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Domingo, 07 de Julio de 1996
LA HEROINA VUELVE A CIRCULAR EN EL ROCK


Las muertes de Kurt Cobain y del cantante de Blind Melon, Shannon Hoon, son sólo las más comentadas de una serie de tragedias que en los últimos siete años han afectado al rock and roll y que tienen algo en común: la más dura y devastadora droga conocida está de vuelta.


Cuando Shannon Hoon escuchó la noticia de la muerte de Kurt Cobain, lanzó el televisor al suelo de rabia y frustración. En un hotel de Manhattan, Hoon y su banda, Blind Melon, estaban a punto de dirigirse a la cadena CBS para debutar en el show de David Letterman. Hora y media después, antes de salir al aire, Hoon optó por una forma más poética de expresar su pesar. Tomó un lápiz y dibujó un signo de interrogación en su frente.
Se suponía que los televidentes debían adivinar el significado. ¿Era su manera de opinar sobre la historia de un joven famoso, rico y talentoso, perdido en su deseo de autodestrucción? De ser así, Hoon contó una nueva historia el 21 de octubre pasado cuando fue hallado muerto por sobredosis de cocaína en el bus de la gira de Blind Melon en Nueva Orleans. Al igual que Cobain, Hoon se acercaba a los treinta años y era padre de una pequeña niña.

Hubo otro hecho que unió a Hoon y Cobain: ambos libraban una lucha contra la adicción a la heroína cuando murieron. Hoon había estado en tratamiento de rehabilitación para dejar la droga, y muchas personas cercanas a Cobain creen que su muerte tiene directa relación con la heroína. ``No quería abusar de la heroína ni ser padre; eso es lo que en verdad lo mató'', dice Gary Gersh, quien llevó a Nirvana al sello Geffen y ahora es presidente de Capitol Records. ``No quería que su hija creciera y viera todo eso. Cuando se suicidó, pensó que ya no sería capaz de detenerse''.

De las recientes tragedias que relacionan heroína con importantes figuras artísticas, Cobain y Hoon son sólo los casos más comentados. En el año y medio que separa sus muertes ha habido muchos otros: Kristen Pfaff (del grupo Hole) y Dwayne Goettel (Skinny Puppy), Bob Stinson, (Replacements).

Han sido arrestado por porte de heroína Kelley Deal (Breeders), Scott Weiland (Stone Temple Pilots) y Al Jourgensen y Mike Scaccia (Ministry), y la lista de involucrados incluye a Courtney Love (Hole), Evan Dando (Lemonheads) y Anthony Kiedis (Red Hot Chili Peppers).

Para el estadounidense National Institute on Drug Abuse (NIDA) el resurgimiento de la heroína tiene exactos siete años de data, originado en un creciente aumento en su pureza que permite a sus consumidores inhalarla o fumarla, eliminando el riesgo del virus del Sida asociado al uso de jeringas.

El surgimiento de esa droga en el ambiente artístico ocurrió más o menos en el mismo período, iniciado en 1988 con la fatal sobredosis de Hillel Slovak.

El mismo Cobain parece haber dado una disimulada mirada en clave en los versos de la canción ``Smells like teen spirit'': And I forget just why it taste (Y me olvidé de su sabor), canta, en alusión a la práctica de inyectarse la heroína apenas bajo la piel (y no en forma directa a la vena).

O bien Oh, yeah, I think it makes me smile (Oh, sí, creo que me hace sonreír).

CULPA DE WILLIAM Y KEITH Dada la severa dependencia de la droga de Cobain, la sonrisa de un adicto adquiere un precio. Al ser un opio derivado de la amapola, la heroína inhibe el dolor y baña los receptores cerebrales con endorfinas, rodeando el cuerpo y la mente por una cálida sensación de seguridad casi fetal.

``La heroína era vivir sin ansiedades'', dice el vocalista de Aerosmith, Steven Tyler, quien puso fin a años de adicción a mediados de los '80. ``Es un viaje deítico. Te atrae porque te hace sentir bien''.

Pero Tyler se apresura en aclarar que la droga tiene otro lado mucho más oscuro. La creciente tolerancia del organismo a la heroína demanda dosis mayores para poder alcanzar el estado de sosiego, y los adictos más duros se esfuerzan por conseguir más heroína ya no para alcanzar un placer que pronto se hace imposible, sino para impedir los calambres, las náuseas y la desesperación de no tenerla.

La heroína ha sido definida como la droga con el más alto índice de reincidencia. ``Está impregnada en mi sinapsis. Siempre sueño con ella.

Podría volver a ocurrir, así que nunca diré Lo tengo controlado'', dice Tyler. ``Al comienzo fue una herramienta maravillosa: pero de repente lo único que te importa es la droga, y si ya que no te quedan venas, empiezas a apuntar hacia tu cuello. Te matas y ni siquiera te importa''.

En su libro ``El almuerzo desnudo'' (1959), el escritor estadounidense William Burroughs describe lo bajo a lo que puede llegar un adicto. Con él, Borroughs se transformó en héroe de artistas y rebeldes de los '60 que exaltaban la adicción del autor como el gran gesto contra lo establecido.

Algunos fueron célebres muertos, como Janis Joplin, y otros eran muertos en vida, como Jerry García, el líder de la banda Grateful Dead, quien ya a principios de los '80 acostumbraba a encerrarse en los baños de los aviones por tres horas durante vuelos trasatlánticos para fumar su droga persa con obsesión. Su desintegración creativa era evidente cuando el año pasado, a los 53 años, murió en una clínica de rehabilitación.

De todos los músicos drogadictos de los '60, ninguno fue más famoso que el guitarrista de los Rolling Stones, Keith Richards, cuya legendaria adicción llegó a ser vista como sinónimo de autenticidad del rock. Duff McKagan, bajista de Guns N' Roses y ex consumidor de heroína, no duda al responder por qué probó droga la primera vez. ``Para ser como Keith'', responde con una risa deplorable. Lo cierto es que ser Richards no era fácil. A fines de los setenta, su vida era prácticamente un caos de juergas de drogas que culminaron con su arresto en Toronto en 1977. ``Nunca olvidaré cuando entré con Ron Wood en su cuarto. Lo encontramos retorciéndose en el suelo y vomitando'', escribe el bajista Bill Wyman en sus memorias. Mick Jagger asume el lamento de quienes han trabajado junto a drogadictos. ``Cualquier consumidor de heroína piensa más en eso que en ninguna otra cosa. Uno intenta que todo funcione, pero la droga está primero''. Richard, que superó su adicción, no quiso ser entrevistado.

NUEVA GENERACION Kurt Cobain no fue menos inmune a la mística rockera de la heroína. ``Al principio no me molestó porque siempre he admirado a Keith Richards y a todas las otras estrellas asociadas con la heroína'', decía en 1992. ``Hay cierto glamour en todo eso''.

El abuso de la droga por parte de Cobain dio origen a una nueva línea de seguidores. ``Si alguien a quien consideras buena onda lo hace, entonces se vuelve atrayente'', dice Roddy Bottum, tecladista de Faith No More. ``Para la mayoría de la gente, Kurt Cobain era la persona más interesante del rock alternativo, y era de conocimiento público que consumía heroína''.

Shannon Hoon escondió su fascinación por la heroína durante años. El agente de Blind Melon, Chris Jones, nunca supo que el cantante la consumía sino hasta el último año de su vida, cuando en 1995, durante la grabación del último álbum del grupo, ``Soup'', recibió una llamada. Era Hoon. ``Me dijo que estaba consumiendo heroína y otras cosas más'', cuenta Jones.

``Estaba descontento consigo mismo y lloraba''.

A pesar de los esfuerzos por intervenir de muchas personas que lo rodeaban, Hoon murió nueve meses después, tras una lucha permanente por mantenerlo alejado del vicio.

La creciente popularidad conseguida por Blind Melon gracias a éxitos como ``No rain'' calzó a la perfección con el aumento de consumo de drogas por parte de Hoon, quien, después de marihuana, alcohol y cocaína, se graduó en crack y heroína.

Jones trató el tema de la rehabilitación con Hoon muchas veces durante los cuatro años que estuvieron juntos, pero admite que nunca logró nada con esas conversaciones. ``Si algo sabía era que no podía forzarlo. Creo que nadie hubiera podido, ni su familia ni sus amigos. Si lo forzábamos a rehabilitarse se rebelaría y no debe haber trabas en la puerta hacia la rehabilitación. El debía entrar por ella cuando verdaderamente quisiera''.

La presión sobre la banda tras el lanzamiento de ``Soup'' aumentó tras las miserables ventas del álbum, lo que precipitó la gira que acabaría con Hoon. Jones, responsable de haber impulsado el tour, asegura que siente más pena que arrepentimiento: concuerda en que ``la máquina de la industria'' ayudó a llevar a Hoon a su muerte, pero insiste en que la responsabilidad final yace en el músico.

``Nadie ató el brazo a Cobain para clavarle la aguja, y lo mismo pasa con Shannon: nada lo mató excepto Shannon. No fue esta industria. No fue la gira.

Se dio por vencido. O vivió negando el problema y eso lo mató'', dice.

Casos como los de Cobain y Hoon demuestran que la intervención no necesariamente significa que el artista sobrevivirá. Y no resulta sorprendente que muchos de los artistas que han salido adelante lo han hecho sólo basados en lo que los impulsó a la fama. Para Steven Tyler no fueron suficientes una sobredosis casi fatal, la pobreza y casi la pérdida de su familia: afirma que se ha mantenido limpio por una sola razón: ``La música'', dice. ``La heroína me hizo perder a mi banda, me hizo perder el don divino de bailar con las notas. Y cuando me di cuenta de ello, me limpié.

Ahora quiero escribir canciones tan grandiosas como Taxman o Strawberry fields forever. Quiero escribir otra canción de Aerosmith como Dream on o Jamie's got a gun. Eso me estimula a levantarme en las mañanas''.

REACCION DE LA INDUSTRIA Una semana tras la muerte de Shannon Hoon, Michael Greene, presidente de la National Academy of Recording Arts and Sciences (Naras, el mismo organismo que entrega el premio Grammy), anunció el primer simposio de la industria musical sobre las drogas en el rock.

``La heroína ha sido glorificada de una manera que al menos debemos analizar: para mí, Shannon fue el último'', dice el ejecutivo. Más que cualquier otra cosa, fue la muerte de estrellas famosas lo que inspiró el simposio de diciembre pasado, ante unos 400 ejecutivos, artistas, representantes, promotores y abogados, para educar a la industria musical sobre el abuso y la adicción a estas sustancias.

Con una iluminación tenue, en la enorme pantalla del salón se vieron los rostros de unos 50 artistas drogadictos, muchos de ellos heroinómanos: Jimi Hendrix, Sid Vicious, Johnny Thunders, Janis Joplin, Billie Holiday, James HoneymanScott (de los Pretenders), Charlie Parker. Y el encuentro reunió desde posturas confrontacionales hasta testimonios de ex adictos como Steven Tyler y Joe Perry (de Aerosmith) o Duff McKagan (de Guns N' Roses).

Sin disposiciones legales que les permitan intervenir en ayuda de un artista en problemas, los sellos disqueros se sienten maniatados ante el problema: los músicos no son empleados, sino trabajadores independientes. ``Tenemos poca influencia sobre ellos. Una vez firmado el contrato, no pasas a ser su madre ni un policía; no estamos obligados a monitorear su comportamiento. El rockero suele ser independiente con su vida y su proceso creativo'', dijo el director de una compañía disquera.

El tecladista de Faith No More, Roddy Bottum, está de acuerdo. ``El consumo de drogas es algo propio de los artistas. No he visto un caso en que la compañía disquera se interesara en el tema o en que yo sintiera que eso era apropiado'', explica. ``Están sólo para ganar dinero. Creo que lo mejor para ellos es mantenerse al margen de los asuntos personales de los rockeros''.

Según el consejero en drogas Bob Timmins, quien trabaja con músicos adictos, algunos sellos tienen una actitud más activa hacia el tema. En 1995 Interscope acordó contratar a la emergente banda Lifter de Los Angeles, aunque antes envió a su vocalista y compositor Mike Coulter a un programa de rehabilitación por su adicción a la heroína. Pero son acciones excepcionales: detener una carrera exitosa para rehabilitar a una estrella es difícil en una industria que capitaliza en el inestable gusto de los fanáticos de la música.

Hoy, Timmins y los miembros de Aerosmith (quienes actúan como apoderados de muchos músicos adictos) son lo más cercano a una respuesta coordinada de las compañías discográficas al problema. Ex adicto, y evangélico en su creencia sobre el poder de la recuperación, ha asumido la educación de la industria musical como una misión, y quiere ir más lejos. ``Quiero contárselo a todo el mundo'', agrega.

Y sin dudas lo ha hecho. En junio de 1994, a dos meses de la muerte de Cobain, publicó un comentario en la revista Billboard, donde casi acusó a la industria de complicidad en esa muerte. ``El trágico fin de Cobain es síntoma de la enfermedad que afecta a este negocio'', escribió. ``¿No es hora de que hagamos algo sobre los problemas que llevan a la autodestrucción de los artistas con que trabajamos?''.

En su ruego a los representantes, agentes y ejecutivos y ``a aquellos que obtienen dinero gracias a los músicos'', Collins pidió la formación de un equipo de permanente tratamiento, financiado con fondos de los sellos.

``Sabemos cómo ayudar a los artistas a tener éxito. ¿Por qué permitimos que se maten?''