La
guerra psicológica
El
rostro de los inocentes
El
Mercurio
Domingo
28 de octubre de 2001
Las crudas imágenes de niños mutilados y ensangrentados presuntamente por los errores de los bombardeos norteamericanos golpean la sensibilidad de la opinión pública mundial.
VICTIMAS.- Las imágenes de niños heridos
en los bombardeos a ciudades afganas han conmocionado
a la opinión pública. |
Juan
Araya Díaz
Los prometidos bombardeos quirúrgicos de Estados Unidos sufrieron un revés en la tercerasemana de operaciones, a juzgar por los errores cometidos en los blancos y que han derivado en muertes de civiles en Afganistán.
Un hospital, donde habrían muerto cien personas, una zona residencial y un campo cercano a un asilo para ancianos fueron alcanzados por las bombas norteamericanas, además de la denuncia de Naciones Unidas sobre el empleo de bombas de racimo, muchas de las cuales quedaron sin explotar.
Completando una semana desafortunada para los planificadores militares estadounidenses, bombas lanzadas el viernes por aviones de EE.UU. sobre Kabul alcanzaron, por segunda vez, los almacenes del Comité Internacional de la Cruz Roja, destruyendo dos de los tres edificios que quedaban en pie. La organización no cree que fue un error y denunció una "grave violación del derecho humanitario".
A esos episodios se sumó, el fin de semana, la publicitada captura y ejecución del líder de la oposición afgana y aliado de EE.UU., Abdul Haq, tras el fracaso de helicópteros norteamericanos para impedir su detención.
Pero el efecto mayor logrado en la estrategia comunicacional de los talibanes han sido las imágenes de niños mutilados, heridos o llorando junto a sus madres, transmitidas por la cadena de televisión árabe Al Gazira, convertida en el "canal de la guerra", como lo fue la CNN en el conflicto del Golfo hace 10 años.
Un principio elemental de la guerra psicológica es ganar la mente y los corazones de la opinión pública, extendiendo si es posible este objetivo a los líderes de los gobiernos.
Aplicado al actual conflicto en Asia Central, los especialistas en este campo coinciden en que los EE.UU. están ganando en las operaciones bélicas, pero los talibanes se imponen en la propaganda.
Estos últimos, sin mucho que perder en el terreno militar dada su inferioridad tecnológica, han centrado sus esfuerzos en demostrar al mundo que la principal potencia está cometiendo una verdadera masacre en su objetivo de capturar a Osama bin Laden y su grupo terrorista Al Qaeda.
Frente al mensaje de EE.UU. de que iba a bombardear sólo blancos selectivos, el gobierno de Kabul ha replicado con las transmisiones de Al Gazira, el único canal autorizado para operar sin problemas en territorio bajo su control.
Una alta fuente del ejército chileno, encargada de hacer un seguimiento de las acciones psicológicas del conflicto, subraya que el terrorismo "no siempre busca el hecho, sino que persigue impactar en la mente y en la conciencia de las personas".
También desde esa perspectiva, la estrategia comunicacional de Bin Laden y los talibanes ha rendido sus frutos. En el caso del líder terrorista, esto quedó en evidencia desde los atentados del 11 de septiembre, cuando - según las denuncias de Washington- el grupo Al Qaeda golpeó los símbolos del poder económico y militar de EE.UU..
Desde ese momento hay una acción psicológica a través de las comunicaciones para dar un mensaje a todo el mundo de que estos grupos fundamentalistas islámicos estaban capacitados para actuar en contra de los intereses de la principal potencia del mundo.
Una estrategia complementada y repotenciada el 7 de octubre con la pública advertencia de Bin Laden de que los norteamericanos "nunca más" volverán a estar tranquilos si sus tropas no se retiran de territorios árabes y se mantiene sin solución el problema de Palestina.
"Sin duda fue un mensaje para provocar terror, mantener cierto nerviosismo y también dirigido a los pueblos árabes para justificar sus acciones, al luchar por una causa, como la palestina, que recoge un amplio respaldo", apunta la fuente del ejército.
Cambio de papeles
La estrategia del gobierno talibán tiene como objetivo convertir a los victimarios de ayer en víctimas, bajo la premisa de que la opinión pública mundial siempre tiende a estar con los más débiles.
En ese sentido, distintos especialistas señalan que el mundo empieza a olvidarse del ataque a los Torres Gemelas y centra la atención en el conflicto en Asia Central, generando sentimientos encontrados por las acciones que desarrollan las fuerzas estadounidenses, especialmente frente a un pueblo carente de recursos.
El general (r) Marcos Meirelles, ex jefe del estado Mayor de la Fuerza Aérea, reconoce que la tendencia natural es reemplazar la noticia de ayer por la de hoy y en tal sentido prevalecen las imágenes de los niños muertos, heridos o mutilados más que las del derrumbe de las torres, donde no se mostraron los cuerpos de las víctimas.
"Los talibanes - dice Meirelles- están recurriendo a todo lo que pueden para demostrar al mundo de que hay un gigante que les está pegando duro y que en esos ataques han muerto inocentes".
El papel de Al Gazira
En el mundo de los medios se atribuye a la cadena Al Gazira un papel decisivo en la cobertura de la guerra en Afganistán.
Algunos miembros del gobierno estadounidense, como el secretario de estado Colin Powell, han acusado al canal de Qatar de transmitir propaganda y de servir los intereses de los grupos terroristas.
Una acusación que rechaza Ibrahim M. Helal, jefe de redacción de Al Gazira: "aprendimos la libertad de expresión en los EE.UU. ¿Cómo nos van a pedir que pongamos trabas? Interferir entre la información y nuestra audiencia es el principio de nuestro fin".
El general Meirelles señala que una de las dudas que surge es si el canal árabe muestra las crudas imágenes de la guerra porque es un medio noticioso o porque, de alguna manera, "hay una corriente interna que apoya o solidariza con el fondo de los planteamientos de Bin Laden".
El sociólogo y periodista Raúl Sohr sale al cruce de esta aprensión al sostener que Al Gazira dice la verdad y es fiel con su responsabilidad periodística y ética de decir las cosas como son.
"Desgraciadamente en la guerra, como bien se sabe, la primera víctima es la verdad, y el intento por parte de Occidente de tratar de suprimir imágenes fuertes, reemplazándolas por un conflicto de video-juego, es también una distorsión muy grande de la realidad", agrega Sohr.
Frente a estos cargos, fuentes militares chilenas interpretan que para EE.UU. la clave de la victoria contra el terrorismo es la sorpresa y, por lo tanto, se practica el secreto y la censura.
"Como ya ocurrió en guerras anteriores, Vietnam y el Golfo, se recurre a una desinformación deliberada, para mantener la incertidumbre y el factor sorpresa sobre el momento, la forma y los objetivos del ataque", comentaron fuentes del ejército.
Grietas y fisuras
Las operaciones militares se concentraron esta semana en ataques intensos y sostenidos sobre las líneas de los talibanes en el frente de combate contra las fuerzas de la Alianza del Norte, que pretenden entrar a Kabul luego del "barrido" de la aviación norteamericana.
La evaluación que hacen los mandos de la coalición occidental es que se habrían producido "grietas y fisuras" en la alianza de tribus que mantienen vínculos con el grupo integrista, el cual estaría cada vez más aislado.
Pero frente a esa visión optimista, corresponsales ingleses en la zona aseguran que las fuerzas del gobierno están lejos de derrumbarse y aparentemente mantienen la moral en alto, fortalecida tras la captura del líder opositor Abdul Haq.
Las tropas especiales estadounidenses, que entran y salen de territorio afgano, se reforzarán en los próximos días con 200 comandos británicos, especialistas en la lucha en terrenos montañosos y en combatir bajo condiciones invernales.
Dentro de algunas semanas llegará el invierno a Afganistán, uno de los más crudos de Asia, lo que constituirá un nuevo factor en el conflicto bélico, junto al inicio del Ramadán, el mes sagrado para la religión islámica.
Mientras los bombardeos no cesan, el gobierno de Bush ha entrado en contradicciones sobre las reales posibilidades de capturar, vivo o muerto, a Bin Laden. El jueves el secretario de Defensa, Ronald Rumsfeld, admitió al periódico "USA Today" que sería "muy difícil" alcanzar ese objetivo, aunque anticipó que el régimen talibán sería derrocado.
"El mundo es muy grande... Bin Laden tiene mucho dinero y mucha gente que lo apoya y no sé si tendremos éxito", señaló.
Pero al día siguiente se retractó de esa declaración (la atribuyó a un error de interpretación) al expresar su confianza en que el líder terrorista será capturado o eliminado.
En la guerra psicológica de estos días, para muchos fue un nuevo traspié de la estrategia comunicacional de Washington.
Misiles: No tan inteligentes
Las bombas o misiles guiados por láser, que se están empleando en Afganistán, tienen una probabilidad de error de 10 metros a la redonda del objetivo, similar a la de las guiadas por satélite.
Sin embargo, pueden desviarse por diferentes y variadas causas. La más simple es que sean disparadas prematuramente por falla mecánica, y la más común, por el mal tiempo.
Las bombas pueden verse afectadas por la niebla, el humo, polvo denso o lluvia fuerte, condiciones que interrumpen momentáneamente la señal de láser que marca el objetivo.
Las guiadas por satélites no se ven tan influidas por esas circunstancias, pero pueden verse afectadas por interferencias electrónicas de otros aparatos o por pérdida de contacto con los satélites.
Estas armas con sistema de navegación GPS (Global Satellite Positioning) pueden ser proclives al error humano, al exigir una información exacta sobre el objetivo a bombardear y una delicada puesta en práctica. Una bomba inteligente de esta clase incorpora un sistema de guiado con información del blanco, información que es resultado de un cruce de los datos que envían los satélites en tiempo real y con la que se establecen coordenadas programadas.
En ese momento interviene un miembro de tripulación que antes o durante el vuelo tiene que convertir un mapa en cifras para marcar el objetivo.
Errores en los números de este tipo, según ha reconocido el
Pentágono, son la causa de que una bomba cayera en un barrio
de Kabul el pasado 12 de octubre, a kilómetro y medio de su
objetivo, que era un helicóptero, matando a cuatro personas,
o que otra destruyese un asilo militar en Herat.
La pista del ántrax
La sucesión de casos de ántrax en los EE.UU. no tiene relación alguna con los atentados del 11 de septiembre contra las Torres Gemelas y el Pentagóno, sostiene el sociólogo y periodista Raúl Sohr, quien esta semana lanzó una actualización de su libro "Las guerras que nos esperan".
Según la tesis de Sohr, que se confirmaría por datos que manejan en los últimos días los servicios de inteligencia norteamericanos, las principales sospechas recaen sobre elementos de extrema derecha estadounidenses.
Ya en la primera edición de su libro, el periodista revela que en mayo de 1995, en el condado de Lancaster, Ohio, fue detenido Larry Harris, un simpatizante nazi empleado en un importante laboratorio. En su poder se encontraron bacterias que provocan la fiebre bubónica y que este miembro de la secta Nación Aria pensaba emplear contra algunos de sus compatriotas.
"Hay otros casos en que elementos de extrema derecha han trabajado con armas biológicas, y algunos de ellos pudieron haber pertenecido a laboratorios militares en algún momento de sus carreras", añade.
Sohr reafirma su tesis por el modus operandi en que se ha diseminado el ántrax, que en su opinión no calza muy bien con las acciones del 11 de septiembre.
Los blancos, dice, han sido medios de comunicación progresistas y parlamentarios demócratas. En cambio, llama la atención que todas estas cartas no se enviaron al Pentágono ni a un portaaviones. "Lo lógico es que trataran de contaminar, lo más posible, a instalaciones militares".
En el libro "Las Guerras que nos esperan", Sohr detalla la magnitud de la participación que el régimen de Paquistán tuvo en la preparación y formación de los talibanes, a los cuales ahora les dio la espalda para aliarse con EE.UU.
"El entonces jefe del ISI (servicio secreto paquistaní), general Zia ul-Haq, diseñó todo un plan para hacer de Paquistán la gran fuerza de Asia Central y desestabilizar a la India. Bajo su dirección, el ISI privilegió en forma absoluta a los sectores más fundamentalistas de Afganistán, entregándoles el 75% de todos los recursos recibidos de EE.UU. y Arabia Saudita para armar a los muyahidines que combatieron a los soviéticos", agrega.
El periodista especializado en temas de seguridad y defensa afirma que si el panorama en Afganistán sigue como hasta ahora, "no hay ninguna duda que EE.UU. derrotará en forma absoluta a los talibanes, salvo que cambie la situación en Paquistán, lo que implicaría deponer al general Parvez Musharraf o que éste dé pie atrás por las presiones internas". |