La
ONU busca una solución a la medida de Afganistán
El
Mercurio
Martes
27 de noviembre de 2001
En la reunión de Bonn,
el organismo debe lograr que las facciones afganas acepten formar
un gobierno de unidad para la posguerra.
Miembros de las fuerzas especiales de EE.UU. |
Alberto
Rojas Moscoso y Daniela González Diez.
Muy
lejos de las operaciones militares en torno a Kandahar, en
medio de la tranquilidad del valle del Rin (Alemania), las
diferentes facciones afganas que se opusieron al régimen talibán
iniciarán hoy las conversaciones destinadas a formar un gobierno
de base amplia.
Las cuatro delegaciones estarán reunidas en la residencia
Petersberg - la casa de huéspedes del gobierno alemán- , ubicada
a unos 15 kilómetros al sur de Bonn.
Sin embargo, este encuentro auspiciado por la ONU - que se
espera dure cerca de dos semanas- abre una serie de interrogantes
sobre los obstáculos que este organismo y la comunidad internacional
en general deberán enfrentar para traer la paz a este país
de Asia Central.
Ansiada estabilidad
EE.UU., Rusia, Irán, Pakistán y Uzbekistán, y otros, están
presionando para construir un nuevo orden en este país, para
que la guerra no termine con la captura de Osama bin Laden,
el líder de Al Qaeda, dejando a Afganistán a la deriva.
Por ello la importancia de que las cuatro delegaciones (ver
recuadro) reunidas en Bonn formen un consejo provisonal que
pueda dirigir el país hasta la conformación de la Loya Jirga
(gran asamblea de jefes tribales). Ésta elegiría un ejecutivo
interino, que con la ayuda de la ONU, gobernará durante 2
ó 3 años, hasta llamar a nuevas elecciones.
En este contexto, Afganistán representa uno de los mayores
desafíos que la ONU ha tenido en los últimos años. Especialmente
tras las fallidas experiencias en Ruanda, Bosnia y Somalia,
en los años 90.
"En esta ocasión el rol de la ONU sería diferente al de los
Balcanes, no espero que Afganistán se convierta en un protectorado
de la ONU y tampoco creo que la ONU quiera hacerlo", dice
Gary Dempsey, analista de política exterior del Cato Institute,
de Washington.
"El modelo en Afganistán sería muy distinto al de Bosnia o
Somalia. En esos casos tomó la responsabilidad de todos los
aspectos, desde la recolección de la basura hasta los impuestos".
En ese sentido, Dempsey cree que "una operación de esta envergadura
destrozaría a la ONU institucional y financieramente".
Según funcionarios estadounidenses, la reconstrucción de Afganistán
costaría US$ 10 mil millones. El Banco Mundial estimó que
sólo el costo del desminado del país asciende a US$ 500 millones.
Ante este reto, el énfasis de la ONU estaría puesto en apoyar
a las fuerzas locales para que en reuniones como la de hoy,
logren acuerdos que permitan garantizar una mínima estabilidad
interna. Así este organismo evitaría engorrosos compromisos
como en el pasado.
"El mayor problema que puede surgir en la reunión es que la
gente del ex Presidente Burhanuddin Rabbani decida que su
facción debe tener una voz dominante en el futuro afgano y
que todo el proceso de transición pase por ellos", dice Samina
Hamed, experta de la Universidad de Harvard.
Para evitar un escenario como este, las alternativas de la
ONU serían enviar un contingente de "cascos azules" o privilegiar
el despliegue de una fuerza multinacional, al estilo de Timor
Oriental.
En el primer caso se trata de una fuerza de paz que toma demasiado
tiempo reunir y es débil en su estructura de mando. La segunda
alternativa implica tropas de diversos países que reciben
la autoridad del Consejo de Seguridad, pero que se desempeñan
independientemente. Por esta última opción, que incluya tropas
de países musulmanes como Turquía, Jordania y Bangladesh,
se han inclinado tanto fuentes de la ONU como analistas.
"No creo que la ONU quiera entrar en el país con una fuerza
de paz "liviana" (cascos azules). Su temor es tener pocos
fondos, carecer del número de hombres necesarios y que el
apoyo político para la operación caiga", dice Timothy Crawford,
de la Brookings Institution.
Representantes en la cita de Bonn
A instancias de la ONU, 32 delegados de los distintos grupos
étnicos y políticos de Afganistán comenzarán a debatir hoy
en Bonn sobre el futuro gobierno del país. Los grupos participantes
son:
Grupo de Roma (11 delegados): Compuesto por representantes
del ex monarca afgano Mohammed Zahir Shah, que fue derrocado
en 1973. El ex rey no viajará personalmente a Bonn pero enviará
a su portavoz Abdul Sattar Sirat. En su delegación han sido
incorporadas dos mujeres.
Alianza del Norte (11 delegados): Liderada por el ex
Presidente Burhanudin Rabbani, es un grupo muy heterogéneo
que integrará en su delegación a diversas etnias y milicias
armadas, como la del general uzbeko Adbul Rashid Dostum y
la del influyente gobernador de la provincia de Herat, Ismail
Khan. Rabbani no asistirá personalmente y ha delegado las
negociaciones a Yunis Qanooni, considerado el ministro del
Interior. Envía una mujer delegada.
Grupo de Chipre (5 delegados): Representa los intereses
de los seguidores del ex jefe de gobierno Gulbuddin Hekmatyar,
uno de los principales aliados de Estados Unidos y Pakistán
durante la ocupación soviética, pero considerado un "traidor"
por la Alianza del Norte. El grupo debe su nombre a los intentos
realizados en Chipre de agrupar a varios dirigentes afganos.
El jefe negociador sería Houmajoun Yarir, yerno de Hekmatyar.
Asamblea de Peshawar (5 delegados): Responde a los
intereses de Pir Sayed Galiani, un pashtún moderado, que hace
un mes convocó a una asamblea de mil dirigentes afganos en
la ciudad paquistaní de Peshawar. La delegación estaría encabezada
por el hijo de Gailani, Hamed. |