No importa si llega de madrugada o muy agotado a su destino. Lo ideal es que el barro sea retirado lo antes posible del vehículo para evitar que este se solidifique, ya que de ocurrir, el proceso de limpieza será mucho más complejo. Además el barro seco podría incluso dañar, por ejemplo, la pintura del auto.
Un lavado normal debe ir de arriba hacia abajo para ser más eficiente. No obstante en este caso debe ser a la inversa, ya que primero se debe retirar el barro de las zonas más ocultas del auto. Para eso se recomienda usar un cepillo y agua con jabón para llegar hasta los rincones más difíciles, como por ejemplo en los guardafangos (arriba de las ruedas), llantas y tubo de escape, entre otros. Lo ideal es que estas zonas sean las primeras en ser limpiadas, ya que así evitará ensuciar otras zonas que ya podrían haber sido aseadas.
A diferencia de un lavado normal, cuando el vehículo acumula mucho lodo lo ideal es retirarlo con agua tibia y un paño de tela suave. La idea es que con delicadeza se esparza el agua por sobre la carrocería hasta formar un líquido viscoso que debe retirar cuidadosamente con una esponja para no dañar la pintura. También hay que lavar constantemente los trapos y esponjas ya que las pequeñas piedras del lodo se adhieren a estos utensilios y que pueden rayar la carrocería. El cepillo es solo para las partes que no se ven.
Una vez que se ha completado el procedimiento ya descrito se puede aplicar un jabón especial en la carrocería del vehículo y, posteriormente, retirarlo con abundante agua utilizando, por ejemplo, una manguera a presión. En esta ocasión el lavado si es conveniente que sea desde el techo hasta las ruedas del auto.
Ya lavado el vehículo, este debe ser secado inmediatamente para evitar que el agua deje marcas en la pintura y aplicar finalmente cera para pulir.
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