Términos y condiciones de la información © El Mercurio S.A.P.

Viernes, 24 de Junio de 1994
Kurt Cobain:
LA MUERTE AGAZAPADA

Kurt Cobain, líder del grupo musical ``Nirvana'' y de tantos y tantos jóvenes, detuvo a propia voluntad el latido de su vida joven. Siete días estuvo desaparecido para todos. Al sexto, su madre hizo la denuncia, diciendo que estaba segura que Kurt estaba con ``esos estúpidos'' (drogadictos). El día séptimo fue encontrado muerto y solo. Muy poco después, Kristen Pfaff, bajista de ``Hole'', el grupo de la mujer de Kurt, entra también en la muerte. La droga ha cumplido una vez más su macabra promesa.

Quizás los más jóvenes hoy consternados por la muerte de Kobain encuentren el motivo del suicidio del líder en la desmoralización, el desaliento, la segregación, la orfandad, la tristeza, la incomunicación, la indefensión, la pérdida de la inocencia y de los valores, el sobreconsumismo.


Nosotros, los que lloramos la muerte de Jimi Hendrix (¿Are you experienced?) en 1970, cuando el músico tenía 28 años; los que volvimos a llorar la muerte de Jim Morrison en 1971, cuando éste tenía también 28 años; y aún tuvimos que soportar el proceso de destrucción de Elvis Presley, que culminó en 1977, cuando el Rey del Rock , a los 42 años, desgastado hasta el límite por la administración continuada de corticoides, colapsó definitivamente.

Nosotros, a quienes los jóvenes que hoy lloran a Kurt Cobain nos llaman ``viejos'', y nos suponen indiferencia e incomprensión hacia estas nuevas víctimas, sabemos más del asunto de lo que ellos suponen.

Sabemos, por ejemplo, mucho acerca de la paradoja sustancial que se esconde bajo las apariencias.

Sabemos que la droga ``da para mucho''. Da para rechazar el sistema. Da para romper con los estereotipos. Da para inventar un mundo nuevo, más justo, más verdadero, menos corrupto, menos individualista. Este discurso ya lo hemos escuchado. Es más, lo hemos sostenido, vibrando con nuestros líderes musicales. Pero casi todos ellos están muertos. Casi todos ellos murieron muy temprano.

Quisiera poder pensar en voz alta, quisiera poder contar (quisiera que pudiéramos contar) a los jóvenes de qué se trata todo esto. La droga, llámese marihuana, cocaína, heroína, L.S.D., la droga, ¿de dónde sale? ¿Se genera espontáneamente? ¿No es acaso el sistema enemigo declarado de Cobain y de sus admiradores el ``lugar'' en donde la droga se enseñorea? ¿No es acaso el sistema el que provee la droga? ¿No están acaso aprovechando el sistema los mal nacidos que se enriquecen con la droga? ¿Qué es lo que está combatiendo el joven que se droga si el arma con que combate debe pagarla a algunos cretinos del sistema?

Está claro que, por una parte, el sistema combate la droga. Pero los jóvenes no deben confundirse, la paradoja consiste precisamente en que es por ``un lado'' que el sistema combate la droga, porque ``por otro'', los traficantes aprovechan las bondades que el sistema pese a sí mismo ofrece.

Bancos en los que almacenar las fortunas amasadas con la droga. Jóvenes postergados de diferentes maneras por el sistema para convencerlos de que el ``nirvana'' habita en el contenido de una jeringa. ¿Cómo es que están tan ciegos nuestros jóvenes?

Sus líderes componen, cantan, discurren discursos poéticos o brutales en contra del sistema. Entonces el sistema les dice: ``Ven, yo te puedo asegurar el éxito (el éxito propuesto por el sistema), y ``el canto de las sirenas'' los envuelve. Entonces se inicia la carrera sin retorno. Exigencias, giras, más giras, más grabaciones, más fans , más desgaste. Cuando el líder flaquea, ha llegado el momento de ``apoyarlo'' con algún "estimulante''. El héroe de la jornada, el joven idealista que quería cambiar el mundo sucumbe.

Muy pronto se hace público (bajo el supuesto de que la noticia ``se filtró'') la adicción de la que el líder es víctima. La venta de la droga aumenta. Muchos seguidores la van a consumir para ``estar con su líder'', para ``sentir como el siente'', porque ``no hay otra manera''.

Se agrega a esta paradoja, a esta confusión a que son conducidos los jóvenes, otra confusión: la nuestra. La madre de Cobain dijo más o menos que podía asegurar que su hijo estaba con ``esos estúpidos drogadictos''.

Pero ella debió saber mucho antes que su hijo era drogadicto, que había estado en coma a causa de una sobredosis. ¿Son esos ``estúpidos drogadictos'' los que trafican? ¿Son ellos quienes lavan el dinero producto de la venta de la droga? Dios mío, ¿es posible que nosotros estemos también tan confundidos?

Muchos serán muy ricos con el producto de la venta de las grabaciones de Cobain. El, en cambio, está muerto. Murió a los 27 años. El y Hendrix y Morrison y Presley y tantos otros, son productos desechables para algunos involucrados en el ``sistema de comercialización de la música popular''. No para todos, pero sí para muchos. Y en tanto los jóvenes y los menos jóvenes no nos demos cuenta de dónde están los culpables, muchos otros Cobain serán condenados. Un joven líder de la música popular muerto puede ser mejor negocio que uno vivo de ``más de treinta''. Esta reflexión lo sé es macabra. Pero las cosas deben ser llamadas por su nombre para que, desde el lenguaje, hagamos aparecer la verdad, velada por tanto equívoco.

En estos días, y en Seattle, se han reunido los seguidores de ``Nirvana''.

Sueñan que cambian el mundo. Pero su sueño está tramado por los efectos devastadores de la droga. Cómo decirles que cada dosis que consumen hace más rico a algún abjecto representante de algo que creen estar cambiando.