SANTIAGO.- Hasta que el momento llegó. Luego de varias críticas y acusaciones, este jueves el Presidente venezolano Nicolás Maduro, asumirá su segundo mandato en el país caribeño, en medio de las múltiples objeciones a su primer periodo, que lo vinculan, entre otras cosas, de atentar contra los derechos humanos y de ser electo en un proceso en tela de juicio, donde la oposición no se presentó al poner en duda los comicios y su validez. Todo esto culminó con la reelección del Mandatario, en medio de una altísima abstención (54%) y denuncias de fraude.
Maduro, cuya segunda administración abarcará entre 2019 y 2025, asumirá en un contexto internacional incierto y en medio de un escaso apoyo de parte de sus colegas, como bien ha quedado claro en la asistencia a la ceremonia de posesión en Caracas.
De este modo, sólo los presidentes
Miguel Díaz-Canel y Evo Morales (de Cuba y Bolivia, respectivamente) asistirán al acto, que se realizará en el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), en desmedro de la Asamblea Nacional, único organismo dominado por la oposición y cuya sede ha sido el escenario histórico de este tipo de ceremonias; sin embargo, desde 2017 que se encuentra en estado de sublevación, según el Poder Judicial.
En medio de un rechazo prácticamente total
No son pocas las acusaciones contra Maduro, así como el rechazo a su gestión de parte de otros países del continente. A la ya sabida crisis política, social y económica que vive Venezuela -con una inflación histórica mayor al 1.000.000% y una escasez alimentaria y medicinal- además de los fuertes cuestionamientos emanados por la oposición local respecto a violaciones a los DD.HH. de parte del oficialismo; las críticas a la organización de los comicios de mayo pasado han surgido tanto desde el interior del país caribeño como desde otros lados.
El centro de las críticas es claro. Desde la oposición acusan a Maduro de no garantizar un debido proceso, lo que los llevó a no presentar un candidato ya que el hacerlo habría significado validar unos comicios que desde su inicio estaban "viciados". Este descontento también se hizo sentir el día de la votación, el pasado 20 de mayo, donde sólo 6,2 millones de personas votaron, un número muy reducido si se tiene en cuenta el padrón de 20,5 millones (lo que se traduce en un 30% de la participación).
6,2 millones de personas votaron en las últimas elecciones
Un ejemplo claro de esto fue la reunión del pasado viernes del llamado Grupo de Lima -agrupación creada exclusivamente a raíz de la crisis venezolana-, en la que 13 gobiernos de la región acordaron que no reconocerán un nuevo mandato de Nicolás Maduro, exigiéndole que transfiera el poder a la Asamblea Nacional.
De hecho, a excepción de México, los demás países que suscribieron la misiva -entre ellos Chile-, tensionaron las relaciones con Caracas. Esto desató la ira de Maduro, quien hizo una dura amenaza a un día de asumir: "Le exigimos (al Grupo de Lima) una rectificación de sus posiciones sobre Venezuela en 48 horas o se tomarán las más urgentes y crudas medidas diplomáticas", advirtió el miércoles.
En tanto, instituciones como la Organización de Estados Americanos (OEA) también llamaron a desconocer este segundo periodo que comienza hoy: "Urgimos a Comunidad Internacional desconocer a Nicolás Maduro, abstenerse de proveer ayuda financiera y militar", escribió el secretario general del organismo, Luis Almagro, en su cuenta de Twitter.
Esta reelección, además, se
enmarca dentro de las nuevas sanciones económicas que Estados Unidos le aplicó a funcionarios venezolanos por corrupción, elevando la presión sobre Caracas. Dichas determinaciones han afectado, entre otras personas, a la primera dama, Cilia Flores.
Al mismo tiempo, Perú también dejó caer sus sanciones, como la implementada este lunes contra 93 altos cargos venezolanos y sus familias, incluido el Presidente Maduro, quienes no podrán ingresar al país vecino.
El rechazo ha traspasado las fronteras, tanto así que la Unión Europea llamó a realizar nuevas elecciones libres en el país caribeño. Esto se suma a la decisión de varios países europeos aseguraron de no enviar representantes con un cargo mayor a un embajador a la toma de posesión de Maduro.
El escaso apoyo internacional ofrecido
Ya es sabido que son sólo dos los mandatarios que asistirán a la toma de poder. Por un lado, el boliviano Evo Morales siempre ha manifestado su apoyo a la causa venezolana, pensando también en los acuerdos políticos y económicos entre ambos gobiernos. El otro líder, el cubano Miguel Díaz-Canel, siempre se ha mostrado a favor de Maduro, "respaldando" el derecho de aquella nación.
También se espera que sus principales aliados como China y Turquía se hagan presentes enviando a representantes, mientras que México y Uruguay, que han evitado sumarse al sentir del Grupo de Lima, enviarán a políticos de segunda línea como es el caso de Juan Manuel Nungaray, miembro de la embajada mexicana en Venezuela.
Han sido éstos los pocos países que o se han mostrado a favor de la causa venezolana o derechamente han llamado a no interferir. Uno de estos casos fue Uruguay, que mediante a su canciller Rodolfo Nin Novoa comentó que el Grupo de Lima no tenía mucho que hacer en el tema: "No tienen competencia como para andar calificando a los presidentes que asuman o dejen de asumir", concluyó en declaraciones hechas el martes.
En vista de lo descrito, se avizora un difícil segundo gobierno para Nicolás Maduro, quien no sólo deberá afrontar los problemas en que ya está envuelto. Es más, tendrá que gobernar un país con importantes conflictos políticos y económicos, bajo un aislacionismo casi total en su región y en el mundo.