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Mazar-e-Sharif festeja retorno de la libertad
El Mercurio
Lunes 12 de noviembre de 2001

Pese a la tensa calma, el comercio abrió sus puertas y los ciudadanos salieron a las calles.

Agencias y Elisabetta Pique, envidada especial de "La Nación".

KABUL.- Los comercios volvieron a abrir, la radio difunde música, las mujeres pueden salir solas: un portavoz de la Alianza del Norte garantizó ayer que Mazar-e-Sharif recuperó "el sabor de la libertad" tras la huida de los talibanes.

"Todo está tranquilo en Mazar-e-Sharif. Los habitantes están en las calles. La mayoría de los comercios abrieron. Se reanuda el trabajo", declaró a la AFP Mohammed Sardar Saidi, un responsable de la facción chiíta Hezb i Wahdat, uno de los grupos de la Alianza del Norte.

La oposición tomó el pasado viernes la mayor ciudad del norte del país, logrando así su mayor éxito desde el inicio de los bombardeos estadounidenses el 7 de octubre.

Según Saidi, Mazar-e-Sharif disfruta de la libertad, tras tres años bajo el drástico control de la milicia fundamentalista islámica.

"Reactivamos la radio de la ciudad y difundimos música", declaró.

Se difunden mensajes regularmente. "Queridos compatriotas, les rogamos que sigan con sus tareas diarias sin dudarlo y continúen atendiendo a los ciudadanos".

"Los hombres tienen ahora la libertad de cortar su barba o afeitarse. Las mujeres también recuperan el sabor a la libertad. Ya no necesitan que un hombre las acompañe cuando salen de casa, pueden elegir entre llevar una burqa o un velo".

Los talibanes obligaron a las mujeres a llevar una burqa cada vez que salen de casa, un vestido que las cubre totalmente.

Bajo el régimen talibán, la música está totalmente prohibida, las mujeres viven enclaustradas y las barbas de los hombres tienen que tener cierta dimensión.

A la expectativa

Desde su taller mecánico de Mazar-e-Sharif, Ibrahim Rasul no se anima a festejar la liberación, pese a que otros ya lo hacen.

"Los talibanes se fueron, pero no significa que haya terminado la pesadilla. Estamos esperando a ver qué pasa", afirmó al diario "La Nación" de Buenos Aires.

Ibrahim describe una tensa calma. "La ciudad está tranquila, pero llena de guarniciones militares de la Alianza del Norte", dice.

Las dudas de Ibrahim - que tiene ganas de festejar, pero también miedo- , son lógicas. Mazar-e-Sharif, ciudad que cuenta con dos aeropuertos y aspira a convertirse en una base logística para las tropas norteamericanas emplazadas en Uzbekistán, fue entre el 96 y el 98 teatro de batallas durísimas entre los talibanes y la Alianza del Norte.

Miedo a represalias

En esos violentos combates, la población, en su mayoría afganos de etnia tadjika y uzbeka, sufrió matanzas masivas. Masacres que convirtieron a Mazar-e-Sharif en una ciudad llena de huérfanos y viudas.

Ahora podría pasar lo mismo con los afganos de etnia pashtún (la mayoritaria de Afganistán y la misma de los talibanes).

"Si quedan pashtunes en Mazar-e-Sharif van a ser castigados por la Alianza del Norte", dijo a "La Nación" el general afgano Amir Zoda. "No hay que olvidar que en este momento en Afganistán no hay Estado, no hay leyes, no hay nada. Y son normales tanto las venganzas como la ley del ojo por ojo, diente por diente", agregó.

Se entiende entonces por qué Ibrahim, que es de etnia tadjika, ahora tiene miedo. Como muchos habitantes de la norteña Mazar-e-Sharif, fue obligado a colaborar con los talibanes. "Para sobrevivir trabajé como chofer de un talibán pashtún, que era fiscal militar y que ahora se escapó", asegura.

Después de tres años en los cuales los talibanes impusieron una brutal dictadura religiosa en Mazar-e-Sharif, Ibrahim no oculta que le parece extraño que los "estudiantes de teología" hayan abandonado su ciudad. "Yo no vi resistencia, sino que todos huyeron", cuenta.

Su estupor se suma al de aquellos observadores que creen que la salida de los talibanes de la ciudad pudo haber sido una movida táctica al mejor estilo checheno: retirarse a refugios para escapar de los bombardeos y después asediar a los enemigos con emboscadas y asaltos.

 

 

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