“Todas llegamos aquí por dinero, pero te tiene que gustar el sexo y tienes que ser capaz de hacerlo con desconocidos”. Así explica la catalana Paula Vip, el primer curso español que busca preparar a hombres y mujeres para la prostitución.
Su verdadero nombre es Concha Barral, tiene 42 años y es catalana, además de ser la presidenta de la Asociación de Profesionales del Sexo (
Aprosex) en España, y ser una conocida escort en su país.
Ella, junto a la psicóloga clínica Cristina Garaizábal, preparan todo un fin de semana a una veintena de alumnas –y en una ocasión a un alumno-, quienes por 50 euros (un poco más de $37 mil) reciben instrucción sobre cómo evitar el rechazo al estar a punto de comenzar a trabajar, y se discuten temas como el compañerismo con colegas y hasta el marketing de los servicios de prostitución.
Pero, por sobre todo, la intención de Paula es aclararles a sus alumnas que esta profesión no es fácil, pero no por eso deben sentirse víctimas. “Los hombres pagan pero no por ello mandan”, aseguró a El País, agregando que la idea de sus cursos surgió luego que la crisis económica que ha afectado a su país provocara una “sobreoferta” de prostitutas con “mucha falta de profesionalidad”.
“Me gusta el sexo y necesitaba el dinero”La historia de Paula Vip parece no alejarse de las experiencias que, casi en secreto, se saben de otras mujeres que optaron por ser prostitutas, y que tienen como común denominador una situación desesperada en términos económicos.
En su caso, hace más de ocho años comenzó a intercambiar sexo por dinero. Antes de eso, tenía un marido, un trabajo común y su casa, pero un mal negocio de su esposo, avalado bancariamente en todo por la mujer, hizo necesario hipotecar su hogar y ver cómo se acumulaban las deudas.
“Un mediodía oí en el telediario que las putas ganaban 200 euros diarios. ¡Con ese dinero pagaba el colegio de mi hijo! (…) -Me gusta el sexo y necesitaba el dinero. ¿Cuál era el problema? Aquella tarde, en la oficina, empecé a mirar los anuncios de prostitución en los tabloides. Tardé una semana en organizarme, en hacerme las fotos y en saber cómo quería publicitarme: Sexo inteligente y morboso. Sería puta, sí, pero haría algo más que abrirme de piernas a desconocidos”, relató al medio español, El Periódico.
Si bien describió a su primer cliente como “moreno, melena recogida, ojos verdes, casado, con hijos, autónomo (…) ¡casi le pago yo!”, explicó que muchas veces “hay clientes que dan asco”.
“(Cuando pasa eso) le diré, con la mayor amabilidad del mundo, que nos falta el mínimo de feeling necesario para ir más adelante. Se lo diré también por su propio interés: nunca podría alcanzar conmigo lo que ha venido a buscar. Más vale no hacer nada que hacer las cosas a medias o mal (…) Y aconsejo a todas mis compañeras que tampoco lo hagan. Es la mejor forma de que una se sienta fatal, descontenta consigo misma. Y la autoestima es vital (…) Bastante difícil nos pone las cosas la sociedad…”, explicó a el medio El Manifiesto.
Al mismo sitio aseguró que su trabajo la ha ayudado a sentirse “más completa, más plena, más realizada”. “¡He aprendido tanto en estos años! Del mundo, de la vida, de los hombres, de las mujeres, del placer, del amor… De todo”, confesó.
Para Paula, o Concha, lo más importante de todo es no caer en el estigma que rodea a las prostitutas. “Hay que huir de él y sentirte orgullosa con lo que haces”, señaló.