SANTIAGO.- Hace algunos años, la idea de que en Chile se creara un automóvil eléctrico era lejana. Sin embargo, Daniel Pavez, mecánico industrial de la Universidad de Santiago (USACH) y creador de Soki, el primer vehículo eléctrico chileno, lo cumplió. Sin embargo, lo que se proyectaba como todo un éxito, finalmente fue solo algo que duró un corto periodo y que por el momento ha llegado a su fin, debido a la falta de recursos para su desarrollo.
"Honestamente el problema fue que tratamos de conseguir fondos con Corfo, lo presentamos a un fondo de financiamiento de emprendimiento, y principalmente no funcionó porque no teníamos las ventas que se requerían, ya que en teoría teníamos las pre ventas, pero nada concreto. A fines del año pasado fue la última vez que postulamos a un fondo y ahí ya nos dimos cuenta de que no había funcionado. Tratamos de hacerlo de manera particular, yo fui a España a buscar inversionistas, pero tampoco enganchó alguien", explicó Pavez.
De esta manera, el Soki –que estuvo más de dos años recorriendo el país- ha llegado hasta la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Talca, con quienes Voze (la empresa detrás del desarrollo) tiene un convenio, y para que los alumnos puedan utilizarlo como aprendizaje práctico para futuros proyectos.
"Como Centro para la Innovación y Desarrollo de la Industria, tenemos un convenio y era la oportunidad para que los estudiantes puedan ver en un proyecto desarrollado donde se aplicó esta tecnología, ya que en Chile no existe que cualquiera pueda practicar este conocimiento en su casa. Entonces, era mejor poner este conocimiento de ingeniería en manos de alumnos que tratarán de hackear el sistema con el Soki. La intención de nosotros es tratar de salvar ese conocimiento, no se puede perder ahí", argumentó Daniel Pavez, CEO de Voze.
Falta de interés, el principal enemigo
En 2012, cuando se comenzó a promocionar al Soki como el primer vehículo eléctrico creado en Chile, sin duda que llamó la atención de muchos. Esto aumentó porque estaba apoyado por Corfo, quienes se ocuparon de promocionarlo. Así el automóvil cero emisiones recorrió todo Chile en lo que llamaron la "Electrogira".
Luego, se realizó un evento en Movicenter donde se presentó al modelo compuesto por tres ruedas, y que ofrecía una autonomía de 60 kilómetros con un peso de 160 kilos. Allí fue donde surgieron los primeros interesados, que mediante cartas, resultaron ser diez. A ellos se les informó que para comenzar debían pagar la mitad del valor total ($8.250.000).
Principalmente este monto se pedía para poder comprar los materiales y las baterías, que era lo fundamental y lo más costosos. Allí empezó la baja de interés, así al menos lo comentó Pavez: "Por distintas razones, asumo que económicas, la gente se empezó a bajar su encanto con Soki, y al final nos quedamos con un solo interesado que fue el que pagó por el Soki. Que el resto se haya bajado fue bien decepcionante la verdad. Empezamos a ver si podíamos encontrar más recursos, porque mantener ese proyecto era caro –alrededor de $5 millones mensuales-. Al no poder seguir contando con la mayoría de la gente, se empezó a desvanecer, pese a que nosotros tratamos de ganar fondos por otros lados, como a Corfo y el Scale Up, pero finalmente nunca obtuvimos más recursos".
Al menos el propósito de la creación del Soki se cumplió, no en su totalidad, ya que la idea era demostrarle a la gente que sí se puede hacer tecnología en Chile, pero el también mecánico industrial de la Universidad de Santiago (USACH), concluyó que "eso pasa porque no se creen el cuento. No hay ventajas competitivas. No hay ánimo de invertir, lo que les gusta es ganar plata fácil y eso no va a cambiar".