Investigación
La
luz del láser desenmascara al ántrax
El
Mercurio
Viernes
9 de noviembre de 2001
En EE.UU. investigadores desarrollan
complejos detectores portátiles de bacterias nocivas.
Meten más ruido que una aspiradora.
AMENAZA PERSEGUIDA.-Las esporas del bacillus
anthracis, responsables del temido ántrax, quedarán
al descubierto gracias a la fotoacústica. |
Richard
García.
Hasta
el 11 de septiembre, resultaban bastante remotas las posibilidades
comerciales de un equipo que en 30 minutos detecta los patógenos
preferidos por el bioterrorismo.
Pero los sucesivos ataques de ántrax por correspondencia obligaron
a apurar su producción. El proyecto involucra a la Eastern
Washington University (EWU), la Washington University, la
Oficina de Investigación Naval y dos compañías locales.
La iniciativa se basa en la identificación fotoacústica de
biopartículas.
Los investigadores disparan luz láser a las partículas sospechosas,
éstas reaccionan en una cadena que termina en ondas sonoras.
Con un micrófono capturan la señal. Como cada patógeno presenta
una "firma sonora" específica, la identificación resulta garantizada.
El proyecto ya está en su etapa final y las pruebas definitivas
comenzarán en diciembre.
Los testeos preliminares fueron alentadores, dice Jeanne Small,
biofísica y profesora de química y bioquímica de la EWU. Ella
es la principal investigadora del proyecto.
"Queremos monitorear el aire y detectar la presencia de posibles
patógenos bioterroristas sin usar equipo de prueba especializado",
dice.
Que las bacterias suenen
Los pulsos de láser excitan sustancias capaces de absorber
luz que liberan energía en forma de calor. La expansión de
solventes, inducida por el calor, genera ondas sonoras. Un
transductor ultrasónico las mide.
"Nuestra investigación demostró que las sustancias comunes,
tales como el polvo del camino y el barro, se comportaron
de modo diferente a las bacterias", dice Small.
Probaron partículas biológicas en un rango de 1 a 10 micrones
(un micrón es la milésima parte de un milímetro). Aclara que
ni el ántrax ni ningún otro patógeno dañino se usaron en la
investigación. En su lugar optaron por sustancias seguras
pero capaces de simular la acción de patógenos nocivos.
"El ántrax es consecuencia de la bacteria Bacillus anthracis.
Usamos en su lugar Bacillus subtilis o Bacillus globigii.
Estas dos bacterias son "primos cercanos" del ántrax pero
no son dañiños si se emplean en el laboratario bajo condiciones
de seguridad", dice la Dra. Small.
Cuando los componentes del proyecto sean ensamblados la unidad
resultante monitoreará constantemente el aire. De detectar
agentes biológicos sospechosos emitirá una señal de alarma.
El equipo consta de dos partes. Un aerosol colector que absorbe
las partículas desde el aire y un sensor de tecnología láser,
el cual discrimina si las partículas son biológicas o no.
El instrumento pesa cerca de 30 kg y es tan ruidoso como una
aspiradora. Está diseñado para ser usado en espacios abiertos
o en aeropuertos.
Se espera que otra unidad más pequeña y silenciosa pueda estar
disponible para hogares, al igual que ocurre con los detectores
de humo.
Un equipo múltiple
La construcción del bioaerosol estuvo a cargo de InnovaTek,
una empresa que desarrolla tecnología en Richland. Para acomodar
el sensor desarrollado en la EWU y Quantum Northwest se le
hicieron algunos ajustes. Small aportó los elementos teóricos
de fotoacústica, y los fondos (1,2 millón de dólares) los
dispuso la Oficina de Investigación Naval.
La génesis de la iniciativa tuvo lugar en el Spokane Intercollegiate
Research and Technology Institute (SIRTI), alianza de empresas,
industrias, instituciones de educación - incluida la EWU-
y el gobierno de los EE.UU., que promueve el crecimiento económico
mediante la transferencia, aplicación y comercialización de
tecnologías. Luego se sumaron los otros participantes.
El ántrax o carbunclo se contagia por inhalación, contacto
o ingestión de productos contaminados con Bacillus anthracis
que, bajo forma de esporas, se vuelve muy resistente y puede
sobrevivir décadas en ambientes secos y oscuros.
La doctora Small reflexiona: "Cuando comenzamos a trabajar
en esto, en 1999, estábamos preocupados por la amenaza de
patógenos aéreos y la contaminación intencional por ántrax.
Nunca sospechamos que una posibilidad que parecía tan remota
y distante, dos años después sería parte de nuestra vida diaria".
En Internet
www.ewu.edu/NewsEvents
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