Le tocó la "T"
Por ejemplo, el auto que marcó una época gracias a su precio bajo permitiendo la expansión de la industria, el famoso Ford T, debe su simple nombre al hecho de que la marca designaba con letras consecutivas a los modelos que iba produciendo. Cuando se presentó en 1908, a éste le tocó la T.
Problemas de números
Otra designación numérica famosa es la del Porsche 911. En realidad iba a ser designado 901, pero Peugeot alegó que copiaba su propio esquema de bautismos, así que la marca alemana mejor le puso un “1” entremedio.
Todo por culpa del 309
Por cierto, Peugeot usaba una fórmula en el que cada modelo comenzaba con un número de acuerdo al tamaño: el 1 para los más pequeños, el 2 para los de segmento B, el 3 para los de segmento C, etc. Luego le ponía un cero al centro y le agregaba un dígito para designar la generación. Por eso el 307 fue reemplazado por el 308, por ejemplo.
Y ahí apareció el problema, porque la marca del león ya había usado la designación 309 a mediados de los años 80 para un modelo que en principio iba a reemplazar al Talbot Horizon. ¿Cómo se hace entonces para reemplazar al 308? Bueno, de la manera más sencilla: desde entonces, el 308 es reemplazado por otro 308 y se acabó el problema.
Por el cuerno del toro
El caso de Lamborghini es más conocido. Siempre le pone a sus autos nombres de toros de lidia. Por eso a veces aparecen nombres ridículos, como Reventón. Pero en este caso nos fijaremos más en el Islero, que se produjo entre 1968 y 1970. La gracia es que el toro del que tomó el nombre fue el que mató al legendario torero apodado Manolete (Manuel Laureano Rodríguez), en 1947.
Asunto de caballaje
A propósito de animales, hay gente que piensa que el Mustang se llama así por un avión caza de la Segunda Guerra Mundial –el P-51 Mustang-. Otros dicen que es por un caballo salvaje de Norteamérica, cuyo nombre deriva de la palabra española “mesteño”. Al final, da igual, porque evidentemente el avión se llamó así por el caballo en cuestión.
Animal malvado
Y hablando de nombres de autos estadounidenses, ahí está el Camaro. En principio es un modismo francés que significa camarada o amigo, pero cuando el modelo fue lanzado en 1967, los genios de relaciones públicas de Chevrolet señalaron que era por “un pequeño y malévolo animal que devora Mustangs”. No debe haber hecho gracia en Ford.
Propuesta electrónica
Bajo el alero de General Motors se han fraguado toda clase de nombres. Cuando Opel todavía formaba parte del conglomerado estadounidense, por allá por 1988, lanzó el Vectra. La palabra no significa nada, pero fue la idea que tuvo un computador de un sonido que resultara dinámico e inequívoco en muchos idiomas. Como se parece a “vector”, todos estuvieron de acuerdo.
A pasos del nombre
Mucho menos científica fue la forma en el Shelby GT350 obtuvo su nombre. Luego de varios alegatos de Carroll Shelby con su equipo acerca de qué nombre debía llevar el auto, decidió pedirle a un colaborador que contara los pasos que había hasta otro edificio. Bueno, ya sabemos cuántos había.
En honor a las pelirrojas
Otro auto con nombre curioso fue el Ferrari Testarossa, aparecido en 1984. Hay una referencia bastante obvia al Testa Rossa de mediados de los años 50, el que a su vez parece que debe su designación a las mujeres pelirrojas. Esa es la explicación que prefieren los románticos, pero en realidad se llamaba así por las tapas de cilindros, que eran de color rojo.
Idea fija
A estas alturas queda claro que a la gente de Toyota tiene una fijación con las coronas. Obsérvese que uno de sus modelos más conocidos es el Corolla, palabra que viene del latín y que significa “corona”. El asunto es que la marca japonesa paralelamente también produjo el Corona, así, en correcto español, entre 1957 y 2003. No contentos con eso, desde 1955 vende un auto llamado Crown, que por si al lector no se le da el inglés, es la palabra para “corona” en ese idioma. Y eso no es todo, porque desde 1983 existe el Camry, que no es más que la adaptación fonética del termino japonés “kanmuri”. Adivine qué significa.