|
Beatita
Benavides
María del Carmen Benavides y Mujica nació en Quillota en 1777. Sus padres -Francisco Benavides y Javiera Mujica- constituían una reconocida y conservadora familia. El matrimonio tuvo diez hijos de los cuales dos fueron sacerdotes y otros dos pelearon en la guerra de la Independencia. La Beatita, como la llamaron desde pequeña, dedicó toda su vida al cuidado de enfermos y necesitados. Ella misma los curaba, les daba los remedios y lavaba sus llagas.
A temprana edad quiso ingresar en el convento de las Monjas Rosas -dominicas de claustro de Santiago-, pero su confesor la convenció de que llevara una vida cristiana secular. Sin embargo, optó por seguir usando su hábito de monja dominica, como su modelo Santa Rosa de Lima. Nunca se casó, pese a que su madre era partidaria de su matrimonio con un rico hacendado, para solucionar los muchos gastos en que incurría su hija con sus obras de caridad. A los 18 años formalizó la decisión de consagrar su vida a Dios e ingresó al grupo de laicos de la Orden Tercera de Santo Domingo, en el templo de esa congregación en Quillota. Cinco sobrinas y una ahijada la ayudaron en sus recorridos por poblaciones en los que iba recogiendo a la gente más necesitada para llevarla a su casa que se convirtió en un asilo y que hoy se reconoce como el Hospital San Martín de Quillota. Cinco días antes de morir fue al templo de Santo Domingo y pidió al sacerdote superior que le administrara la Comunión que, según ella, sería la última. Después dijo: "Señor, ya no vendré más a verte en tu casa". Murió el 1 de junio de 1849 a los 72 años. Se decía que de su sepulcro en el cementerio municipal salía "perfume de santidad", por lo que las autoridades trasladaron su cuerpo al templo de Santo Domingo en Quillota. |
|
|