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Evangelios de los Misterios Dolorosos
(martes y viernes)

1. La oración de Nuestro Señor en el huerto

Evangelio de San Mateo:
"Llegan a un lugar llamado Getsemaní. Y les dice a sus discípulos: —Sentaos aquí, mientras hago oración. Y se llevó a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, y comenzó a entristecerse y a sentir angustia. Entonces les dice: —Mi alma está triste hasta la muerte. Quedaos aquí y velad conmigo.
Y adelantándose un poco, se postró rostro en tierra mientras oraba diciendo: -Padre mío, si es posible, aleja de mí este cáliz; pero que no sea tal como yo quiero, sino como quieres tú.
Vuelve junto a sus discípulos y los encuentra dormidos; entonces le dice a Pedro: —¿Ni siquiera habéis sido capaces de velar una hora conmigo? Velad y orad para no caer en tentación; el espíritu está pronto, pero la carne es débil.
De nuevo se apartó, por segunda vez, y oró diciendo: -Padre mío, si no es posible que esto pase sin que yo lo beba, hágase tu voluntad.
Al volver los encontró dormidos, pues sus ojos estaban cargados de sueño. Y, dejándolos, se apartó una vez más, y oró por tercera vez repitiendo las mismas palabras. Finalmente, va junto a sus discípulos y les dice: —Ya podéis dormir y descansar... Mirad, ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. Levantaos, vamos; ya llega el que me va a entregar".
Mt 26, 36-46

2. La flagelación del Señor

Evangelio de San Juan:
“Jesús respondió: -Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores lucharían para que no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí.
Pilato le dijo: ¿O sea que tú eres Rey?
Jesús contestó: -Tú lo dices: yo soy Rey. Para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad; todo el que es de la verdad escucha mi voz.
Pilato le dijo: -¿Qué es la verdad? Y después de decir esto, se dirigió otra vez a los judíos y les dijo: -Yo no encuentro en él ninguna culpa. Vosotros tenéis la costumbre de que os suelte a uno por la Pascua, ¿queréis que os suelte al Rey de los judíos?
Entonces volvieron a gritar: -¡A ése no, a Barrabás! –Barrabás era un ladrón. Entonces Pilato tomó a Jesús y mandó que lo azotaran".
Jn 18, 36-40 y 19, 1

3. La coronación de espinas.

Evangelio de San Juan:
"Entonces Pilato tomó a Jesús y mandó que lo azotaran. Y los soldados le pusieron en la cabeza una corona de espinas que habían trenzado y lo vistieron con su manto de púrpura. Y se acercaban a él y le decían: -Salve, Rey de los judíos. Y le daban bofetadas".
Jn 19, 1-3

4. El camino al Monte Calvario

Evangelio de San Juan:
"-¡Si sueltas a ése (Jesús) no eres amigo del César! ¡Todo el que que se hace rey va contra el César!
Pilato, al oír estas palabras, condujo fuera a Jesús y se sentó en el tribunal, en el lugar llamado Litóstrotos, en hebreo Gabbatá. Era la Parasceve de la Pascua, más o menos la hora sexta, y les dijo a los judíos:
-Aquí está vuestro Rey.
Pero ellos gritaron:
-¡Fuera, fuera, crucifícalo!
Pilato les dijo:
¿A vuestro Rey voy a crucificar?
-No tenemos más rey que el César –respondieron los príncipes de los sacerdotes.
Entonces se lo entregó para que lo crucificaran. Y se llevaron a Jesús.
Y, cargando con la cruz, salió hacia el lugar que se llama la Calavera, en hebreo Gólgota".
Jn 19, 12-17

5. La crucifixión y muerte de Nuestro Señor.

Evangelio de San Juan:
"Y, cargando con la cruz, salió hacia el lugar que se llama la Calavera, en hebreo Gólgota. Allí le crucificaron con otros dos, uno a cada lado de Jesús. Pilato mandó escribir el título y lo hizo poner sobre la cruz. Estaba escrito: «Jesús Nazareno, el Rey de los judíos». Muchos de los judíos leyeron este título, pues el lugar donde Jesús fue crucificado se hallaba cerca de la ciudad. Y estaba escrito en hebreo, en latín y en griego. Los príncipes de los sacerdotes de los judíos decían a Pilato:
-No escribas: «El Rey de los judíos», sino que él dijo: «Yo soy el rey de los judíos».
-Lo que he escrito, escrito está -contestó Pilato.
Los soldados, después de crucificar a Jesús, recogieron sus ropas e hicieron cuatro partes, una para cada soldado, y además la túnica. La túnica no tenía costuras, estaba toda ella tejida de arriba abajo. Se dijeron entonces entre sí:
-No la rompamos. Mejor, la echamos a suerte a ver a quién le toca -para que se cumpliera la Escritura cuando dice: Se partieron mis ropas / y echaron suertes sobre mi túnica. Y los soldados así lo hicieron.
Estaba junto a la cruz de Jesús su madre y la hermana de su madre, María de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y al discípulo a quien amaba, que estaba allí, le dijo a su madre:
-Mujer, aquí tienes a tu hijo.
Después le dice al discípulo:
-Aquí tienes a tu madre.
Y desde aquel momento el discípulo la recibió en su casa.
Después de esto, como Jesús sabía que todo estaba ya consumado, para que se cumpliera la Escritura, dijo:
-Tengo sed.
Había por allí un vaso lleno de vinagre. Sujetaron una esponja empapada en el vinagre a una caña de hisopo y se la acercaron a la boca. Jesús, cuando probó el vinagre, dijo:
-Todo está consumado.
E inclinando la cabeza, entregó el espíritu".
Jn 19, 17-30