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Domingo, 01 de Noviembre de 1992
Pablo Márquez (enviado especial)

NIRVANA: HEROES DE ESPIRITU ADOLESCENTE EN ARGENTINA.

El grupo se presentó con éxito la noche del viernes en el estadio de Vélez Sarsfield. Pese a que no cantó su hit `Smells like teen spirit'.

En el barrio de Liniers, en la parte norte de la ciudad, allá, cerca de Caballito y Flores, la noche del viernes pasado cambió su tradicional banda sonora, esa que cada fin de semana, llena de cantos y gritos de apoyo, entibia el ambiente en los alrededores del estadio mundialista de Vélez Sarsfield. Y es que la intensidad electrizante del hard-rock desplazó al fútbol y, cómo no, el asunto se sintió en el aire. Espeso.
Porque las más de cincuenta toneladas en equipos, como las cuatro consolas de audio, con 40 canales cada una y los 400 focos de iluminación, distribuidos en el gigantesco escenario de 20 metros de ancho y 17 de alto, se encargaron de mantener alerta a los casi 25 mil jóvenes que se congregaron en el recinto.

Minutos antes de las nueve de la noche, una hora después de lo anunciado por los organizadores, los teloneros argentinos Los Brujos, iniciaron la jornada. Y en buena forma. Porque con su difundido repertorio (en la Argentinba, claro) de funk rock, bastante influenciados por bandas como Red Hot Chili Peppers y Mr.Bungle, entregaron 20 minutos de buen show visual y adolescente (léase torsos desnudos, posiciones invertidas en medio de las canciones, un brujo gigante bailando en el escenario etc.)

Y llegó el turno para el grupo femenino norteamericano Calamity Jane's los segundos artistas de la noche, desconocida banda que manejada por el vocalista de Nirvana, Kurt Cobain, fueron incluidas en el espectáculo como requisito para que la banda estrella aceptara actuar en Buenos Aires. Pero el público de Vélez, poco preocupado de cláusulas de contrato, demostró su descontento con pifias y lanzamientos de artefactos varios sobre las bellas cantantes.

La entrada más barata les había costado 32 dólares y, reclamaban, ese espectáculo no valía ``ni un mango''. Con razón. Y las Calamity Jane's, enfurecidas, terminaron abruptamente su presentación con destrozo de instrumentos e insultos y gestos poco dignos hacia el respetable. Feo.

Pero todo el mundo estaba allí para ver en acción a la ``banda más visceral e intensa del planeta''. Por eso, a las 22:30 horas de la noche, cuando apareció sobre el escenrio el trío Nirvana, el plato de fondo, las caras cambiaron y brotó la energía.

El bajista Chris Novocelic, el vocalista Kurt Cobain y el batero Dave Grohl, los integrantes del grupo, abrieron su presentación con una seguidilla de los temas menos difundidos de su exitoso segundo álbum, `Nevermind'. El sonido duro, con la intensa distorción en la guitarra a cargo de Cobain, dejó claro que durante la hora y media de presentación se iban a acelerar las revoluciones.

Porque, en escena, los Nirvana brindaron una impecable muestra de oficio.

Sin elementos extra-musicales, nada de histrionismo, nada de poses, se pararon en Vélez Sarsfield, sólo a tocar buen rock. Desconcertando con repentinos giros melódicos y rupturas de tempo al transformar inocentes baladas en aplastantes y catárticos temas de hard-rock , casi en la frontera del speed-metal .

Con un registro vocal de Cobain que, con las naturales improvisaciones en vivo, nunca perdió la fuerza de las grabaciones en estudio.

Los primeros acordes de su más grande hit, `Smells like teen spirit', sólo a modo de introducción, casi como una amenaza, antecedieron a `Come as you are', y el repertorio continuó con la coreada versión de `Lithium' y otros temas de su primer trabajao editado en 1989, `Bleach'.

Así, luego de una hora exacta, Nirvana se despidio del escenario en medio de los aplausos y los futbolísticos cánticos del público. Sólo por un par de minutos. Porque la banda volvió para interpretar un largo instrumental.

Pero faltaba, obvio, el éxito `Smells like teen spirit'. Nunca llegó.

Nirvana dejó definitivamente el estadio y los espectadores no lo podían creer.

Y los chicos se fueron tratando de encontrar alguna explicación. Siendo que era lo único que querían escuchar, que daba lo mismo porque los flacos habían estado 10 puntos, que los Nirvana ya no se bancaban un minuto más arriba del escenario. Se fueron contentos. Con sus pelos largos desfilando por la ancha avenida J.B. Justo. Allá en el lado norte, cerca de Caballito y Flores, donde la noche del pasado viernes, en el Vélez Sarsfield, el rock reemplazó al fútbol.