Sábado 14 de junio de 2014
El debut de Chile visto como hincha y el inolvidable himno
El sistema de reventa aquí en Cuiabá no funcionó. Al menos eso aprecié yo.
Harold Mayne-Nicholls
Ex presidente de la ANFP

Mayne-Nicholls, periodista, trabajó en diversos cargos de la Fifa entre 1994 y 2012, además de haber presidido la Asociación Nacional de Fútbol entre 2007 y 2011.

Escribo la columna, con el auto cargado para iniciar el viaje. Lo hice hoy (y no la noche anterior como habitualmente) para tener las imágenes más claras de la fiesta qué, como hincha, disfruté ayer en Cuiabá.


Cambia la ubicación desde la que uno lleva años viendo los partidos y pareciera que es otro fútbol el que se observa.


Totalmente diferente a pesar de que el juego es el mismo. Se siente el nerviosismo de todos desde el momento en que sabemos cuáles son nuestros asientos. Hasta que con el pitazo final (en estricto rigor con el gol de Beausejour) se desborda la alegría del objetivo cumplido y uno se queda con la sensación de haber sufrido más de la cuenta.


Repasando lo que fue la ida al estadio, hay algunas imágenes que aparecen de inmediato.


Encontrándonos con Iván Zamorano, de terno y corbata, bajando del auto, a poco más de un kilómetro del estadio, pues la policía no los dejó seguir. E Iván enfiló, con una temperatura superior a los 35 grados con altísima humedad, hacia el estadio y en el camino, como siempre, se detuvo ante cada hincha que le pidió una fotografía hasta llegar al centro de prensa donde se ubicaría como comentarista.


También llamaba la atención el control virtual en el acceso. Había un anillo de policías pero nadie controlaba que llevaras tus boletos. La gente circulaba  sin problema alguno y sólo al momento de ingresar te revisaban –una vez- el ticket. No me imagino lo que podría suceder si llegan miles sin ingresos, a las puertas del estadio.


Fue también interesante ver cómo las grúas despejaban los estacionamientos en el perímetro del estadio. Implacables con aquel que ocupa el lugar equivocado, en 10 minutos despejaban el sitio. ¡Pobre conductor¡
Desde las rutas de acceso se veía que la proporción de camisetas rojas sobre las amarillas australianas era de 4 ó 5 a 1. En el partido, quizás se veía menos pues muchos brasileros acudieron con la de su selección.
Debo reconocer qué lo que más me impresionó fue el tema de los tickets. Agotados según las cifras oficiales, eran muchos los que salían a la calle a mostrarlos. Creí que los estaban revendiendo y que habría una demanda tal que los precios subirían.


Pero al observar más detenidamente la situación, muchos de ellos agradecían que les dieran algo por los boletos o simplemente los regalaban. Por la razón que sea, el sistema de reventa aquí en Cuiabá no funcionó. Al menos eso aprecié yo.
Y al ver las imágenes del Fan Fest de ayer, se nota que había muchísimo interés en ver el encuentro y que fueron muchos los compatriotas que siguieron las alternativas desde ese sector.


Lo otro que fue posible apreciar, es el ingenio de los chilenos a la hora de vestirse. Huasos y huasas abundaban. También hombres que lucían variados disfraces siempre con el rojo como dominio principal.
En el camino al estadio nuestros compatriotas iban comentando el resultado de España Holanda. Con normalidad al comienzo, con sorpresa al final. Y con la frase que no tiene explicación lógica, pero que muchos repitieron “es el peor resultado para nosotros”. Lo decían muchos antes de que se iniciaran los 90 minutos.
Trato de comprender esas palabras y no entiendo mucho. Mientras sumemos nosotros (uno 0 dos partidos de a tres o bien uno de a 3 y los otros 2 de a 1) que importa lo que hagan los otros.


Ya en el partido, vino un par de temas que no pasaron desapercibidos. Por alguna razón, Australia hizo uso de mayor tiempo del establecido para hacer el calentamiento previo. Estaban largo rato en la cancha, cuando los nuestros salieron. Era la primera vez en el día que los titulares saltaron al campo. Al llegar el bus al estadio, permanecieron en el camarín y no hicieron la típica caminata del arribo.


En la ceremonia, el momento más emocionante lejos, fue la interpretación del himno nacional. Como Chile era el equipo A, nos tocó primero. Las normas de la FIFA han establecido que los himnos no pueden durar más de 90 segundos. El corte es cuando se cumple ese tiempo.


Ya en Sudáfrica y en muchos amistosos esto ha traído problemas, pues nuestros hinchas siguen cantando aunque se esté interpretando el himno del otro país. Obvio que los rivales se molestan y en algunos casos lo han tomado como un insulto.


Como en la inauguración los brasileros también siguieron cantando (y su himno es mucho más largo que el nuestro) FIFA usó el buen criterio y no siguió con la ceremonia mientras los hinchas entonaban su canción nacional.


Lo mismo se hizo ayer. A capela miles siguieron cantando y sin dudas fue lo más difícil de olvidar de la jornada.


Lo otro inolvidable fueron dos errores básicos de los jueces. Durante largo rato, en el primer tiempo, hubo dos balones en el campo de juego. En el lapso final, un saque lateral a favor de Australia fue realizado desde adentro de la cancha. Ambas jugadas justo frente de donde estábamos. Insólito por decir lo menos, que después de tantos años de preparación los árbitros caigan en fallas básicas propias del reglamento, no del criterio.


Lo otro vino con los dos goles. Tan seguidos que creímos que sería una jornada tranquila. Además que el equipo se veía sólido y controlaba totalmente a los rivales, hasta que vino el descuento y algo pasó.
En la cancha y en las tribunas. Era como una premonición. Bajaron los decibeles durante un largo rato. Bajaron los “ceacheí …” Como que “se nos vino la noche”, mientras la humedad y el calor nos hacían a todos transpirar.


A ratos resucitaba la hinchada y reaparecía el aliento … pero sólo a ratos volvió a ser como al principio, hasta que vino la tercera cifra del cuadro nacional y la celebración permitió el desahogo tan contenido como esperado.


Los gritos no se hicieron esperar. Los abrazos abundaban. El celebrar afuera ya no es novedad y se disfruta mucho. La alegría de todos se había reunido en el Estadio Panatanal de Cuiiabá.


Y se traspasó a los locales. Caminando de regreso nos saludaban desde los automóviles y los peatones, así como muchos gritaban “chi, chi, chi …” Incluso los australianos, que así demuestran que para ellos el fútbol es una fiesta, que el resultado no va a amargar.


Es el mismo grito que acabo de escuchar de un niño al cargar el auto con las maletas. Nos esperan unos 2000 kilómetros para llegar a Río. Hoy esperamos arribar a Mineiros, cerca del Parque Nacional das Emas, Patrimonio de la Humanidad, donde esperamos tener la oportunidad de aportar otra actividad extra a nuestro viaje.


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