Hay marcas que, históricamente, se han distinguido de las demás por algún detalle específico de sus automóviles. Estilo, ingeniería, lujo, funcionalidad o diseño diferenciador.
En esta última categoría ha estado siempre, y sin ninguna duda, Citroën. En toda su vida como productor de automóviles ha sorprendido con sus innovaciones de diseño o mecánica. Ya en 1932 sorprendió al mundo con el particular dibujo de su carrocería en el DS, que parecía un salón de relajo de una casa señorial y que además traía una innovación mecánica que asombró a los constructores de la época: la tracción en las ruedas delanteras y la caja de cambios delante del eje anterior del auto. De allí en adelante los productos de la casa de los chevrones tuvieron siempre ese sello de lo distinto.
El 2002 fue lanzado al mercado el pequeño Citroën C3, con un diseño muy particular, en el que sin apartarse del ADN de la marca, presentaba un modelo en el que el denominador común eran las línea curvas: parabrisas y luneta trasera, capó y tapa del maletero y silueta del techo. El modelo tuvo tanto éxito, que en todo el mundo se llegaron a vender 3,5 millones de unidades.
El secreto estaba en la personalidad del pequeño vehículo, que con un gama de colores muy diferenciadores de lo habitual, conquistó a mucha gente joven y muy en particular a las mujeres, debido a su funcionalidad, luminosidad interior y coqueto diseño.
Pero en 14 años pasan muchas cosas en la industria automotriz. Una de ellas, acaso la más importante de las últimas décadas, ha sido la irrupción del concepto SUV. La tendencia es cada vez más marcada, al extremo que marcas absolutamente lejanas a estas tendencias, ya sea porque se dedican a los autos de lujo o a los súper deportivos, se han sumado a esta tendencias.
La silueta de moda
Y Citroën también asumió el desafío. A la luz del buen resultado que ha tenido con su C4 Cactus, decidió cambiarle las celebradas formas a su redondo C3 y optar por una estructura muy parecida al Cactus, pero de menores dimensiones, pero que parece un pequeño crossover, con pinta de SUV y con líneas que más bien tienden a la cuadratura global, aunque sus esquinas no son anguladas, sino finamente redondeadas, pero con predominio de longitudinales rectas.
El resultado ha sido sorprendente. Pudimos comprobarlo en nuestro recorrido de 200 kilómetros en los alrededores de la ciudad española de Barcelona, durante las pruebas de manejo a que invitó la marca francesa a toda la prensa mundial, que en grupos sucesivos y durante todo el mes de octubre se congregó en el Hotel Meliá Sky de la Ciudad Condal para conducir este nuevo producto.
La primera impresión ha sido muy positiva. En términos de diseño, reiteramos que desde lejos parece un Cactus más pequeño, incluso porque hay algunas versiones que conservan esos airubmps laterales a lo largo del tercio inferior de las puertas y que sirven para evitar los puntazos de esos conductores desaprensivos que abren las puertas sin importarles que dañar a los autos vecinos.
Pero si bien se parece al Cactus, hay que decir que mejoró varios deméritos de aquel, en especial las ventanillas traseras, que pueden abrirse de forma convencional, como todos los autos lo hacen desde los años 50´a esta parte.
Bajo el capó
Y nos sorprendió aún más el empuje de su pequeño motor Puretech de 1,2 litros, tres cilindros y 82 caballos, acoplado a una transmisión manual de 5 velocidades. Cargado con tres personas y equipaje, se comportó correctamente y con fuerza de sobra en los caminos de montaña que hicimos en Cataluña durante dos días.
Lo mismo nos ocurrió con la versión mayor, que tiene un motor de mayor potencia (110 caballos) y una caja automática de seis velocidades. Si bien este tipo de transmisión en muy cómoda, especialmente para el manejo en la ciudad, nos pareció un poco lenta de reacciones en los caminos de montaña, donde es preferible hacer uso de la opción manual para que el motor funcione a la voluntad de uno y no al de la caja automática. Pero en términos de brío, los dos motores tienen un extraordinario desempeño.
Todo lo relativo a confort de marcha y de equipamiento interior, tanto en lo “decorativo” como en lo funcional, hay que decir que el tablero es de una sencillez abrumadora, concentrándose todo en los instrumentos de información que están tras el volante. Luego, para el infoentretenimiento hay una pantalla táctil de 7 pulgadas en donde se puede controlar el clima interior, la música, las funcionalidades del teléfono inteligente y la navegación mediante GPS con una gráfica muy clara y de gran precisión a la hora de ubicarse geográficamente.
Las versiones que probamos eran las de tope de gama y estaban equipadas con una cámara fotográfica en la parte anterior del espejo retrovisor interior, un aparato electrónico más que se está poniendo de moda en Europa y que sirve en muchos casos para respaldar las versiones en caso de incidentes de tráfico y llevarlas como pruebas a los tribunales.
El nuevo Citroën C3 llegará a Chile a fines de diciembre y será el gran lanzamiento de la marca para el cierre de un año que ha sido muy positivo para la marca francesa. Cabe destacar que en la mayoría del resto de los países el C3 será puesto a la venta recién en marzo de 2017.