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Primer Ministro de Gran Bretaña
"Presidente del mundo"
El Mercurio
Domingo 14 de octubre de 2001

El Primer Ministro británico, Tony Blair, se ha perfilado, por sobre el mismo Bush, como el líder que encabezará lo que él mismo ha llamado "el nuevo orden mundial".


ADMIRADO.- Su firme posición y su actuar han hecho que Tony Blair reciba elogios desde EE.UU., tales como: "Necesitamos un presidente como Blair" o "él es una luz que nos guía".
Mariela Herrera M.

Las cuerdas de la guitarra de los "Ugly Rumors" sonaban fuertes. Se escuchaban en el alternativo barrio del Soho londinense. Quien daba los acordes era el oriundo de Edimburgo, Escocia, Anthony Charles Lynton Blair, un joven de ideas de izquierda y revolucionarias, concordantes a la época (mediados de los 70).

Y aunque fue educado en los colegios privados Chorister School de Durham y el Fettes College de Edimburgo nunca dudó en abrazar las ideas del partido laborista, al contrario de la historia familiar.

Desde ese partido político, dirigiendo los pasos de Gran Bretaña desde el año 97, Tony Blair se ha convertido por estos días en "el" hombre del momento. El protagonismo que en un principio alcanzó su par estadounidense, George W. Bush, lo ha ganado hoy con creces el británico de 47 años.

Elogios de parte de ciudadanos norteamericanos como "necesitamos un presidente como Blair" o "él es una luz que nos guía" se han unido a las calificaciones de los analistas que lo han puesto casi a la altura de Winston Churchill o Margaret Thatcher. Se agrega a esto el apoyo que tiene de sus mismos compatriotas, puesto que en el último sondeo en Gran Bretaña el 88% de los británicos aprueba su gestión.

Sus discursos de estadista, saliéndose de la coyuntura; el trabajo "codo a codo" con EE.UU. (como se definió la relación de ambas potencias desde el primer día), y sus visitas a diversos países, especialmente los cercanos al área del conflicto, para aunar la coalición contra el terrorismo, le han valido el mote de comandante en jefe de la mentada alianza.

Gran momento "peak" para el hombre que empezó tempranamente a hacerse camino en el Partido Laborista.

El "nuevo laborismo y la "tercera vía"

Graduado de abogado en Saint John's College de Oxford ingresó al Partido Laborista (PL) el año 75. Cinco años más tarde se casó con la también abogada Cheri Booth, con quien tiene cuatro hijos.

Con 41 años, en el '95, dirigió el PL convirtiéndose así en el líder laborista más joven de la historia británica. En esos momentos acuñó el término "Nuevo Laborismo" llevando a su partido más al centro que a la izquierda.

Al refundar el PL, si bien se alejó de los más extremos en sus posiciones, consiguió el apoyo de la clase media y empresarial. Y no fue raro que, gracias a su hábil manejo de los medios de comunicación para fines electorales, su enérgica elocuencia y su entusiasmo contagioso, llegara en 1997 al 10 de Downing Street, convirtiéndose en Primer Ministro con sólo 43 años.

Fue definido en su momento como "la encarnación del abogado litigante que sabe guardar las distancias, contrario a la línea política tradicionalista de su partido".

En su administración ha enfatizado en la educación, la redistribución del ingreso y la búsqueda del adelgazamiento del Estado, "sin caer en el fanatismo thatcheriano" se ha dicho.

El año 98 divulgó el término Tercera Vía - concepto tan manoseado por estos lados- , lo que suponía ser una alternativa a la forma de hacer política. Por un lado, opuesta al neoliberalismo y, por otro, a la socialdemocracia tradicional.

En su gestión, le ayuda a Blair el gobernar con una buena economía interna y una débil oposición. Esto último se comprobó cuando, hace unos meses, ganó la reelección. Marcó un hito en la historia del PL, ya que fue la primera vez, en cien años de historia, que ocurría algo así.

Sus críticos lo consideran frívolo, con mucha autopromoción, y que nunca dice nada muy profundo, pero que se mantiene "misteriosamente" popular entre el electorado.

En una oportunidad dijo un cercano: "Lo más importante que Tony aprendió es que no necesita ser amado. Basta con ser respetado".

Y qué decir como lo está respetando hoy en día la comunidad internacional.

Amigos, siempre amigos

El actual trabajo coordinado con EE.UU. no es nada nuevo, porque además de la historia que une a ambos países, Blair siempre se ha demostrado "americanista".

Por ejemplo: Asumió un papel "complementario" en el tema árabe-israelí (dirigido por EE.UU.), aunque muchos de los encuentros se desarrollaron en tierras inglesas. Apoyó los ataques a Irak cuando éste no respetó el compromiso de no desarrollar armas nucleares, estando en contra incluso de opiniones de países europeos, como Francia. Y fue el único miembro de la OTAN que aprobó el plan de Defensa Nacional Antimisiles de EE.UU. para protegerse de ataques nucleares de "Estados incontrolados" dotados de esa tecnología.

De ahí entonces que no resultara extraño que, minutos después de que Bush diera el vamos a la "guerra contra el terrorismo", Blair anunciaba desde Londres que Gran Bretaña estaría a su lado.

Y retratados para la historia quedaron ambos mandatarios cuando el texano se dirigió al país frente al Congreso pleno de EE.UU. Una cerrada ovación se llevó Blair, quien ocupaba un lugar de honor en la tribuna de invitados.

Ahí Blair comenzó a encumbrarse en el escenario internacional.

Su viaje por la zona, India y Pakistán específicamente, recordó la antigua presencia imperial de los ingleses, claro esta vez no por un proceso de colonización - por lo menos a primera vista- , sino para alinear a dos convulsionados países - principalmente por la disputa de la zona limítrofe de Cachemira- en su misma postura, es decir, que dejaran la indefinición y se volcaran de lleno en el apoyo a las operaciones que días después haría EE.UU. contra Afganistán.

Antes de aterrizar en la conflictiva zona, Blair visitó: Berlín, París, Nueva York, Washington, Bruselas y Moscú. Todo esto mientras un Bush nuevamente de bajo perfil realizaba cortos viajes dentro de EE.UU. con un fuerte contingente de seguridad.

En cambio, el líder europeo seguía acumulando millas. En la semana que recién termina, visitó a sus tropas en Omán y se entrevistó con el Presidente de Egipto, Hosni Mubarak.

Cumplía así la segunda fase de su misión, porque si la primera fue asegurar la alianza, ahora se encargaba de mantener de su lado a los países moderados musulmanes.

Les ha dicho Blair a los estadounidenses: "Estuvimos con ustedes desde el principio. Estaremos con ustedes hasta el final".

Palabras para la historia

Con sus discursos en la convención anual del PL en Bringhton y el que efectuó, desde su residencia, un día antes de los ataques a Afganistán, Blair se ha posicionado como ningún otro líder.

De partida, fue él quien prácticamente hizo la declaración de guerra. Él le dio un ultimátum al gobierno talibán exigiéndole que entregase a Osama bin Laden y dio a conocer las pruebas - que consideraban suficientes- para apuntarlo como el responsable de los atentados contra EE.UU.

Pero Blair ha querido ir más allá en esta campaña: no se ha centrado en "derrotar al talibán", sino que ha sido claro en señalar que los desposeídos, los que sufren el hambre también, "son nuestra causa".

En cambio, Bush no ha hecho de su guerra contra el terrorismo una campaña extensiva para una justicia global. Al contrario, mientras el Presidente de EE.UU. habla de represalias, el británico apela a un nuevo orden mundial en donde "los países ricos ayuden a los pobres".

Ha manifestado la necesidad de crear esperanza entre las naciones "de un nuevo comienzo donde resolveremos las diferencias de una manera tranquila y ordenada, un mejor entendimiento entre naciones y creencias, y por sobre todo, justicia y prosperidad para los pobres y desposeídos. Para que las personas puedan ver la oportunidad de un mejor futuro a través del trabajo duro de los ciudadanos libres y no de la violencia de los fanáticos".

Y no se queda allí. De hecho este originario de Escocia ya tiene planes para el futuro de Afganistán: ayuda económica; colaboración para crear la infraestructura necesaria; que los agricultores tengan alternativas al cultivo de opio; y que una vez que se acabe el conflicto se sienten a la mesa con las diferentes tribus que conforman el país, y no pretender que la Liga del Norte sea la fuerza que se imponga sobre las demás luego de que dejen el poder los talibanes.

En vez de primer ministro, predicador

No han faltado los críticos a su gestión: que está actuando como "presidente del mundo" y que quiere resolver los problemas planetarios mientras falla en mejorar los servicios públicos de Gran Bretaña.

Señalan sus adversarios que estaría asumiendo un papel demasiado presidencialista... para su misión de "salvar la Tierra", y lo comparan más con un pragmático jefe de Estado de una república paternalista que primer ministro de una parlamentaria Inglaterra.

Junto a esto ha causado cierto recelo el que su discurso sea tan moralista y que parezca más las palabra de un predicador que la de un mandatario.

Eso sí, en una cosa hay acuerdo: que es mejor su discurso bañado de idealismo que no tener ninguna visión de un mundo mejor.

Visión que ya ha adoptado como tarea personal; de ahí que no sea raro que el líder de un grupo extremista musulmán haya expresado: "si un musulmán desea matarlo, yo no vertiré ninguna lágrima por él".

Pero esto por el momento no parará a Tony Blair, quien ha capitalizado políticamente el liderazgo asumido. Empezó un trabajo y ahora sólo le restaría terminarlo, cuestión siempre más difícil que iniciarlo.

Tarea, que lo más probable no la tenía en mente cuando rasgaba las cuerdas de su guitarra.

 

 

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