Funcionarios
de grupo caritativo alemán
La
odisea de los extranjeros liberados
El
Mercurio
Viernes
16 de noviembre de 2001
Los ocho trabajadores llegaron
ayer a Pakistán, luego de tres meses de cautiverio en
Afganistán.
John Mercer (primer plano) abraza a su hija, Heather, luego que ésta arribara a una base aérea militar en Islamabad, tras concluir una pesadilla de tres meses. |
ISLAMABAD/REUTERS.-
Soportaron meses de cautiverio, una apresurada evacuación
de Kabul junto a las fuerzas talibanes, una gélida noche encerrados
en un contenedor de metal y una horrenda mañana en la cárcel
bajo un ensordecedor bombardeo de artillería.
Los ocho trabajadores de asistencia humanitaria detenidos
por el régimen talibán bajo cargos de propagar el cristianismo
llegaron ayer finalmente a terreno seguro, rescatados de un
campo en Afganistán, en mitad de la noche, por helicópteros
estadounidenses que los llevaron a Pakistán.
"Fue como un milagro", dijo uno de los ex cautivos, el alemán
Georg Taubmann, al llegar a la embajada de su país en Islamabad.
Taubmann fue detenido por los talibanes en agosto junto con
siete colegas del grupo caritativo alemán Shelter Now International
(SNI): los australianos Peter Bunch y Diana Thomas, las estadounidenses
Dayna Curry y Heather Mercer, y las alemanas Katrin Jelinek,
Margrit Stebner y Silke Durrkopf.
Los cargos de propagar el cristianismo podían ameritar pena
capital bajo la estricta interpretación del islamismo aplicada
en Afganistán por la milicia integrista.
Justo cuando sus esperanzas fueron alentadas el lunes ante
las noticias de que las fuerzas de oposición se aprestaban
a tomar Kabul, los ocho extranjeros fueron arrojados hacia
una nueva odisea: las fuerzas talibanes que huían hacia su
reducto de Kandahar, sur afgano, se los llevaron con ellos.
"Poco
antes de que Kabul cayese estábamos emocionados de que saldríamos
(de cautiverio), ya habíamos escuchado que las tropas (opositoras)
estaban ingresando", dijo un sonriente Taubmann, de apariencia
saludable a pesar de los meses que estuvo retenido.
"Y, entonces, los talibanes llegaron y nos llevaron con ellos,
nos subieron a vehículos y querían llevarnos hacia Kandahar.
Sabíamos que si terminábamos ahí probablemente no sobreviviríamos",
dijo.
A su llegada a Ghazni, unos 80 kilómetros al suroeste de Kabul,
los ocho extranjeros fueron encerrados en un contenedor de
metal durante toda la fría noche afgana y trasladados luego,
por la mañana, a una cárcel de Ghazni, justo antes de que
las fuerzas opositoras lanzaran un feroz asalto de artillería.
"Era un lugar terrible", dijo Taubmann. "El peor lugar. Llegamos
a las nueve en la mañana, justo cuando comenzó el bombardeo".
Tras una revuelta antitalibán en torno a las 10:00 de esa
mañana, fuerzas de la opositora Alianza del Norte abrieron
las puertas de la prisión, dijo Taubmann, agregando que los
ocho temieron, inicialmente, que eran los talibanes que iban
a llevárselos de nuevo.
"La gente salió de sus casas, nos abrazó y nos saludó, todos
aplau-dían", dijo Taubmann. "No sabían que había extranjeros
en la prisión".
Pero los ocho seguían todavía en un país sacudido por la guerra
y un portavoz del Comité Internacional de la Cruz Roja en
Islamabad dijo que un comandante local opositor en Ghazni
se puso en contacto con ellos para arreglar su evacuación.
Entonces, tres helicópteros estadounidenses sobrevolaron un
campo cerca de Ghazni y al ver la fogata que improvisaron
los trabajadores, los rescataron. |