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El nuevo mundo
Post-ataque a Manhattan
El Mercurio
Domingo 21 de octubre de 2001

El terrorismo es el nuevo enemigo de los estados, y para combatirlo deben orientar sus políticas de defensa hacia la cooperación internacional.


ANTITERRORISMO.- El subsecretario de RR.EE. Heraldo Muñoz plantea que la lucha internacional contra el terrorismo requiere de cooperación e información.
Heraldo Muñoz, Ministro (S) de Relaciones Exteriores de Chile

El ataque terrorista a Nueva York y Washington representa un hito de profundo cambio. EE.UU. vive una sensación de vulnerabilidad que ha derrumbado la premisa del "excepcionalismo" norteamericano difundida por Seymour Martin Lipset. La política de defensa norteamericana de "guerra de las galaxias" se ha visto cuestionada por una agresión suicida y por el peligro del "bioterrorismo". Y, por último, se perfila un reacomodo del peso relativo y prioridades externas de las diferentes regiones y países, en función de la lucha antiterrorista.

El desafío para EE.UU. es cómo combatir la "amenaza asimétrica" de un terrorismo no-estatal, comparativamente pequeño y difuso. Es previsible un retorno a la "vieja seguridad"; es decir, a una buena inteligencia sustentada en la cooperación internacional para destruir los planes terroristas antes de que se ejecuten. La clave del éxito de la lucha contra el terrorismo estará precisamente en la cooperación internacional, siempre y cuando se la conciba como un proceso de convergencia asociativa de largo plazo y no como una conveniencia táctica.

Para derrotar el terrorismo EE.UU. necesita a Europa, a China y a Rusia, países, estos últimos, que hasta hace pocas semanas parecían ser considerados por Washington como parte de un emergente polo adversario. Necesita también aliados moderados en Asia, el Medio Oriente y el resto del mundo. Por eso, lo más probable es que se imponga un "re-engagement" norteamericano con la política mundial. EE.UU. tendrá que revisar profundamente su manera de comprender el mundo exterior. Será necesario entender mejor el fenómeno del terrorismo, abordar el problema en su integridad y desarrollar un enfoque que vaya más allá del uso de la fuerza. La propia crisis humanitaria de los refugiados de Afganistán sugiere que será imperativo dedicar esfuerzos prioritarios a la salud, educación y desarrollo económico de aquellos que el día de mañana, si no se les atiende, pueden transformarse en terroristas. Es necesario una mejor comprensión de las fuerzas de la globalización y la jihad como las denomina Benjamin Barber en su libro "Jihad vs. Mc World".

América Latina quizás decline en importancia política para Washington debido a que el gobierno estadounidense privilegiará sus lazos con los países claves para el éxito del combate antiterrorista. En contraste, la agenda de libre comercio ha experimentado una clara reactivación en un contexto de clima bipartidista en el Congreso norteamericano y de impulso a iniciativas para contrarrestar una eventual mayor desaceleración económica producto de los atentados. La preocupación por la "seguridad económica" ayudará a las negociaciones bilaterales con Chile.

Lo que Chile debe hacer

Chile ha manifestado un apoyo decidido a EE.UU. por una cuestión de principios. Pero también nuestro interés nacional se ha visto afectado con los actos terroristas, pues amenazan la distribución y el consumo de nuestros productos en los principales mercados, inciden en el costo de los seguros y afectan el turismo.

Nuestro país escogió el camino de la globalización para avanzar al desarrollo, y ello trae aparejado oportunidades y responsabilidades. Democracia, libre comercio y la nueva agenda humanitaria son parte de nuestra visión del mundo. Por eso hemos sido beneficiados con negociaciones individuales con EE.UU. y la Unión Europea. En consecuencia, el respaldo a Washington en la lucha contra el terrorismo es congruente con nuestra opción de inserción internacional.

Deberemos perfeccionar los acuerdos de cooperación internacional contra el terrorismo, especialmente en el área financiera. Chile y los países del hemisferio tendrán también que intensificar el proceso de modernización de los instrumentos de seguridad colectiva, como es el caso del TIAR. Es necesario insistir en rechazar los estereotipos y las posiciones maniqueístas de colisión entre el Islam y la civilización judeo-cristiana. El mayor peligro que se cierne sobre el mundo es una regresión en la vigencia de los principios fundamentales de la convivencia humana. Es decir, que en aras de una supuesta mayor seguridad se pretenda desconocer la diversidad cultural y étnica, se ponga en cuestión la tolerancia o se vulneren los derechos humanos. El desafío es, por tanto, cómo ser eficientes y firmes en la respuesta al terrorismo sin sacrificar la fuerza moral de la lucha antiterrorista desde la legitimidad democrática.

 

 

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