GINEBRA.- Pese a que el mercado se encuentra en buena forma, con récord de ventas a nivel mundial, la industria automotriz llega al salón de Ginebra, que abre sus puertas al público el 8 de marzo, en pleno momentos de dudas, debido a la caída del diésel y la necesidad de inversiones en los vehículos eléctricos y del futuro. "Ginebra debería haber sido de hecho un buen salón", afirma Ferdinand Dudenhöffer, director del Center Automotive Research, organización de investigación automovilística en Alemania.
"Los fabricantes de vehículos de lujo siguen presentando novedades. Las ventas mundiales batieron récords en 2017. Pero detrás de todo eso, hay inquietudes", añade Dudenhöffer. Además, el presidente estadounidense Donald Trump ha estado presente en el ambiente al amenazar con imponer aranceles a las importaciones de automóviles europeos. Ello afectaría primero a los constructores alemanes, que sin embargo ya producen de forma masiva en América del Norte.
Sin embargo la primera preocupación es la acelerada caída de la venta de motores diésel por el que las empresas automotrices apostaron durante años. El caso de los motores manipulados de Volkswagen desacreditó a esta tecnología, criticada por sus emisiones de gas contaminantes y de partículas finas. Ciudades como París anunciaron que van a prohibir progresivamente el diésel, y en Alemania la justicia abrió la vía a posibles prohibiciones para viejos diésel, generando incertidumbre entre los propietarios o posibles compradores.
De esta forma la caída del diésel obliga a los constructores a adaptar a toda velocidad su actividad para fabricar los autos que piden los clientes: es decir, más vehículos con motor de gasolina, eléctricos o híbridos eléctrico-gasolina.
Incertidumbres en la industria
Los grandes grupos mundiales anunciaron planes de inversión de miles de millones de euros, a lo largo de varios años, para acelerar su estrategia eléctrica, con consecuencias comerciales aún imprevisibles. Varios nuevos modelos eléctricos, así como varios conceptos, serán mostrados al público en Ginebra a partir del jueves y hasta el 18 de marzo. Entre esas novedades, el primer vehículo eléctrico de Jaguar, el I-Pace, o el SUV (4x4 deportivo) eléctrico de Hyundai, el Kona.
La transferencia hacia los motores amigables con el medioambiente hace que los grupos automotores sigan invirtiendo para mejorar sus vehículos y no sucumbir a un mercado que avanza a pasos acelerados.
Al mismo tiempo, se enfrentan a la llegada de nuevos gigantes, como Tesla, o los gigantes de la alta tecnología, que quieren su parte del pastel del "smart-car" (vehículo inteligente) eléctrico, autónomo y conectado. La informática, la inteligencia artificial y las telecomunicaciones formarán parte del auto del futuro, algo que no está aún en las competencias tradicionales de los fabricantes.
¿Serán suficientes sus beneficios récord para financiar esa adaptación?
En la actualidad, hay constructores que están "muy bien" pero cuyo "futuro es muy complicado" y que deben "reducir costos para generar ahorros que financien sus planes de investigación y desarrollo", comenta Eric Kirstetter, del gabinete de asesoría estratégica Roland Berger.
Según él, "hay un problema de cuadratura del círculo financiero". Se trata de "resolver una compleja ecuación para invertir en el desarrollo de nuevas generaciones de vehículos, y seguir al mismo tiempo invirtiendo masivamente en motores de combustión".
En todo caso, nada impedirá el placer para los 700.000 visitantes esperados en el salón de Ginebra de contemplar los cerca de 900 autos expuestos.