte trata de controlar a algunos afganos durante incidentes en una distribución de comida en Kabul, situación que no debiera repetirse con la llegada de una fuerza multinacional de paz.

KABUL.- Con la aceptación por parte de los líderes afganos de una fuerza multinacional de paz en Afganistán con un tamaño que oscilará entre los 3.000 y 5.000 hombres y cuyo despliegue está previsto para este sábado, cuando asuma el nuevo gobierno interino, Afganistán comienza una nueva etapa que tendra como principal objetivo su reconstrucción.

Sin embargo, este acuerdo alcanzado por el mayor general británico John McColl - quien comandará las tropas- con los líderes del país centroasiático durante su visita de tres días a Kabul no ha estado exento de polémicas.

La Alianza del Norte, cuyos representantes desempeñan un papel preponderante en el seno del gobierno interino que asumirá sus funciones el sábado, había declarado la semana pasada que quería que la fuerza internacional estuviera limitada a 1.000 hombres y que su papel se restrinja a la defensa de edificios gubernamentales.

Zona de despliegue

Un portavoz del ministerio afgano de Defensa, Gulbuddin, declaró ayer que las tropas internacionales podrían desplegarse en Kabul, en las principales carreteras alrededor de la capital, en la base aérea de Baghram (50 kilómetros al norte de Kabul), en Mazar-e-Sharif (norte) y en Kandahar (sureste).

En Londres, el Primer Ministro británico Tony Blair indicó el lunes que su país tiene la disposición de comandar esta fuerza multinacional y que podría contribuir con hasta 1.500 soldados.

Francia se declaró dispuesta a enviar 800 hombres, pero su participación también podría ser "menor", declaró su ministro de Defensa, Alain Richard.

En todo caso, una nueva reunión de responsables militares de los países dispuestos a participar en la fuerza multinacional tendrá lugar hoy en Londres. Una primera reunión de esa índole se efectuó el pasado viernes en esa capital.

Polémicas funciones

Aparte de las dificultades de los dirigentes afganos para aceptar una gran cantidad de soldados extranjeros, el funcionamiento de la fuerza internacional también es objeto de debate entre países que quieren participar.

Según el "Frankfurter Allgemeine Zeitung", Gran Bretaña quiere que la dirección de la fuerza de paz esté vinculada estrechamente al mando central de Estados Unidos, que hasta ahora lideró las intervenciones armadas en Afganistán. En cambio, Alemania exige que las dos comandancias estén separadas claramente.

En cuanto a la misión de la fuerza, Blair dijo que el despliegue se haría en el marco del capítulo 7 de la Carta de Naciones Unidas, que permite recurrir a la fuerza, más allá de la legítima defensa.

Pero el ministro de Relaciones Exteriores del gobierno interino afgano, Abdullá Abdullá, pidió que las tropas estén sometidas al capítulo 6 de esa Carta, que contrariamente, no permite el recurso a la fuerza.

El Consejo de Seguridad de la ONU debería adoptar esta semana una resolución sobre la misión de la fuerza internacional de paz en Afganistán, lo cual fue refrendado por el futuro gobernante interino, Hamid Karzai, quien sostuvo que "probablemente" la fuerza de paz arribará a Kabul antes del 22 de diciembre, fecha en la que asumirá la administración provisional.

Karzai hizo estas declaraciones en Roma, durante una gira en la que se reunió con el ex rey afgano Mohammed Zahir Shah y con el Primer Ministro italiano, Silvio Berlusconi, y que ya comenzó a rendir sus primeros frutos.

El nuevo líder afgano obtuvo la promesa de Italia de una ayuda de US$38 millones. Además, Berlusconi - quien es un magnate de las comunicaciones- prometió también proporcionar fondos para el establecimiento de una cadena de televisión y una estación de radio en Afganistán.

Karzai también señaló que las facciones rivales de fuerzas antitalibanes deben estar preparadas para servir unidas bajo un solo ministerio de Defensa.