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"No ando detrás del poder… ¡no fui ni presidente de curso!"

Tal vez lo que más llama la atención, a primera vista, son las espesas cejas negras que contrastan poderosamente con su cabeza blanca; pero, después de un rato de conversación, claramente, Marcelo Trivelli tiene muchos otros atributos que atraen. Primero y, sin dudarlo, la pasión y el cariño que siente por su mujer, la directora de Fonadis, Andrea Zondeck. Pero también, el empeño en jugársela para que los más jóvenes tengan un lugar en la sociedad y la fuerte vocación por lo social que se advierte en cada una de sus palabras.

23 de Mayo de 2006 | 09:16 |
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Sin duda, el paso por la Intendencia de Santiago durante tres años marcó su vida fuertemente, y no en términos políticos precisamente, sino más bien, en lo conocido que se hizo entre la gente. Hacerle una entrevista en un lugar público no es fácil, pues continuamente lo saludan o le dan la mano.

Tuvo detractores, claro, como todo político, y tan expuesto como quiso llevar su cargo, además. Hitos de la crítica contra su gestión fueron la pavimentación de la Alameda, el relleno sanitario de Santa Marta y su excesiva aparición en los medios.

A él parece no importarle; al contrario, prefiere destacar los logros y asegura que, tal como está hoy en día la sociedad, es más efectivo para llegar a la gente unos minutos en televisión que una extensa entrevista política.

-¿Qué sentías frente a las críticas de que eres más figurón que otra cosa?
"Otros dicen 'mediático', que es el cinismo de los que creen que soy figurón y ocupan esa palabra, que es un adjetivo que descalifica.
"Pero, en serio, me siento muy bien con eso, porque creo que, a través de los medios de comunicación, logré establecer un diálogo con la ciudadanía que fue súper fructífero y eso se nota en que la gente me tiene buena; en la calle la gente me tiene buena, y eso significa que entiende que yo dialogaba con ella.
"Eso en una sociedad masiva, como la de hoy, y en una sociedad de 6 millones de habitantes, se hace a través de los medios de comunicación. Así que, para mí, que me digan figurón, es un honor, porque creo que muchos lo dicen de pura envidia, no más".

Insiste en que las comunicaciones, en este momento, son una herramienta o un instrumento más de gestión, para lograr hacer "la pega que uno tiene que hacer".

Trivelli decidió estudiar en el MBA, procesos de toma de decisiones, porque encontraba que, a pesar de que la computadora podía entregar mucha información y ordenarla (se ríe hablando lo que eran los computadores de su época), faltaba quien supiera manejarla y transmitirla a quien debía usarla. Sin duda, para él la comunicación tiene mucha importancia en la sociedad de hoy. Por eso llegó desde la ingeniería al mundo de las comunicaciones estratégicas.

Para ejemplificar el poder que le asigna a ser "mediático", cuenta que trotando por Maitencillo, donde se escapa cada vez que puede, un señor lo paró para conversar. "Yo quería hacerle una pregunta, me dice, nada que ver con política, pero yo lo he visto en televisión hablar de su matrimonio y estoy pasando por un súper mal momento en el mío, ¿usted cree que esto tendrá vuelta?. Eso vale oro, ¿te fijai? Ser intendente me dio una plataforma para conversar con la gente cosas que, para mí, son esenciales".

-¿Y cómo evalúas los tres de intendente de Santiago?
"Quedé feliz. Me entretuve, lo pasé bien, estaba motivado y creo que, además logramos hacer muchas cosas que no eran de la agenda de la intendencia, hasta que nosotros las pusimos".

-¿Y las críticas?
"Sentí que si no hubiera hecho nada en los temas que me criticaban, hubiera tenido una frustración enorme. Ojalá, en todas las cosas que uno hiciera, lograra el cien por ciento de efectividad; pero eso… es casi imposible; entonces, yo entendía que había que dar lo mejor de sí para tratar de acercarse lo más posible a una solución ideal. Si eso no ocurrió, que le haces no más".

-¿Fue difícil dejar el cargo?
"No, soy súper desprendido de esas cosas. Las veces que me he cambiado de pega, he dado vuelta la página y ya. Y miro pa' adelante no más".

Su vocación política nació con él, pues su padre, Hugo Trivelli fue un destacado dirigente DC, ministro de Agricultura durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva y uno de los creadores de la Reforma Agraria y de la modernización del agro. "Mi adolescencia estuvo marcada por mi padre y, por lo tanto, parte de ahí la cosa militante, crítica, social y también ambiental. Porque la Reforma Agraria se comió mucho su administración, pero él creó la CONAF, los Parques Nacionales, el SAG, terminó con la explotación de los bosques públicos", recalca.

-¿Siempre has sido DC?
"Siempre".

-¿Nunca te lo has replanteado?
"Me he hecho las preguntas de qué pasa al interior del partido y creo que tiene que ver con la manera en que yo he vivido mi vida y la política, que es más bien de servicio que de poder. Nunca he andado detrás del poder, ni en las presiones de entrar en las listas para ocupar cargos.
"Tuve el privilegio y la suerte de trabajar con el Presidente Aylwin, después me fui al sector privado –sin ni un drama-, después trabajé con Foxley en su campaña senatorial y mientras fue presidente del partido; trabajé en la campaña de de Lagos, fui intendente…"

-Y después generalísimo de la campaña de la Soledad Alvear.
"Sí. Entonces, he estado allí, pero no ando pechando por ocupar un cargo de poder, porque creo que se puede servir de mejor manera, en lo que a mí personalmente se refiere, de otra forma".

-¿Es cierto que apareció una nueva facción en la DC -los rucios- en la que estás incluido junto a Patricio e Ignacio Walker, Kako Latorre, Jorge Burgos y otros?
"A ver, son mis amigos. Pensamos parecido en muchas cosas; en otras, no. Pero tienen una dimensión del poder que a mí… ¡me espanta!
"Yo creo que los proyectos deben ser a mediano y largo plazo, son de servicio y deben ser de proyecto país. No me veo, ni he estado nunca en ningún grupo cuyo objetivo sea perseguir el poder interno en la Democracia Cristiana".

-¿Ni siquiera ahora, en las elecciones de tu partido?
"Ni siquiera ahora".

-¿Y cuál es tu candidato?
"Todavía no están definidos".

- Pero ya circulan nombres, ¿Soledad Alvear?
"Le tengo un cariño enorme a la Soledad, he hablado con ella y creo que me representa en su estilo; lo que falta es un tema de oportunidad: no es todavía el minuto de ver cuál es el proyecto de contenido que ella propone.
"Ése es el gran desafío de la DC. Un partido que fue el centro; siendo el centro el que ponía en primer lugar a la persona humana y su identidad, mientras la izquierda ponía al Estado y la derecha ponía al mercado. El centro, que nació de la doctrina social de la Iglesia, ponía a la persona, pero se impuso. Se terminó la Guerra Fría y hoy día, todas las corrientes políticas de nuestro país, ponen en primer lugar a la dignidad humana, con distintos lenguajes. El desafío de la DC, entonces, es tener posturas claras con respecto a los temas de la ciudadanía".

-¿Se ha desdibujado la DC?
"Sí claro, porque hoy el humanismo cristiano no es patrimonio de la DC. Lo fue cuando era el brazo político de la Iglesia, por así decirlo".

-¿Lo del "humanismo cristiano" fue con algún dejo de ironía?
"A ver, es que después que se cayó el Muro de Berlín, la discusión es absurda. Y después del triunfo del reconocimiento de la dignidad de la persona en las políticas sociales, en los derechos humanos, en el mercado… el humanismo cristiano es de todos, poh; entonces, ¿quién puede decir que es de su propiedad?"

Insiste en que ese tema ya no es una variable diferenciadora y "hay que alegrarse por eso, porque la persona está en primer lugar".

-¿Cuál es la diferencia que hay que buscar, entonces?
"Hay que ver que política pública responde a la demanda de esas personas. Creo que en eso a la Democracia Cristiana, le falta mucho".

-Al hablar contigo se percibe una aproximación política bastante más cercana a lo femenino, ¿es por los tiempos que corren?
"Sí, si eso se asocia a lo femenino, sí. Entendiendo que una de las dimensiones de la política es el poder, creo que la búsqueda de él, en nuestra sociedad, es una característica masculina. Las mujeres no andan buscando espacios de poder de la forma que nuestra cultura lo ha hecho por años, que es asociando lo masculino a a éste me lo cago"

Insiste en que en nuestra cultura el poder se asocia a lo violento, como el hombre que tira el auto encima, que se enfrasca en grandes "roscas" después del partido de fútbol amateur, "Y eso también se lleva a la política. Yo te decía antes, con toda honestidad, que yo no ando detrás del poder… ¡No fui ni presidente de curso ni del centro de alumnos!"

-¿Nada de protagonismo estudiantil?
"O sea, siempre estuve metido, pero desde otra mirada, desde la acción, desde lo social".

También desde esa visión más integradora de la sociedad, cree fervientemente que a las mujeres se las evalúa de una manera distinta y que, por lo tanto, las críticas al gobierno de Michelle Bachelet van a ser muchas, porque a ella no se le permiten cosas que "si las estuviera haciendo un hombre, serían sólo muestras de autoridad".

-¿Crees que Michelle Bachelet llegó a la Presidencia porque el país cambió o porque era la candidata de la Concertación?
"El país había cambiado y el mundo político no se había dado cuenta y por eso que Michelle Bachelet surge sin ser la candidata de los partidos… ¡lejos! Eso demuestra que todos los partidos estaban atrasados".


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